ANAHEIM, Calif. -- Para Matt Duffy, todo esto se sentía demasiado familiar.
Hace solo 11 meses que los Chicago Cubs de Duffy perdieron 11 juegos consecutivos desde fines de junio hasta principios de julio, pasando de nueve juegos por encima de .500 a un récord perdedor. Nunca se recuperaron. Ahora Duffy, un infielder de 31 años, se encuentra en un equipo de los Los Ángeles Angels que acaba de concluir una racha de 14 derrotas consecutivas que acabo con su comienzo vertiginoso. A medida que aumentaban las derrotas y perduraba la rutina, Duffy notó que él y sus compañeros de equipo de los Angels estaban navegando los juegos de una manera sorprendentemente similar: dando demasiada importancia a las situaciones de las primeras entradas, actuando como si cualquier déficit fuera demasiado grande para superarlo, jugando como si la mala racha los hubiera consumido por completo.
"Parece que eso ha estado pesando [sobre nosotros] durante aproximadamente una semana", dijo Duffy. "Parece que cada oportunidad que tenemos para anotar carreras, o cada oportunidad que tenemos para mantenerlos fuera del tablero, incluso en la quinta, la estamos sintiendo. Es como un juego de playoffs. Pero apenas estamos en la maldita quinta entrada en este momento. Podrían anotar, estamos tratando de mantenerlos fuera del tablero, pero [no debería ser] una situación de presión. Así es como se siente".
Duffy habló desde su casillero el miércoles por la noche, en medio de un camerino de los Angelinos que se había vuelto inquietantemente silencioso. Las luces estroboscópicas que habitualmente adornaban la sala durante las celebraciones posteriores al juego estaban estáticas. El sombrero de vaquero usado para conmemorar los jonrones había comenzado a acumular polvo. Las notables buenas vibras que estos Angelinos provocaban durante las primeras seis semanas de la temporada se habían desvanecido.