LIVERPOOL - En Liverpool hay dos figuras conocidas por manejar los hilos fuera de los escenarios, por estar en una segunda línea, no acaparar los focos y ser artífices en la sombra. Una es la de Brian Epstein, el malogrado mánager de los Beatles; el otro tiene el pelo rubio, lleva gafas y gorra, y responde al nombre de Jürgen Klopp.
Instantes después de completar una de las mayores remontadas de los últimos tiempos, Klopp advertía a la prensa mundial. "De haber sabido que en Anfield había este ambiente, hubiera firmado dos contratos en vez de uno", expuso el alemán.
Para él, Liverpool, como para cualquier aficionado de fútbol que se aprecie un poco, no era desconocido cuando dirigía al Maguncia o al Borussia Dortmund.
Para Epstein, la revelación de los Beatles fue mucho más sorprendente. El productor, propietario por entonces de una tienda de discos y columnista en un diario de Liverpool, acudió a ver a un grupo al Cavern. El club, situado en la escueta y magnífica Matthew Street de Liverpool, era uno de los sitios preferidos de unos Beatles que aquella noche actuaban, pero aún alejados de la gloria que les esperaría años después.
Epstein, seis años mayor que Lennon y fuera de lugar en un local casi juvenil como el Cavern, reservado a las greñas y al pisoteo, quedó impresionado por la interpretación del cuarteto, aún con Pete Best en la batería.
Cuando Klopp llegó a Anfield, lo hizo a un equipo muy diferente al que hoy en día se pasea por Europa. Aterrizó tras la salida de Brendan Rodgers, con la marcha de una de las grandes esperanzas del club, Raheem Sterling, con una retahíla de jóvenes promesas con mucho que demostrar como Jordan Henderson, Roberto Firmino y Philippe Coutinho y con una defensa que, como los Beatles, pedía a gritos "Help!" (Ayuda).
Epstein quedó rápidamente encandilado por unos jóvenes de Liverpool que fumaban y mascaban chicle sobre el escenario, costumbres que el mánager erradicó. Klopp amarró un equipo situado más allá de la décima posición y lo llevó a la final de la Liga Europa y de la Copa de la Liga. Epstein le dio a Lennon, McCartney y compañía sus característicos trajes y los paseó en busca de una oportunidad discográfica. Klopp dio esperanza a una ciudad que no celebra una liga desde hace treinta años.
Virgil Van Dijk fue rechazado por el Ajax de Amsterdam cuando militaba en el Groningen, Mohamed Salah salió por la puerta de atrás del Chelsea. Los Beatles sufrieron rechazos en las grandes discográficas del país. Fue EMI la que recomendó al cuarteto probar fortuna en el pequeño sello Parlophone, dirigido por George Martin. Más de 600 millones de discos vendidos, 27 números uno y 21 gloriosos discos justificaron el riesgo de Parlophone.
Klopp trajo a Van Dijk por lo que pareció una burrada de millones a Anfield, firmó a Salah antes de que su precio se disparase, le dio la enésima oportunidad a Shaqiri, confió en Divock Origi cinco años después de que se le colocara el cartel de promesa. Dos finales de 'Champions', una de Europa League y quizás una Premier League justificaron el riesgo del germano.
Genio del marketing en una época donde esa palabra ni existía, Epstein embarcó a los Beatles en la aventura estadounidense cuando ya eran más que unas estrellas. Meses después del lanzamiento de 'I Want to Hold Your Hand', The Beatles, ya con Ringo Starr y sin Best, pisaron territorio americano y Epstein les colocó delante de todos los televisores. El show de Ed Sullivan pagaba cerca de 75.000 dólares por actuación en el programa. Epstein planificó tres actuaciones por un total de 10.000 dólares. El dinero daba igual, total, como ellos dirían, no se puede comprar amor con él.
Los 'Fab Four', con una estrategia certera, se plantaron en las televisiones de más de 73 millones de personas.
Incalculable es la gente que este martes vivió cómo el Liverpool de Klopp ensombreció al Barcelona clavándole un 'Twist & Shout' en forma de 4-0.
No lo son las 54.000 gargantas que entonaron el 'You'll Never Walk Alone' como si se trataran de adolescentes inducidas por el encanto de John, Paul, George y Ringo cuando los primeros acordes de 'All My Loving' comienzan a puntear.
Epstein llevó de la mano a los Beatles camino de una gloria imborrable que de una manera u otra quedó marcada y quizás sentenciada cuando el mánager murió por sobredosis el 27 de agosto de 1967.
Klopp tomó un Liverpool en las cavernas y lo sacó a la luz.
"Si hay un quinto Beatle, ese es Brian", reconoció McCartney años atrás.
Si hay un Brian en este Liverpool, ese es Klopp, reconoció Anfield.