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Se cumplen 34 años de la noche mágica de Pichi Alonso con el Barcelona

BARCELONA -- “Pues sí. Si hubiéramos caído en los penaltis, habríamos quedado bien en el recuerdo y en cambio pasamos de ser un equipo que habría sido referencia en la historia del club a ser un equipo maldito”. Son palabras de Pichi Alonso, futbolista del Barcelona entre 1982 y 1987 y que entre abril y mayo de 1986 disfrutó del cielo, y padeció el infierno.

Campeón de Liga en la temporada 1984-85, el Barcelona regresó a la Copa de Europa (que solo disputaban en la época los campeones ligueros de cada país), con el reto de conquistar un trofeo que se le había escapado en la final de 1961 y del que se había despedido en las semifinales de 1975. Al cabo de once años el equipo dirigido por Terry Venables y liderado por Bernd Schuster soñaba con aquella gloria, que se le escapó en una fatídica tanda de penaltis el 7 de mayo de 1986 en Sevilla.

Pero antes de llegar a Sevilla, a aquella noche terrible, el Barça transitó por el torneo con el susto en el cuerpo a cada eliminatoria. Comenzó eliminando al Sparta de Praga gracias a los goles en campo contrario (1-2 en Praga y 0-1 en el Camp Nou), siguió de la misma manera con el Porto (2-0 en el Camp Nou y 3-1 en Das Antas) y gracias a un gol con la oreja de Archibald en Turín descabalgó a la Juventus, en ese momento campeona. Y llegó a las semifinales para aumentar más si cabe el dramatismo.

Este 16 de abril se cumplen 34 años de la legendaria noche en que Pichi Alonso anotó un hat-trick con el que el Barça consumó su enésimo milagro, empatando el 3-0 con que el Göteborg de Suecia le había batido en el partido de ida para forzar la prórroga, llegar a los penalties y clasificarse para una final que acabó siendo maldita, derrotado el equipo azulgrana en una tanda terrible en Sevilla por un Steaua que apenas era considerado un invitado a la fiesta barcelonista.

Aquella fiesta acabó en drama, posiblemente el mayor de la historia del club azulgrana que, al cabo de 34 años, apenas si la mantiene en la memoria. “Aunque la gente habla de Liverpool o Roma está claro que aquello lo supera todo”, refiere Pichi, en conversación con ESPN Digital y protagonista de aquella remontada del 16 de abril de 1986 que sí pasó a la historia.

“Cada vez que el Barça tiene por delante un partido en el que necesita remontar me preguntan por ello. Las sensaciones, cómo preparamos el partido, cómo se planteó”, confirma el hoy comentarista televisivo y que recuerda, “nítidamente” aquella noche tan especial.

“Nos sorprendieron en la ida, pero eran un equipo sin mucha experiencia a nivel internacional y menos aún de jugar en un estadio tan grande como el Camp Nou, lleno, con el ambiente que se esperaba, y que hubo, con la presión. Salieron descarados, pero pronto se echaron atrás”, explica de un partido en el que “poco nada” imaginaba que acabaría siendo su noche más destacada en el Barça.

“Pensábamos en marcar pronto, llegar al descanso con un 2-0 que les dejase muy tocados, sobretodo que no nos marcasen y rematar después”. Esa era la idea. No fue tan simple, no. “Marqué rápido el primero, pero luego costó horrores. Incluso les anularon un gol en la primera parte y la cosa se torció”.

“El ambiente ya había decaído, la gente se dejaba ir porque parecía imposible después de casi 20 minutos de la segunda parte sin ocasiones, sin peligro, sin nada. Y de pronto todo”, rememora Pichi.

“Pegó un pelotazo Migueli, le gané la espalda a la defensa y marqué por bajo al entrar al área el 2-0. Fue un subidón y poco después metí el tercero, rematando de cabeza, en una postura extraña, un centro del Lobo Carrasco”. El Barça, Pichi, había empatado la eliminatoria y volvía a soñar con la final.

Y se clasificó en la tanda, en la que Carrasco falló su lanzamiento pero Urruti atajó el que era definitivo a Nilsson antes de que Víctor marcase el decisivo. “Si Urruti no para ese penalti. Pues caes con honor. Eso es lo que varias veces hemos hablado, claro, porque te habrías evitado aquella tragedia de Sevilla”, conviene Pichi Alonso, quien sin embargo mantiene fresca la dulzura de aquel 16 de abril.

El Camp Nou enloqueció con los goles de Pichi, la parada de Urruti y el último penalti de Víctor, abrazado por todos. Incluido un recogepelotas llamado Pep Guardiola.