Catar invitada y Catar sorprendente. Reclutada para disputar la Copa Oro con un papel se suponía que secundario por no decir de relleno, la selección árabe rozó el jueves la final del torneo, cediendo frente a Estados Unidos en una semifinal que no se decidió hasta la recta final del partido disputado en Austin, cuando Gyasi Zardes le dio el triunfo al equipo de Gregg Berhalter, después de que Hassan Al Haydos fallase un penalti que pudo cambiar el panorama. Totalmente.
La selección yankee disputará su décima final de la Copa Oro ante México, que derrotó a Canadá en la otra semifinal en una edición que dejará varias notas a pie de página... Y una consideración especial para esa selección de Catar que abandonará Estados Unidos mostrando un crecimiento tan soberbio como impensable. Entregada al juego de toque, innegociable en su apuesta futbolística, la escuadra árabe se ganó primero el respeto y a partir de aquí, quien sabe, el temor de quien pueda venirle por delante.
Clasificada en el puesto 58 del ranking FIFA (a la espera de la actualización que el organismo publicará a mediados de agosto), el salto adelante de Catar es indiscutible. 102 del mundo en 2017, la influencia de Xavi Hernández en el futbol del país ha sido clave para entender este cambio. El catalán aterrizó en el Al-Sadd en el verano de 2015 para desarrollar el final de su carrera como jugador pero ya con la mirada puesta en los banquillos y la determinación, apoyado por la federación nacional, de cambiar los estandares del futbol local.
Todavía era futbolista Xavi cuando en julio de 2017 apoyó el ascenso de Félix Sánchez Blas a seleccionador absoluto. Antiguo entrenador en el futbol base del Barcelona, Sánchez Blas llegó en 2006 a Catar para formar parte de la Academia Aspire y desde 2013 dirigió a las selecciones inferiores, comenzando esa transformación que en los cinco últimos años, desde que se hizo cargo del equipo absoluto, ha catapultado al futbol catarí a un escenario impensable una década atrás.
Como entrenador del Al-Sadd desde 2019, Xavi ha estrechado más, si cabe, su relación con Sánchez Blas y tal como ocurriera en el Barça desde la época de Johan Cruyff, hace ya más de tres décadas, los entrenamientos, la filosofía de juego y el sistema parte de un mismo patrón: la pelota.
No rifar el balón, combinar en corto, posicionarse, buscar desmarques en rápidas transiciones y plantear esos viejos dogmas que son ley: 'la mejor defensa es un buen ataque' y 'si tenemos la pelota el rival no nos puede marcar'. Tan simple y tan claro a la vez, Catar ha crecido de manera exponencial y detrás de la influencia de Xavi Hernández y se ha colocado ya en el quinto puesto de la clasificación en la Confederación Asiática de Futbol, por detrás de las históricas Japón, Irán, Corea del Sur y Australia y por delante de selecciones con mayor recorrido como Arabia Saudí, Irak o China, demostrando el acierto de su apuesta.
Así llegó Catar, tan en silencio como convencimiento, a la Copa Oro, dispuesta a mostrar ese crecimiento y tras superar con solvencia la fase de grupos por delante de Honduras, Panamá y Granada, dio el golpe en los cuartos de final frente a El Salvador para plantarse en una semifinal en la que nadie le esperaba.
Ahí, el jueves, no fue tampoco un convidado de piedra ante Estados Unidos. Los 20 mil espectadores presentes en el Q2 Stadium de Austin pudieron descubrir a una selección catarí atrevida, convencida y ambiciosa. Una selección que rozó el gol hasta en tres oportunidades durante la primera mitad por medio de Almoez Ali, Boualem Khoukhi y Abdulaziz Hatem que fueron a estrellarse, los dos últimos, ante Matt Turner para evitar un gol que ya no habría supuesto ninguna sorpresa.
El penalti que falló Al Haidos (lo lanzó por encima del travesaño) a la hora de partido dejó ya claro a los yankees el poderío de su rival, que solo cedió ante el gol a última hora de Zardes... Nacido de una pérdida de balón catarí en campo propio por su innegociable sistema de juego.
Catar está aquí y no parece ser una broma. A 17 meses del Mundial que acogerá como anfitrión, el equipo árabe ha demostrado que la apuesta que comenzó hace casi una década y que bajo el influjo de Xavi Hernández se ha convertido en su razón de ser tiene mucho recorrido por delante.