NORMAN, Okla.- Se trata de una pasión que, aunque vivió una pausa de 10 años, retorna vigente y rebosante. Con la misma pasión que le permitió hace 50 años entrar al corazón de los aficionados.
Oklahoma y Nebraska jugaron este sábado una nueva edición de la que se considera una de las máximas rivalidades del futbol americano colegial.
Es así que la calurosa mañana de septiembre en Oklahoma, eleva aún más la temperatura en los alrededores del Gaylord Family Oklahoma Memorial Stadium gracias al ambiente que organizan los aficionados de los Sooners.
Todo con la intención de vivir la fiesta que significa la conmemoración del medio siglo del primero capítulo de esta rivalidad, nada menos que conocido como el Partido del Siglo.
Se trata de rendir homenaje a los gladiadores que dieron el alma en ese cotejo del 25 de noviembre de 1971, en el que estuvieron involucrados personajes del calibre de Barry Switzer, Jimmy Johhnson o Tom Osborne y los 27 jugadores que, por su calidad, llegaron posteriormente a la NFL.
¡Go Soooners!” es el grito que inunda los pasillos del estadio, un inmueble apodado el Palacio de la Pradera y que presume orgullosamente las estatuas de los míticos personajes que han portado los colores blanco y guinda.
Y es así que la banda musical, la pirotecnia y hasta la presencia de un jet militar surcando el cielo durante la ceremonia previa al juego, reafirma que Sooners y Cornhuskers son la mezcla perfecta y hace vibrar a los 84 mil 659 asistentes.
Seducidos ante la fecha, en las gradas están también presentes figuras como el ex quarterback Troy Aikman, ahora como comentarista, o el estrella de la NBA, Trae Young, un orgulloso originario de la región.
El kickoff sirve para detonar una ovación que hace retumbar el centro de la tierra y abre el telón para la batalla en el emparrillado.
Los gladiadores no desmerecen. Sooners es favorito y presume su ranking entre los mejores cinco equipos de la Unión Americana. Nebraska no se intimida y apela al corazón para ofrecer una batalla en la que siempre está abajo en la pizarra, pero no se quiebra.
Poco a poco Oklahoma impone la mejor calidad de sus jugadores y entrenadores permitiendo que la fiesta sea total en las gradas y tome como una ligera revancha de la derrota de 1971.
Un nuevo capítulo queda integrado en el libro de la legendaria rivalidad, con la promesa de que será una historia que está lejos de estar cerrada. Oklahoma y Nebraska volverán a enfrentarse para el beneplácito del futbol americano.