Con la idea de siempre, esa de tener la pelota para atacar. Con la pasión y los conceptos claros que incorporó como futbolista y aplica como director técnico. Con el convencimiento al jugador como bandera. Así, Gabriel Milito está donde nunca había estado: en la final de la CONMEBOL Libertadores. Su equipo, Atlético Mineiro, se enfrentará a Botafogo este sábado 30 de noviembre en el Estadio Monumental de Buenos Aires en un partido que se podrá ver en vivo por Disney+.
Milito intentó en cada equipo que dirigió -Estudiantes de La Plata, Independiente, Argentinos Juniors, O'Higgins y Atlético Mineiro- instalar un precepto fundacional: la posesión del balón es la herramienta principal para construir el juego y conseguir resultados. Eso no significa que ese sea el único camino, sino el preferido. Fue una enseñanza que recibió de los entrenadores que marcaron su carrera como jugador: César Menotti, José Pekerman, Marcelo Bielsa y Pep Guardiola.
"Los pases tienen que servir para algo. Podés tener la posesión, pero si no pateás al arco no me gusta. Tener la pelota para dominar, sí. Pero si no sabés qué hacer con ella, es mejor que la tenga el rival", explicó Milito en una extensa entrevista en Clank!.
Atlético Mineiro tuvo, hasta llegar a esta final de la Libertadores, el segundo mayor porcentaje de posesión de la pelota (63,9%) entre todos los equipos participantes de la Libertadores 2024. Y fue, por amplio margen, el equipo en el que los jugadores compartieron más el balón (6665 pases).
Como exige su entrenador, el Galo utilizó la pelota para generar riesgo en el arco rival: creó 116 oportunidades de gol, solo superado por River Plate (147) y Botafogo (122). Y el equipo de Milito es el que más goles convirtió en el torneo: 21 en 12 partidos.
Gaby es un ganador. Lo fue como jugador y lo busca como director técnico. Le duelen mucho las derrotas, le cuesta digerirlas. En su currículum como DT, recorrido que comenzó en 2015 en Estudiantes, solo tiene un título: el Campeonato Mineiro en 2024. La caída en la final de la Copa Brasil contra Flamengo fue un llamado de atención. La Copa Libertadores es el gran anhelo de Milito.
Obsesivo de la táctica, está pendiente de cada detalle y no deja nada librado al azar. La idea de Milito se basa en el juego posicional. Analiza exhaustivamente cómo juega el rival: cómo presiona, cómo defiende, cómo se ubica sin la pelota, cómo ataca, cómo inicia, cómo progresa y cómo finaliza. Gaby busca los patrones que se repiten en el adversario y a partir de allí piensa en los posicionamientos de los jugadores propios, más allá de la idea de juego que es una constante. Las tareas a realizar en cada semana se enfocan en el equipo a enfrentar y así traza el plan de juego. También tiene en cuenta características individuales de jugadores rivales y ahí puntualiza con algún futbolista propio a quien le sugiere qué debe hacer en ese partido para potenciarse y aprovechar falencias del contrincante. El trabajo de los analistas de video y de los asistentes del cuerpo técnico es fundamental para marcar el rumbo de sus decisiones.
"Sé que la perfección no existe, pero voy detrás de ella", resaltó Milito.
La obsesión por su trabajo pulió las ideas y mejoró los desempeños. Después de tres experiencias en la Libertadores con eliminaciones en octavos de final, Gabriel llegó hasta el último partido. Atlético Mineiro es, sin dudas, el mejor equipo de la Copa. Le falta dar el último paso, el más importante.
La cercanía de Milito con los jugadores y el convencimiento como premisa
En los instantes finales del partido de vuelta de las semifinales contra River en el Monumental, los jugadores que estaban en el banco de Atlético Mineiro le tiraron agua a Milito. El pasaje al encuentro cumbre ya era un hecho y el entrenador argentino festejó con sus dirigidos como un par. No había distancias, más allá de los cargos y responsabilidades.
Esa cercanía con los futbolistas es una característica sobresaliente en la trayectoria de Milito como director técnico. Desde su inicio como entrenador en 2015, a los 34 años, edad a la que podría haber seguido jugando si las lesiones en la rodilla derecha no lo hubieran maltratado tanto, Gaby buscó tener un vínculo muy próximo con sus dirigidos.
"Estoy muy cerca del jugador. Estamos para ayudarlos, eso es lo primero que digo cuando llego a un club. Son personas antes que jugadores de fútbol", enfatizó Milito.
Es frontal, directo. No tiene misterios y se gana el respeto de los futbolistas. Tanto en Argentina, como en Chile y en Brasil. A los que más les exige es a los experimentados. Y les da tiempo y espacio a los jóvenes, les tiene paciencia.
Gaby se enfoca en que sus ideas lleguen a los jugadores por convencimiento y no por imposición: "No obligo a nadie a hacer algo que no quiera, lo que busco es convencerlos. Creo mucho en lo que siento. Sé que no es la única manera, pero tenés que trabajar y buscar lo que más te gusta".
