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Inmortales de la NFL transmiten sus genes a integrantes del SB LI

ESPN Digital

Pese a que el Super Bowl tiene historias brillantes, batallas en las que jugadores inscribieron por siempre su nombre en la memoria de los aficionados, la realidad es que también es un partido caprichoso al que no todos tienen acceso aunque su carrera los haya llevado al Salón de la Fama, tal y como es el caso de Barry Sanders, Warren Moon, Tony Gonzalez --próximamente--, Eric Dickerson, entre otros.

Hay otros, como Tom Brady, Joe Montana, Jim Kelly, Mike Lodish, Charles Haley, que el juego por el título de la NFL parece su hábitat natural, pero hablar de una dinastía en el juego por el Vince Lombardi es algo que muy pocas familias pueden presumir: 12 para ser exactos.

La edición del Super Bowl LI no estará exenta de este rubro, añadiendo otro par de apellidos a la corta lista que actualmente existe, pero con la particularidad que tres jugadores que lucharán por el título cuentan con un miembro del Salón de la Fama en casa.

El ADN y la sangre de campeonato fluye por sus venas. Sus padres pusieron el nombre de la familia en alto, pero ahora ellos quieren escribir su propio nombre en la inmortalidad de la NFL, o al menos dar los primeros pasos hacia ello.

Chris Long, ya con nueve años en la liga, fue quien más tardó en llegar al juego por el Vince Lombardi, pero lo consiguió en apenas su primer temporada con los New England Patriots, no sin antes recibir consejo de su padre.

"Todo se resumía a una cosa. Todo se basaba en '¿porqué estás jugando?' Su respuesta siempre fue 'juego para ganar'", comentó el inducido en el 2000 y una vez ganador de Super Bowl (XVIII) en una charla.

En la familia Matthews la historia es diametralmente opuesta. Jake, hijo de Bruce, tiene marca invicta en la postemporada hasta el momento después de una sola aparición y el domingo podría conseguir algo que su padre jamás obtuvo: un anillo de campeón.

El tackle de los Atlanta Falcons requirió de tres años para alcanzar el juego por el título. Su papá llegó a esta instancia después de 14 intentos y 17 campañas, algo que no dejaron pasar desapercibido en la semana en casa.

"Mi padre nunca jugó un Super Bowl en Houston ni con los Oilers, a pesar de tantos años en la NFL. Para mi estar aquí, en casa, en apenas mi tercera temporada es algo increíble", comentó Jake de acuerdo con Carlos Nava de ESPN.

El último de los casos constituye, quizá, el más complicado en casa. Jackie Slater, un siete veces jugador del Pro Bowl y Salón de la Fama desde el 2001, tiene que apreciar lo que él no pudo sumar en sus años como profesional ya que su hijo Matthew, receptor de los Patriots, forma parte de una de las dinastías más exitosas en la historia de la liga y puede sentarse a la mesa con su anillo de la edición XLIX.

Por supuesto que Matthew también ya ha probado la amargura de la derrota en un Super Bowl, de la misma forma en que ocurriera con Jackie (XIV), pero tuvo su revancha y no la desperdiciaría. Por su parte, el otrora liniero de Los Angeles Rams tuvo un viaje y cayeron ante otra dinastía: 'La Cortina de Acero'.

El mayor de los Slater es el principal crítico del trabajo que realiza su hijo, tal y como lo apuntara el mismo Matthew, pero Jackie muestra el orgullo de ver como siguió sus pasos por los emparrillados.

"Es especial ver a tu hijo recorrer un camino que no se ve tan seguido y lucha con todo para estar por arriba del promedio. Su pasión, su talento y sus habilidades le han permitido destacar e impactar en la vida de otros y siento mucho orgullo por ello", comentó el exjugador de los Rams.

De acuerdo con datos del Salón de la Fama, al momento existen 207 combos padre-hijo que han jugado en la NFL y ahora dos miembros del recinto de los inmortales serán testigos del debut de su descendiente en el juego por el Vince Lombardi, donde una actuación sobresaliente los podría encaminar, al igual que a ellos, hacia Canton, Ohio.