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Super Bowl LVI: Matthew Stafford y la confirmación de que uno es tan bueno como lo que tiene a su alrededor

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Mauricio Pedroza: Aun no se siente la semana del SB en Los Ángeles (1:50)

El ambiente es de logística por parte de la NFL, se espera que a partir del jueves comience la fiesta con la llegada de más aficionados. (1:50)

MIAMI -- Dime con quien andas, y te diré quién eres.

Hemos visto un sinfín de casos en los cuales mariscales con mucho talento llegan a una franquicia en reconstrucción, los resultados no se dan, la confianza se pierde y la carrera terminan decepcionante.

Matthew Stafford siempre ha tenido una arrogancia de brazo. Cuando estaba en la Universidad de Georgia, ya se notaba que estábamos hablando de un brazo especial, y por eso fue elegido por Detroit Lions con la primera selección general del draft en el 2009.

Llegó a un ambiente disfuncional en Detroit y siempre dio la sensación de que la carencia de éxitos colectivos no iban de la mano con el talento individual del quarterback.

Stafford jugó lesionado constantemente en Detroit, todos alegaban que era un gran compañero, nunca se quejó públicamente de la franquicia y puede efectuar todos los pases del libro, pero, ¿acaso lo sobreestimamos?

En 2014, los Lions tenían dos receptores de primera línea como Calvin Johnson y Golden Tate y su defensiva fue de las mejores de la NFL aquél año, liderada por un Ndamukong Suh que estaba en su mejor momento.

En playoffs se quedaron cortos ante los Dallas Cowboys en un partido de llamadas muy polémicas, pero estuve en el estadio de primera mano aquel día, y la ofensiva de los Lions se enfrió en los momentos más críticos.

Demasiadas veces, Stafford ha sufrido intercepciones que han sido devueltas para touchdown en momentos críticos. De hecho, Stafford totaliza 27 intercepciones que han sido devueltas para touchdown en toda su carrera, lo que lo coloca cuarto en la historia de un ranking que no quieres liderar.

En otras palabras, Stafford tuvo su responsabilidad en los Lions, pero las victorias no son una estadística individual.

Sin embargo, en Estados Unidos, se enamoran de las etiquetas, y producto de nunca haber ganado una división con los Lions, y al no haber ganado ningún partido en playoffs en su estadía en Detroit (0-3), se lo tildó como un "mariscal que no gana partidos importantes".

A mi juicio era injusto, pero no había manera de comprobarlo. Hasta ahora.

El entrenador de los Rams, Sean McVay, se topó con Stafford mientras estaba de vacaciones en Los Cabos y fue en ese momento que decidió hacer todo lo posible por hacerse con sus servicios en esta temporada baja. Dos selecciones de primera ronda, una de tercera y Jared Goff fue el precio que pagó el conjunto angelino.

A McVay no le importaban esas etiquetas, porque sabía que la mera presencia de Stafford le abría el abanico de posibilidades en el libreto de jugadas. Con Jared Goff había llegado a un Super Bowl, y con Stafford, él pensaba, podía ganarlo.

Ahora, están a un partido de lograr su cometido, pero el camino no fue tan llano como muchos esperaban.

De entrada, Stafford mostró su maravilloso brazo. En la primera jornada de acción, corrió hacia su lado izquierdo, y lanzó una bomba hacia el lado opuesto que voló 60 yardas en el aire y encontró a Van Jefferson para un touchdown de 67 yardas.

Aaron Donald tenía la boca abierta, y de inmediato sabían que tenían un mariscal especial.

Y quizás ese tipo de jugada de Stafford nubló a los Rams, y les provocó una crisis de identidad.

Los Angeles, con McVay, siempre ha sido un equipo con mucho movimiento pre-snap, haciendo énfasis en el ataque terrestre y luego brillando en el play-action.

Con Stafford inicialmente parecieron transformarse en un equipo que atacaba primordialmente desde el bolsillo, y con las lesiones de Cam Akers y luego Robert Woods, esa ecuación se complicó con el paso de las semanas.

De hecho desde la semana 9 hasta el final de la temporada regular, Stafford lanzó 11 intercepciones (tuvo 17 en la temporada) y cuatro de ellas fueron retornadas para touchdowns.

Aún así, los Rams clasificaron a los playoffs, y en el papel eran tal vez eran el equipo más completo de la liga.

Su única duda residía en la capacidad de Stafford de aparecer en todo su esplendor en momentos importantes.

Los Rams lo hicieron lanzar apenas 17 pases en la Ronda de Comodín ante los Cardinals, un partido en el cual registraron 38 acarreos, y Stafford fue eficiente y guió a Los Angeles al triunfo.

A la semana siguiente cuando el barco parecía empezar a hundirse ante los Buccaneers, fue Stafford el que apareció con pulso firme para conectarse con su objetivo favorito Cooper Kupp y colocar a los Rams en posición anotadora.

Como si fuese poco, abajo 10 puntos al inicio del último cuarto ante su némesis, los San Francisco 49ers, a Stafford nunca le tembló el pulso y lideró a los Rams a 13 puntos en esos últimos 15 minutos para que Los Angeles se transforme en el segundo equipo consecutivo en jugar un Super Bowl en su casa.

"Me dan risa aquellos que pensaban que Stafford no era un ganador", declaró el ala defensiva Leonard Floyd. "Yo diría que puso a dormir las críticas".

Pase lo que pase en el Super Bowl, Stafford ya probó haber valido el precio alto que los Rams pagaron por él.

Entiendo que si los Rams no salen victoriosos el domingo, habrá quienes digan que Goff y Stafford llegaron a la misma instancia, pero ellos asumiría, no han visto la distinta influencia de ambos.

Estos Rams, por momentos ganan gracias a Stafford. Los anteriores Rams, muchas veces, ganaban a pesar de Goff.

La NFL siempre ha sido un deporte de equipo, donde los conjuntos más completos ganan campeonatos.

El talento a veces no es suficiente, y Stafford es la clara muestra de que es muy difícil ganar en un ambiente disfuncional.

Uno es tan bueno como el equipo que tiene a su alrededor, y Stafford ha valido cada centavo que pagaron por él.