Además de las obligaciones, la pasión es innegociable para Milito: "No convivo con jugadores que no amen la profesión. Eso significa privarse de cosas que nos gusta hacer, pero no podemos. Hay cuestiones que se entienden y uno abraza al jugador. Al que tiene rebeldía, pero un corazón noble, lo quiero siempre conmigo. En otras situaciones, si se habla y no da resultado hay que tomar otro tipo de decisiones".
Si debe marcarles errores a los futbolistas, lo hace sin rodeos. Y si debe asumir los propios, se hace cargo. "Soy muy autocrítico y un inconformista total. Cada vez que erro les digo a los jugadores que me equivoqué. Y luego les explico por qué. Somos un equipo y todos queremos lo mismo. Los errores deben servir para mejorar", dijo el DT.
En su relación con los integrantes del plantel y en su desarrollo personal, para Milito es muy importante Patricio Morales, el psicólogo deportivo con el que trabajó en Argentinos Jrs. y hoy lo acompaña en Atlético Mineiro.
El aprendizaje como jugador y su aplicación como entrenador
Independiente es el club al que Milito lleva en el corazón. Allí debutó como futbolista en 1997, y fue capitán y campeón en el Torneo Apertura 2002, el último título local que ganó el conjunto de Avellaneda. Finalizó su carrera en el Rojo en 2012. También tuvo un período como director técnico en 2016.
Gaby conserva como un tesoro el apoyo que le brindó Menotti en el comienzo de su carrera. "En 1998, perdimos 4-1 con Estudiantes como visitantes. Jugué como lateral izquierdo y fui un desastre, hice todo mal. Al entrenamiento siguiente, en una reunión individual, el Flaco me dijo que me iba a tocar volver a jugar mal, que pasaría pocas veces, y que no sabía con qué formación íbamos a jugar el siguiente partido, pero que el único que tenía un lugar asegurado era yo. Luego lo dijo delante de todo el plantel. Me dio toda la confianza. ¿Cómo no dar todo por un entrenador que te respalda? Ese fue un aprendizaje para mi carrera como director técnico. Es algo que no se olvida", recordó Milito.
Cuando a Gabriel le tocó ser el DT de Independiente, hizo debutar a Esequiel Barco, quien tenía apenas 17 años. En uno de sus primeros encuentros, el talentoso mediocampista ofensivo perdió la pelota en varias oportunidades y sus compañeros más experimentados se lo reprocharon. En la práctica siguiente, Milito aplicó lo aprendido dieciocho años antes. "El que más derecho tiene a equivocarse es Barco. Se va a seguir equivocando y no quiero escuchar reproches hacia él", dijo el entrenador en una charla con los jugadores. Le dio tranquilidad al pibe.
Pep Guardiola, el gran maestro de Milito como director técnico
"Algo que aprendí de Guardiola es a defender mientras se ataca. Pep es un fanático del ataque, pero también de la defensa, por esos sus equipos son los menos goleados. Asume riesgos que no asume casi nadie. Además de tener muy buenos jugadores, él tácticamente es el Messi de los entrenadores", detalló Milito en la entrevista en Clank!.
Pep dirigió a Gaby en Barcelona entre 2007 y 2011. Esa fue una masterclass para el marcador central que ya vislumbraba un futuro como director técnico. Mejoró sus conocimientos de táctica y estrategia. Aprendió de planes de entrenamiento y de metodologías de conducción de grupos. Los cuatro años con Guardiola significaron la formación definitiva del Milito DT.
La valoración que tenía de Milito el entrenador catalán hizo que en 2009, antes de la final del Mundial de Clubes contra Estudiantes, le pidiera al defensor que les explicara a sus compañeros del Barça cómo debían afrontar un partido así contra un equipo argentino. También le solicitó que marcara detalles tácticos del conjunto que dirigía Alejandro Sabella.
"No distinguimos partido de local o visitante, sí la manera en la que queremos jugar cada partido. Pero la esencia es una: queremos tener el balón, que el rival corra atrás de la pelota, atacar todo lo que podemos y presionar para recuperarla lo más cerca posible del arco rival".
Lo dijo Milito, pero lo podría haber dicho Guardiola.
La Copa Libertadores, una tarea difícil para los entrenadores argentinos en el exterior
No es habitual que un director técnico argentino llegue a la definición de la Copa Libertadores con un club de otro país. Milito es el décimo que lo consigue.
De los nueve anteriores, solo dos se consagraron campeones: Nery Pumpido con Olimpia de Paraguay en 2002 y Edgardo Bauza con LDU de Quito de Ecuador en 2008.
Gabriel Milito desea ser el tercero. Tiene argumentos que lo avalan para ganar la final de la Libertadores con Atlético Mineiro: sus pasiones y obsesiones como entrenador.