JOHANNESBURGO (Enviado especial) -- Cuando clavó ese derechazo bajo y cruzado que no pudieron detener ni Van der Vaart ni Stekelenburg, miró hacia atrás y, con el aval del línea, salió a celebrar. Mientras corría hacia el banderín de corner izquierdo, tuvo un gesto instintivo. Se sacó la camiseta azul y mostró una remera blanca, con la leyenda: "Dani Jarque, siempre con nosotros".
En ese instante, el más feliz de su carrera como futbolista, no importó que se le hayan cruzado miles de sentimientos simultáneos. Tuvo la lucidez, la misma que muestra en la cancha, para homenajear a un amigo.
Dani Jarque falleció el 8 de agosto de 2009, luego de perder el conocimiento en la concentración del Espanyol. "Creo que nos ha dado fuerza a todos. No pude rendirle un homenaje en su momento y pienso que esta era la oportunidad para hacerlo", confesó el crack del Barcelona.
Después del salto y la montonera de sus compañeros, quedó acostado, boca arriba, tratando de levantarse y reponerse, para afrontar los últimos cuatro minutos que lo separaban a él y a su selección del sueño máximo de cualquier país futbolero.
EL CEREBRO DEL EQUIPO
Andrés Iniesta Luján nació el 11 de mayo de 1984 en Fuentealbilla. Fue precisamente en el torneo de Brunete, en el que jugaba para Albacete, donde Barcelona lo descubrió a los 12 años.
Debutó oficialmente con la camiseta blaugrana en octubre de 2002, en un partido en el que el conjunto de Louis van Gaal venció a Brujas por la UEFA Champions League. Su primer título fue la Liga 2004-05. Y su consagración personal llegó en la 2005-06, con la obtención del título local y la Liga de Campeones.
Ya sea por el centro o por izquierda, el Cerebro es vertical, tiene un buen remate, se saca hombres de encima y por su enorme visión de juego, hace lucir a sus compañeros. Su palmarés incluye 12 trofeos con el Barsa, la Euro 2008 y ahora el Mundial 2010. Además fue campeón europeo con la Furia en Sub 16 y Sub-19 y finalista del Mundial Sub 20 de 2003. Nada mal ¿no?
Carles Puyol, Cesc Fábregas y Gerard Piqué interrumpieron, botella de cerveza en la mano, la conferencia que estaba brindando el Man of the match en la sala de prensa del Soccer City. Durante un minuto, sus compañeros le gritaron al número 6 que merecía el Balón de Oro, finalmente obtenido por Diego Forlán. Iniesta formó parte de los 10 candidatos pero no quedó entre los tres más votados.
En Sudáfrica, el pequeño gigante de 1.70m. y 65kg. jugó 557 minutos en seis partidos, anotó dos goles (el anterior a Chile), realizó 11 disparos, cinco de ellos al arco, sufrió 26 faltas, no vio ninguna tarjeta, dio 382 pases con un acierto del 73%, y recorrió 66,08m. con una velocidad máxima de 24,83 km/h. para demostrar que su mayor rapidez es la mental.
A los cuatro del primer tiempo suplementario, le dio un pase genial a Cesc, que desperdició un mano a mano con Stekelenburg. Y en el minuto 116, el hombre del Arsenal devolvió gentilezas y dejó a Iniesta en posición de definición para el cuarto 1-0 seguido en fase final, que consagró a España.
Cuando el árbitro Webb pitó el final del suplementario, Iniesta se arrodilló en el césped y tiró su cuerpo hacia atrás, con los puños en alto. Le puso el broche de oro a una temporada complicada en su club, a causa de las lesiones. Como aquella noche de 2009 en Stamford Bridge, cuando llevó al Barcelona a la final de la Champions, volvió a ser el héroe con un gol agónico. Esta vez, el 8º en 49 partidos con la Roja, valió una Copa del Mundo, la primera en la historia de su país.
Andrés Iniesta llegó a la cumbre que sonó alcanzar desde pequeño. En la tierra, fue el artífice de la primera estrella de la selección española. En el cielo, otra estrella está profundamente orgullosa de su amigo.