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El River copero apareció cuando más lo necesitaba: tuvo carácter y actitud para ganarle a Fluminense

Era la primera parada brava de verdad para el River de Martín Demichelis en la CONMEBOL Libertadores. Un rival, Fluminense, ante el que había sufrido la peor derrota del ciclo hasta ahora. Y la necesidad imperiosa de ganar para no despedirse en fase de grupos. Un escenario de gran complejidad que superó con autoridad, actitud y carácter. Aquel gran equipo copero de Marcelo Gallardo se puede ver reflejado en la actuación de la noche del miércoles en el Monumental.

Lo primero que se necesita para afrontar este tipo de situaciones límite es decisión. En cada pelota. En cada pase. La Libertadores presenta una dificultad extra y por eso no se puede titubear. River tuvo fallas, claro, pero salió a jugar desde el primer minuto con la decisión de ir a buscar la victoria. Y por eso no se llenó de dudas después de irse en cero al descanso. Y por eso marcó el gol al comienzo del segundo tiempo.

El combustible de esa decisión es la actitud. El carácter. También lo tuvo. Para plantarse en campo rival y para atropellar ante cada salida se Fluminense.' Para presionar y para retroceder. A veces de forma descoordinada, pero siempre con valentía. La Copa Libertadores debe jugarse de ese modo y más aún cuando no hay margen de error.

Los puntales de este River aguerrido, corajudo y decidido fueron Rodrigo Aliendro, Nicolás De la Cruz y Esequiel Barco. Sin el líder futbolístico y espiritual Enzo Pérez, los mediocampistas tuvieron que hacerse dueños del partido. Y lo hicieron. Marcaron la salida de la pelota pero sobre todo el lugar en donde el equipo se paró. Su desgaste fue la clave para que River casi en ningún momento del encuentro pareciera un conjunto cansado.

El gol de Lucas Beltán llegó en una de las pocas jugadas en las que encontró al Flu en inferioridad numérica al retroceder. Un anticipo celestial de Leandro González Pirez encontró a Barco, quien condujo muy bien y habilitó a Lucas Beltrán, el goleador que venía con problemas de definición pero se destapó cuando más se lo necesitaba. También en el gol se vio la actitud decidida. Para cortar abajo con fuerza y para jugar hacia adelante.

Después, por lógica, el visitante intentó sostener la posesión y River entonces tuvo que aguantar de otro modo. Ya no tan lejos de Franco Armani. A pesar de que Fluminense nunca terminó de plantarse en ataque y fueron intentos aislados, el equipo de Demichelis sí se vio obligado a sumar jugadores en zona defensiva. A ocupar espacios. Y también sacó adelante esa circunstancia, con algo de suerte y un guiño arbitral por un penal no cobrado por mano de Pirez.

Por supuesto, el esfuerzo trajo consecuencias. Ignacio Fernández y Pablo Solari salieron con molestias y Beltrán y De La Cruz agotados. El final del partido, sin ellos que habían sostenido al equipo, fue angustiante, aunque José Paradela entró con una frialdad muy necesaria. El equipo tuvo errores defensivos propios de la tensión e indecisiones en ataque fruto del apuro y la ansiedad. Pero las superó y al final encontró premio con una gran acción invidual de Barco, quien quizás jugó su mejor partido en el club.

En la noche más caliente del semestre, River demostró lo necesario para superar una situación límite y ahora depende de sí mismo para alcanzar los octavos de final. No es poco después de una fase de grupos tan exigente.