Estudiantes y Platense se verán las caras este sábado 20 de diciembre en San Nicolás, en una nueva edición del Trofeo de Campeones. El Calamar clasificó a esta final por haber ganado el Torneo Apertura 2025 y el Pincha por hacer lo propio en el Clausura. Este choque sirve de excusa para recordar uno de los partidos bisagra de la historia del fútbol argentino.
El año 1967 no fue uno más para la liga argentina. Hasta ese entonces, la Primera División contaba con poca presencia de ciudades grandes como Córdoba, Bahía Blanca, Mar del Plata o Mendoza, por lo que se decidió que luego del Metropolitano se dispute un Torneo Nacional, con un formato más federal e inclusivo. El primer campeonato del año también cambiaba su forma de disputa: dos zonas, primero y segundo de cada una a semis y la final definiría al ganador del Metro.
¿Cómo llegaban Platense y Estudiantes?
Platense fue la gran sorpresa al liderar la Zona B. Su delantera (Fernando Lavezzi, Gualberto Muggione, Carlos Bulla, Néstor Subiat y Luis Medina) fue la más goleadora de la fase regular, con 40 tantos. El DT era el mítico Ángel Labruna, que basaba su liderazgo en la confianza a los jugadores y la búsqueda de un juego muy ofensivo.
En la vereda de enfrente estaba Estudiantes. Dos opuestos se enfrentaban. El Pincha era un equipo trabajador, a cargo de un Osvaldo Zubeldía todavía sin títulos, pero fiel a su idea esencial: buscar las falencias del rival, ser efectivo en ataque, demorar, hablar, molestar o hacer lo necesario para conseguir la victoria. Todo esto con la base de una mentalidad fuerte y ganadora, algo que pregonaba hasta el cansancio el DT.
La semifinal del Metropolitano del ‘67
El enfrentamiento se jugaría en la Bombonera el jueves 3 de agosto de 1967 a las 21hs. Por las lluvias previas el encuentro estaba en duda, pero se disputó y fue un verdadero partidazo de principio a fin.
A los cinco minutos el Pincha se puso 1-0, pero a los 23’ Lavezzi igualó para los de Vicente López. En ese rato ya todos entendieron que las emociones no iban a ser pocas. El primer tiempo tendría otras dos malas noticias para el León: 2-1 de Bulla a los 33’ y lesión de Barale antes del entretiempo. Recordemos que en esa época solo podía reemplazarse al arquero, por lo que el equipo de Zubeldía debería disputar el resto del partido con uno menos.
Cuentan que camino a los vestuarios, Labruna les dijo a sus jugadores: “Ahora livianito, mañana nos relajamos y el sábado somos campeones”. En el vestuario rival, el entrenador formado en Vélez intentaba levantar el ánimo de sus futbolistas.
A los dos minutos del complemento llegó el que parecía el golpe de nocaut para Estudiantes: Bulla metió el 3-1. Dos abajo y con uno menos. El Racing de José ya se preparaba para medirse con los de Saavedra en la gran final.
Si esta historia se hubiese dado con el Pincha ya campeón de todo, nadie se hubiese animado a darlo por muerto, pero hasta el momento no contaba con ninguna estrella y la situación hacía ver prácticamente imposible una reacción. Afectado por el golpazo, el equipo de La Plata casi sufre el 4-1 apenas sacó del medio. Bulla se encaminaba a su triplete, pero Carlos Pachamé salvó de manera espectacular y hasta se dio la cabeza contra uno de los postes para evitar el gol.
Pero el León se despertó. Una ‘palomita’ de Juan Ramón Verón devolvió a Estudiantes al partido y a los 15’ del segundo tiempo fue Carlos Salvador Bilardo el que marcó un golazo desde la puerta del área. 3-3 con uno menos, pero con la confianza por las nubes.
A los 16 minutos sucedió una jugada que se puede decir que cambió la historia del fútbol argentino. De mínima marcó el nacimiento de una era. Hurt se quedó con un centro que cayó desde el córner, Bilardo se le acercó, le dijo algo y consiguió la reacción que fue a buscar. El arquero le pegó una patada, el Narigón se tiró y el árbitro cobró el penal que le dio la ventaja al equipo de Zubeldía. El Calamar se derrumbó anímicamente y no tuvo herramientas para conseguir el empate.
El puntapié inicial y todo lo que podría no haber pasado sin esta remontada
A los pocos días, Estudiantes goleó 3-0 a Racing en la final y se consagró campeón del Metropolitano del ’67. Se despertó el gigante que hoy conocemos y el fútbol argentino ya no volvería a ser el mismo.
Es imposible saber si Zubeldía habría llegado a ser lo que fue sin ese primer logro o si Bilardo, sin el palmarés, se lograría la confianza que después se le brindó para ser el DT que vimos. Un estilo distinto se hizo lugar en un fútbol que parecía tener a lo lírico como columna vertebral o como juzgado moral. El éxito avaló.
Además del nacimiento de una nueva manera de pensar a nuestro deporte más popular, el título del Pincha abrió el camino para otros “chicos” campeones como Chacarita, Vélez y otros tantos que vendrían.
¿Qué sería de Estudiantes sin ese campeón del Metro ’67? ¿Hubiese existido México ’86 para la Selección Argentina sin esa remontada en la Bombonera? ¿Hurt habrá pensado alguna vez lo que desencadenó su reacción con Bilardo?
