Los dos fueron futbolistas y luego hicieron su camino como entrenadores. Jürgen Klopp y Carlo Ancelotti se enfrentarán este sábado en la final de la UEFA Champions League entre Liverpool y Real Madrid en la que reeditarán lo acontecido en 2018, cuando el Merengue se impuso por 3-1 con goles de Karim Benzema y Gareth Bale, un partido definitorio rememorado por la mala actuación del arquero de los Reds, Loris Karius, que incluso le costó su lugar en el club.
La principal diferencia entre el alemán y el italiano es el camino que ambos hicieron para entrar en los libros del fútbol: en el caso de Carletto, su nombre ya estaba escrito por lo que fue su carrera como futbolista, integrando el histórico plantel del Milan de Arrigo Sacchi y defendiendo los colores de la Selección Italiana en los Mundiales de 1986 y 1990. Con la '10' en la espalda en en el mediocampo rossonero, Ancelotti se consagró bicampeón de Europa y del Mundo en 1989 y 1990. A partir de su retiro en 1992, inició una nueva etapa como asistente técnico de Sacchi y recién en 1995 agarró a su primer equipo como entrenador: el Reggiana.
Klopp, en cambio, tuvo una discreta carrera como futbolista en la que estuvo doce temporadas en el Mainz, que jugaba en la segunda división y estaba más cerca de descender a tercera que de ascender a la Bundesliga. Curioso es que quien lo catapultó a ese lugar fue el propio Klopp tras agarrar el mando del equipo, consiguiendo una hazaña nunca antes obtenida por la institución. Sin embargo, no fue fácil para Klopp hacerse un nombre en su tierra: un par de temporadas después, el Mainz descendió nuevamente y el entrenador no logró volver a ascenderlo. Renunció y agarró al Borussia Dortmund.
El resto es historia: Klopp comenzaría a sentar los cimientos de aquel histórico plantel que definiría la Champions del 2013 contra al Bayern en una inédita final alemana. La gente lo amaba y su nombre resonaba fuerte en Europa.
La carrera de Ancelotti fue más fácil -pero no por eso menos meritoria- por las puertas que se le habían abierto siendo jugador. Nació para ser ganador: luego de un pasaje por Parma y Juventus, le tocó volver al Milan, su casa, y disputar tres finales de Champions, ganando dos. Una de las derrotas más dolorosas que sufrió fue en la final con Liverpool en la que ganaba 3-0 y terminó cayendo en los penales en Estambul. Luego de esa experiencia pasó por Chelsea y PSG, en el que conquistó la Premier y la Ligue 1 respectivamente, con un aliciente que lo engrandece: eran torneos que ambos equipos no lograban ganar hacía un largo tiempo. Victorias de ese calibre construyen al personaje y Ancelotti lo sabe.
En su primer pasaje por Real Madrid encontró su lugar: volvió a poner al Merengue en la cima de Europa doce años después y le dio envión para volver a definir el máximo certamen continental. Tras deambular por Bayern, Napoli y Everton, vuelve a estar en la puerta de una nueva definición de Champions. Será la quinta final en su cuenta personal.
El caso de Klopp en Liverpool es distinto: al alemán lo trajeron los Reds para reconstruir futbolísticamente a un club que no pasaba por su mejor momento; no jugaba Champions, no tenía un gran plantel y deambulaba por mitad de tabla en la Premier League. El heavy metal alemán lo depositó en los torneos europeos y creció, hasta que llegó a la final en 2018 y cayó por 3-1 ante Real Madrid, lo que significó un duro golpe para el entrenador. Sin embargo, la temporada siguiente el equipo fue resiliente, se abrazó a la idea y volvió a definir, pero esta vez se impuso en la final ante el Tottenham, en lo que significó su primera Champions como entrenador.
Este sábado el duelo será entre dos estrategas de estilos distintos: uno más pragmático, otro con un estilo muy marcado. Si bien llegan por caminos distintos a la final, comparten similitudes: ambos van por su segunda Champions con estos clubes, ambos lograron recuperarse de golpes durísimos a lo largo de sus carreras contra los equipos que enfrentarán (Ancelotti con la final ante Liverpool y Klopp con la final ante el Madrid) y ambos lograron levantar desde lo futbolístico y lo místico a clubes "dormidos" de Europa.