En una grandiosa e histórica actuación colectiva de Manchester City, los extremos Bernardo Silva y Jack Grealish se destacaron y fueron las usinas de juego del equipo inglés, que venció 4-0 a Real Madrid y se clasificó a la gran final de la UEFA Champions League, que jugará ante Inter el 10 de junio en Estambul.
El conjunto dirigido por Josep Guardiola fue muy superior al de Carlo Ancelotti desde el comienzo del partido en el estadio Etihad. Su victoria nunca corrió peligro y justificó la ventaja con una verdadera exhibición de juego.
Aunque el nivel colectivo fue muy alto y parejo, Silva y Grealish brillaron especialmente y desde su desequilibrio individual se gestó la clasificación ciudadana a su segunda final continental.
El portugués no solo fue el autor de los dos primeros goles, sino también un verdadero dolor de cabeza para Eduardo Camavinga. Gambeteó, llegó vacío a posición de gol, se asoció con los mediocampistas y también retrocedió las (pocas) veces que el juego lo necesitó.
Por su parte, el número diez tuvo su partido consagratorio en el City, justo cuando más se lo requería. El jugador de los 100 millones fue imparable para Carvajal. Desde su talento y velocidad, el conjunto inglés encontró soluciones ofensivas por fuera y también por dentro.
Ilkay Gündogan también brilló desde el centro del campo y Rodri fue importante en el comienzo del partido, pero los jugadores de banda, que en realidad son mucho más que eso, fueron las claves del equipo de Guardiola en una verdadera exhibición de fútbol que lo depositó en la final de la Champions.