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Agustín Sant'Anna: el hijo de un obrero de la construcción que se crio en el humilde barrio del Cerro y llega a River

Fue testigo de la lucha de sus padres. Sintió en carne propia el dolor de tener que irse al fronterizo departamento de Artigas porque las cosas no andaban bien económicamente en Montevideo. Hijo de un obrero de la construcción, y de una ama de casa que se encargó de la crianza de seis niños, a Agustín Sant'Anna no se lo cuentan el sacrificio, lo vivió.

Siendo adolescente le costaba estudiar, por lo que tenía dos caminos: trabajar o jugar al fútbol. Dedicó su vida al deporte que amaba y hoy le regala la satisfacción de llegar a un club grande como River Plate.

La historia de Sant’Anna es como la de la mayoría de los chicos uruguayos que llegan al fútbol grande. Comenzó en el baby fútbol del club El Sauce. Al terminar esa etapa se enteró de que el club del barrio, Cerro, pedía aspirantes. Y allá fue con un grupo de amigos, como uno más.

Fue fichado en la Séptima División. Como vivía en el barrio, en una humilde casa de puertas abiertas, iba caminando a los entrenamientos.

En las formativas entrenaba en el complejo Santa Catalina donde fue testigo de algunos robos a varios de sus compañeros. Agustín no estuvo ajeno al tema de la delincuencia: “A mí por suerte nunca me pasó nada, salvo en el barrio que me hayan afanado alguna gorra desde las motos, pero nunca me quemé, es preferible quedarse tranquilo a que te den un tiro”, dijo en una nota con la web Referí.

En la Séptima División de Cerro jugó tres partidos, pero en la siguiente categoría se encontró con el técnico que le cambió el destino, Néstor Martín. El citado profesional lo ubicó de lateral.

Pero claro, como todo joven, se negó a jugar en el referido puesto y volvió al mediocampo. La rebeldía le duró tres partidos. Agustín pidió para volver a marcar la banda derecha.

Como no se llevaba con los estudios, tras repetir tres veces segundo de Secundaria, se dedicó de lleno al fútbol. Su dedicación rindió frutos porque fue preseleccionado por el técnico de la Selección Sub 17 de Uruguay, Alejandro Garay, para defender a la Celeste en dos torneos internacionales.

Antes de viajar, la directiva de Cerro le presentó su primer contrato como jugador profesional. A su regreso fue ascendido al primer equipo y terminó debutando el 4 de octubre de 2015, ante Plaza Colonia, de la mano del técnico Eduardo Acevedo. Aquella tarde le tocó marcar al demonio de Nicolás Dibble. Pero se las arregló. Cerro ganó 1 a 0.

Sus actuaciones fueron determinantes para que el técnico de la Sub 20 de Uruguay, Fabián Coito, lo incluyera en el plantel que logró el Campeonato Sudamericano de la categoría que se jugó en Ecuador en 2017.

En el año 2019 cumplió uno de los sueños de su vida al pasar a Nacional. Pero no pudo tener regularidad y su ciclo en los tricolores se limitó 827 minutos en 11 partidos, de los cuales siete fueron oficiales.

Para el siguiente año tomó la opción de salir para reconstruir su carrera y se fue a Deportivo Maldonado donde jugó toda la temporada. Su rendimiento despertó el interés de Defensor Sporting que había descendido y lo contrató con el firme propósito de regresar a Primera.

Los violetas ascendieron y Sant’Anna se quedó toda la temporada 2022 en el club del Parque Rodó.

Tras completar 61 partidos oficiales (26 en Segunda División, 33 en Primera y dos por la Copa AUF Uruguay) en Defensor Sporting, el botija del Cerro armó la valija por primera vez en su carrera y se fue a Argentina para defender a Defensa y Justicia.

En el referido equipo completó un buen año marcando incluso un golazo contra Peñarol en la Copa CONMEBOL Sudamericana.

Después de tanto sacrificio el fútbol recompensa al pibe del Cerro que, por estas horas, vive la felicidad de llegar a un grande de América como River Plate.