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Las comidas no son carreras

ESPN Run

Uno de los errores que cometen muchos corredores está en tomarse la vida como los entrenamientos, y querer hacer muchas cosas a ritmo de series de velocidad. Por ejemplo, las comidas, que suelen hacerse demasiado rápido, como si se tratase de una carrera. El problema es que al hacer esto estamos perjudicando el funcionamiento de nuestro cuerpo y por lo tanto poniendo en riesgo nuestra salud, especialmente cuando el objetivo es perder peso corporal. ¿Dónde está el problema? Principalmente en que cuando comemos demasiado deprisa nuestro cerebro no tiene el tiempo suficiente a darse cuenta de que ya estamos saciados, y nos seguirá pidiendo más y más. A esto hay que sumar que debido a que la comida pasa por el intestino a toda velocidad y además lo hará acompaña de aire, puede provocar gases e hinchazón, diarrea o incluso en algunas ocasiones más extremas también náuseas. Es por eso que la indigestión es un problema muy común entre las personas que comen demasiado rápido, ya que el aparato digestivo trabaja a ritmos demasiado forzados. Y cuando esto pasa, nuestro organismo tiene dos opciones, devolverlo por donde ha venido o enviar más agua al estómago para que lo que comemos sea evacuado por el lado contrario.

Además, cabe señalar que de esta forma quienes comen a toda velocidad están añadiendo estrés a su organismo y cambiando su metabolismo natural. Esto ocurre porque las mitocondrias, que son orgánulos celulares encargados de suministrar la mayor parte de la energía necesaria para la actividad celular, no pueden trabajar tan rápido y eso hace que tu metabolismo se vea alterado. Según diversos estudios estos mecanismos necesitan unos 20 minutos para mandar al cerebro la señal de que ya podemos dejar de comer. Por ese motivo, si no les das tiempo a trabajar a su ritmo normal, la señal de estar saciado llegará más tarde y por lo tanto seguramente comerás más de la cuenta.

Por último, veamos algunos hábitos que pueden ayudarte a comer mejor, respetando los tiempos naturales de tu cuerpo. El primero es hacerlo de sentados. El hecho de evitar comer de parados ayudará a que no caigas en ingerir tus alimentos al ritmo de sprint final. Pon en práctica esto especialmente por las mañanas mientras comes unas tostadas al mismo tiempo que te calzas y chequeas las redes sociales en tu teléfono celular. En este caso es mejor madrugar un poco más y dedicar los minutos necesarios al desayuno. Otra buena práctica es beber abundante agua durante el día, lo que además de mantenerte hidratado te ayudará a mantener la saciedad. Por último, algo muy simple y efectivo es dejar los cubiertos en el plato mientras estás masticando, y dedicar así un tiempo a tus compañeros de mesa y a la conversación.

En pocas palabras, en lugar de centrarnos en lo negativo perfectamente podemos focalizar en las ventajas de alimentarnos de manera consciente y pausada, disfrutando de las comidas, sus sabores y texturas. Algo que, además, será muy saludable para tu organismo.

¿Te sirvieron los hábitos recomendados?