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El legado de Diego Maradona: el arquetipo del ser nacional

El 25 de noviembre se cumple un año de la muerte del máximo astro argentino Getty Images

El de Patria es un concepto difuso. Es la tierra en la que uno nace, claro, pero también es la gente que allí vive. Es su historia, pero también su futuro. Es la virtud y el defecto. Es la familia y son los amigos. Es el pueblo y el antipueblo. Es lo que fuimos y lo que podríamos haber sido. Es el héroe y el villano. O quizás no es nada de eso y es lo que a cada uno de sus hijos le pase por el alma, el corazón y la razón.

Hoy, el pueblo argentino solo tiene pena. Y por eso, la Patria es Diego Armando Maradona.

No hace falta argumentar por qué Maradona no es sólo un ídolo deportivo. Quien se quede con esa mínima porción de su figura hará un análisis incompleto y demostrará su imposibilidad de comprender a la Argentina toda. Su figura atraviesa a cada uno de los argentinos de una forma particular, única y, temeridad al margen, irrepetible. El pueblo no salió a las calles a despedir a un extraordinario futbolista. Salió a celebrar la existencia de su máximo símbolo, de su héroe mitológico. Del ídolo que supo entenderlos y representarlos mejor que nadie. Porque es uno de ellos.

"El ser nacional es, en primer término, un concepto general y sintético, compuesto por una pluralidad de subconceptos subordinados y relacionados entre sí. Es un hecho político vivo empernado con múltiples factores naturales, históricos y psíquicos, a la conciencia histórica de un pueblo", dijo Juan José Hernández Arregui en su libro ¿Qué es el ser nacional? Diego es una pluralidad de subconceptos suburdinados y relacionados entre sí. Su vida ha sido un hecho político en sí misma y hoy forma parte de la conciencia histórica del pueblo. Maradona es el ser nacional.

Cuando se profundiza sobre el "Maradona hecho social", es fácil caer en la trampa y referirse de forma automática a sus contradicciones. Pero en realidad es uno de los hombres más coherentes de su generación. Siempre, sin excepción, fue la voz del pueblo. Cuando el pueblo buscó refugio en manos frías y en cuevas oscuras, él estuvo allí. Cuando emergieron liderazgos populares, él los acompañó. Maradona tiene contradicciones, es cierto, pero son las de su gente.

Debutó en primera división en octubre de 1976, algunos meses después del golpe militar de marzo de ese año. El pueblo argentino estaba desamparado, a merced de un enemigo interno y brutal. Entonces, parió a Diego, el hijo que trajo consuelo. Su fútbol generó felicidad, primero por las canchas del país con las camisetas de Argentinos y Boca y luego, con la democracia aún en pañales, con la celeste y blanca de la Selección. En 1986, el país estaba en plena recuperación y el título en México fue el hecho que terminó de cerrar una etapa funesta e inauguró una de esperanza. Maradona fue el redentor, el que terminó de abrir las ventanas para que entrara un cacho de sol.

Por eso el Diego es la Patria. Porque es inspiración de millones de argentinos. Es fuente de regocijo. Porque no hay mejor forma de representar a un pueblo que darle felicidad. Diego les da a los argentinos y a las argentinas algo en qué creer cuando muchos habían pensado que eso ya no se podía, que no había esperanza. Con él, no hay nadie afuera del sistema. Sus goles y su zurda son para todos y todas. Para los sin cara, para los ignorados, para sus amigos de Fiorito. Él caminaba con sus pies y hablaba con su boca. Y también su arte es un regalo para los acomodados, para los meritócratas, para los beneficiados por el sistema. La Patria somos todos.

Uno de los más grandes poetas de esta tierra, José Larralde, dijo: "Más que tener país, tengo Patria. País es territorio y quizás yo jamás sea dueño del lugar que ocupen mis huesos. Patria es eternidad. El hombre a través del tiempo gana o pierde territorios. No siempre por moral si por física. En cambio ganar o perder patria es motivo exclusivo de vergüenza, de respeto, de amor. No tener Patria es no tener Dios". Patria es Diego Armando Maradona.

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