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Suárez explota en la gran noche de Arturo Vidal

Suárez y Vidal evitaron que el club blaugrana viviera una tragedia. AFP

“Para eso están los minutos de descanso, para corregir errores y cambiar las cosas” solventó, serio y decidido, Luis Suárez a los micrófonos de Movistar al acabar el partido cuando se le inquirió por el cambio de imagen del Barcelona entre la primera y la segunda mitad. Acertó el uruguayo, al 100, en ese simple análisis que descubrió la mano de Valverde en el camerino, después de un primer acto que rozó la tragedia para convertir el segundo en una fiesta.

Luis Suárez fue el estilete de un Barça necesitado de recuperar la autoestima en el césped y fuera de él después de días convulsos, con el vestuario por un lado, la directiva por otro, la prensa dividida y el aficionado incrédulo ante una situación de divorcio tan sospechado como negado por todos. La gente, el hincha, quería, quiere, solamente disfrutar de su equipo y acabó entregado a él al contemplar como tiró de orgullo y de rabia en la segunda mitad. Y se entregó a ese uruguayo que sabe está y estará en la diana de la crítica… Pero que hoy, ahora, está en el trono.

Él, Suárez, y Arturo Vidal, catapultado por accidente y que demostró que tiene mucho que dar a este equipo, más allá, también, de críticas en ocasiones sin sentido desde un entorno que parece pagar con él la poca contundencia futbolística general del equipo. Valverde, ágil y certero, solventó dar entrada al chileno al poco de comenzar la segunda mitad, varió el dibujo, desapareció el mediocentro con la marcha de Busquets y convirtió el partido en un atropello sobre un rival al que se le acabó la ambición y acabó rendido.

Arturo Vidal comenzó con el turbo puesto, agobiando aquí y allá, incansable, en ocasiones pareciendo descabezado pero siempre dispuesto. Le pidió hasta cinco veces, cinco, perdón a Lionel Messi por estorbarle y quitarle un balón franco en el frontal del área… Y supo hacerse perdonar porque su empuje fue el que catapultó y cambió la cara al Barça.

Su empuje y la rabia de Luis Suárez. Autor de solo dos goles en las dos últimas temporadas continentales, el uruguayo seguirá con la asignatura pendiente en los campos de Europa. Tendrá su nuevo examen en Praga… Pero este miércoles ya dio dos golpes encima de la mesa. Una volea soberbia y un remate envenenado tras un control orientado y magnífico en el área valieron los dos goles de la resurrección a un Barça que pasó de la pesadilla al éxtasis en una noche de Champions majestuosa.

Antonio Conte demostró el carácter que tienen sus equipos y se fue al descanso provocando toda clase de elogios. Ernesto Valverde, mucho menos impetuoso en la banda, movió las teclas necesarias en el vestuario, al descanso, para cambiar el partido. Y entre la rabia de Arturo Vidal y los goles de Suárez el Barça resurgió a lo grande.

Con ellos dos, sí… Y con el liderazgo recuperado de Messi, el fútbol de etiqueta de De Jong, el toque de Arthur, la entrega de Semedo… Y la confianza de un Barça dispuesto a seguir dando que hablar en Europa.