Hay una realidad, quizás empujada de forma imperceptible por la globalización o quizás tan solo producto de la evolución natural del juego y del negocio. Los clubes más importantes del mundo juegan, antes que nada, por objetivos internacionales. Las obligaciones locales no son más que un trámite burocrático antes del verdadero desafío. Por eso, la prematura eliminación de River Plate en octavos de final de la CONMEBOL Libertadores ante Internacional es más que una frustración. Es un cambio de planes indeseado y obligado.
Como Real Madrid, Manchester City, PSG, Palmeiras, Boca o Seattle Sounders, River planifica sus temporadas con la competencia continental como meta máxima. Cada temporada esto es más inobjetable y rotundo. Allí es donde se consigue el prestigio más sólido y donde, además, se recuperan y se potencian las inversiones. River contrata jugadores y gasta dinero para llegar a las instancias de definición de la Copa. Y en 2023, por segundo año consecutivo, no lo conseguirá.
Ramiro Funes Mori, Manuel Lanzini, Facundo Colidio y, quizás, Pity Martínez, fueron contratados para reforzar el plantel de cara a los cuartos de final, semis y la final de la Libertadores. No para la Copa de la Liga o las finales pendientes contra Boca. Ahora, Martín Demichelis deberá reconfigurar los objetivos futbolísticos y la dirigencia los económicos. Lo segundo es más complejo que lo primero.
Es probable que se aceleren las salidas de Lucas Beltrán y Nicolás de la Cruz, ya que sin la Copa los futbolistas también pierden su motivación principal y permanecer hasta fin de año ya no seduce del mismo modo. Por otro lado, River es el actual campeón de la Liga y la tensión competitiva tampoco es la misma semanas después de conseguir un título nacional. El resto del año tiene un aspecto cargado de apatía para River.
¿Por qué River no pudo repetir en la Libertadores lo hecho en la Liga?
River sacó 11 puntos de ventaja en el campeonato argentino y dominó sin dejar dudas. De principio a fin. Superó con claridad a la mayoría de los rivales y su éxito llegó por el propio peso de su jerarquía. Sacó una diferencia rotunda desde el juego y desde los números. Pero en la Copa no pudo igualar su dominio.
Pretender competir por el título continental con solo un punto de 12 posibles como visitante es una tarea muy difícil. Ganó los nueve en casa y allí tuvo coraje y buen juego, pero falló en todos sus partidos fuera del estadio Monumental. Los errores demostrados en Bolivia, Brasil y Perú van desde lo estratégico a lo táctico y anímico.
La CONMEBOL Libertadores es difícil. Tiene una complejidad especial, única. Hay que saber jugarla y hay que saber sufrirla. Demichelis está en su primera temporada como entrenador de un equipo de primera división y padeció la hostilidad proverbial de este torneo. Aquí sintió la incomodidad de la inexperiencia.
River tiene calidad individual y funcionamiento colectivo como para aspirar a ganar el título de América. Ese no fue el problema. Lo que no tuvo fue tranquilidad y aplomo para afrontar situaciones límite. En La Paz se fue de eje por no saber cómo lidiar con la altura, en Rio de Janeiro una expulsión lo sacó del partido, en Perú fue dominado por un equipo inferior y en Porto Alegre nunca comprendió como jugar con el resultado de la ida en su favor.
El valor de la experiencia en el fútbol suele ser elevado de forma exagerada, lo que no significa que no exista. River tiene jugadores que ya han disputado varios partidos definitorios, que saben cómo afrontar casi cualquier circunstancia. Sin embargo, el martes contra Inter no hubo reacción para cambiar a tiempo. El esquema de dos delanteros no funcionó y la salida prematura de Enzo Pérez complicó aún más los planes. Inter encontró espacios por el medio y también por los costados e hizo los méritos para ganar en los noventa minutos. El destino le dio una oportunidad más al equipo argentino en los penales, pero allí tampoco hubo respuestas.
Veinte disparos y ninguna atajada. Un penal anulado por doble toque. Un cambio de arco. Fue una tanda que quedará en la historia. En la definición, River no tuvo la suerte que sí había tenido en el partido. Y se quedó sin su máximo objetivo del año. Ahora, deberá recalibrar y encontrar motivación. No es una tarea fácil.