BARCELONA -- “Todos nos quedamos con la espinita de la Champions por cómo fue la eliminación; así que prometemos que haremos todo lo posible para que esa copa tan linda y tan deseada por todos vuelva a estar en el Camp Nou”. Así se presentó en agosto Leo Messi ante los aficionados, con un discurso que sorprendió por su claridad y su ambición. Le bastó un partido para trasladar las palabras a los hechos.
Messi tiene hambre de Champions y por ello es capaz de arrastrar a todo el barcelonismo tras de él para cabalgar hacia ese sueño. Lideró con tanta audacia como majestuosidad una goleada que a la media hora de partido pocos podían esperar, contemplando el descaro y prestancia de un PSV que llegó a avisar hasta en tres ocasiones a Ter Stegen.
Ahí debió pensar Leo que tenía que actuar. Y a la primera oportunidad que tuvo respondió al reto como mejor sabe: clavando un gol tan excepcional como providencial. Cuando Viergever derribó a Dembélé en la frontal del área Van Bommel, en la banda, no pudo evitar una mueca de asombro y enfado. Si se supone que avisó el entrenador holandés de la necesidad de evitar faltas por aquella zona, su central no pudo responder de peor manera y no extrañó la reacción del ex jugador del Barça, temiéndose lo peor.
Había mantenido el tipo media hora el PSV y sin darse cuenta ya estaba por debajo en el marcador. Messi quiere la Champions y a falta de cualquier argumento colectivo tuvo que sacarse de la chistera un lanzamiento de falta marca de la casa.
A partir de ahí las cosas fueron más cómodas para el Barça, que acabó disfrutando en la segunda mitad de un estreno feliz y dichoso, convirtiendo su presentación en la primera goleada del curso europeo y siempre apoyado en la magnificencia de su capitán.
Messi no prometió el título tal cual pero sí dejó constancia a mediados de agosto que esta temporada no habría excusa a la que agarrarse y que el equipo, con él al frente, pelearía en cada partido como si no existiera un mañana para conseguir la gloria. Y de buenas a primeras trasladó su discurso al fútbol.
Con Messi nada se aventura imposible.