El inexorable paso del tiempo va consumiendo la llama. El fuego se apaga lentamente. Mirar atrás implica apelar a la nostalgia de lo vivido. Mirar hacia adelante genera respeto y admiración. Hay hechos que valen más que mil palabras. La forma en que lo abrazan y le ponen la cinta de capitán sus compañeros, es elocuente.
El simple hecho de que los uruguayos que se sientan frente al televisor a ver a Uruguay estén esperando o pidiendo que lo pongan, implica algo.
Luis Suárez traspasó un umbral. Pasó a ser de la gente. Se transformó en el jugador del pueblo. Y por estas horas su presencia en la Selección genera cosas tan increíbles como reales.
Se jugaban 72 minutos del partido que Uruguay ganaba ante Bolivia, por la segunda fecha del Grupo C de la Copa América, cuando el público uruguayo que colmaba el MetLife Stadium de Nueva Jersey empezó a pedir al Pistolero a coro: “¡Ole, ole, ole, ole! ¡Lucho, Lucho!”. Y como a Bielsa no se le movía un pelo, siete minutos después la gente volvió a clamar: “¡Suárez, Suárez!”.
El técnico de Uruguay admitió que, lejos de molestarle la situación, “es un reconocimiento absolutamente merecido por la trayectoria de Luis Suárez”.
Por lo que a los 83 minutos lo mandó a la cancha. Ahí se generaron dos muestras de admiración. Apenas lo vio parado en la línea para ingresar, Federico Valverde se sacó la cinta de capitán y se la dio a Facundo Pellistri que, presuroso, corrió hasta el lugar y antes que Luis entrara al campo de juego le puso la cinta en su brazo.
Cuando Darwin Núñez, que era el jugador sustituido, quedó frente a Luis Suárez, chocó palmas y le dio un significativo abrazo, cargado de emoción.
Luis se dio cuenta de todo eso… “Hay muchas anécdotas y cosas que estoy viviendo que las contaré después porque son increíbles. Sacando a algunos, a muchos les saco diez años de diferencia. Manu Ugarte es del 2002 y yo debuté en 2007 acá”, comentó recientemente el 9 de la Celeste.
Hace unos días, sus compañeros le rindieron un homenaje tras haber alcanzado 140 partidos con la Selección uruguaya.
El plantel le regaló una camiseta alusiva al hecho. El encargado de entregarle la blusa fue su sucesor, Darwin Núñez, que antes de comenzar la Copa tuvo el gesto de dejarle la camiseta número 9 a Luis y jugar con la 19.
El Pistolero publicó una divertida ‘advertencia’ en sus redes sociales tras alcanzar los 140 partidos diciendo: “¡Feliz de lo logrado y de poder compartirlo con esta banda!”. Y advirtió: “Tranquilos que alguno más voy a sumar, eh”.
Posteriormente agradeció el gesto a través de un video institucional: “Quería agradecer a toda la gente que ha mostrado mucho cariño en los últimos días por haber cumplido 140 partidos en la Selección, lo que es un orgullo. Estoy disfrutando el momento, tratando de sumar en lo que pueda y espero poder cumplir algún otro partido más. Les mando un abrazo grande, muchísimas gracias y vamos arriba Uruguay”.
Luis vive su última Copa América disfrutando desde otro lugar. Recibe innumerables muestras de cariño de la gente y sus compañeros.
“A medida que te hacés más grande lo disfrutás más. Ya sea jugando mucho o poco, uno lo disfruta porque sabe que la llama del fútbol se va apagando de a poco. Hay que disfrutar de esto, de este grupo maravilloso que me trata de la forma que me trata. Soy uno más acá, acepto todas las jodas sin problema y me gusta que sean así, que no estén cohibidos con nada. Los que no jugamos lo tenemos que vivir de la misma manera. Hay que entrenar, y no enojarse porque no jugás, tratar de estar anímicamente bien es importante en una convivencia larga como esta”.
Luis está recogiendo la cosecha de su siembra. Respeto y admiración de propios y extraños. El Pistolero traspasó un umbral. Pasó a ser de la gente.