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Roberto Dinamita, el ídolo de Romario con paso fugaz en el Barcelona

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BARCELONA -- Roberto Dinamita, el máximo goleador (708 dianas) y leyenda eterna del Vasco da Gama que falleció este domingo en Río de Janeiro a los 68 años tuvo un paso breve, y desafortunado, por el Barcelona en los primeros meses de 1980, cuando siendo ya una celebridad en Brasil era, además, el ídolo de un jovenzuelo que con el paso del tiempo se convertiría en estrella del Camp Nou: Romario de Souza.

Este domingo, precisamente, se cumplen 29 años de una de las noches más icónicas del Dream Team y del Baixinho: el equipo dirigido por Johan Cruyff aplastó en el Camp Nou al Real Madrid por 5-0, con un hat-trick del brasileño (aquella cola de vaca inolvidable a Alkorta) para convertir el 8 de enero en una fecha señalada en la historia moderna tanto del Barça como del Vasco da Gama... Aunque representando tanto la alegría por el recuerdo de aquella goleada como la tristeza por la desaparición de Dinamita.

EL INCOMPRENDIDO

Roberto Dinamita tenía 25 años cuando hasta un Barcelona en crisis llegó la noticia de aquel brasileño que en los dos últimos años había marcado 76 goles en 88 partidos con el Vasco da Gama. En el Camp Nou el rendimiento del austriaco Hansi Krankl, máximo anotador la temporada anterior, había caído en picado y su relación con el entrenador Joaquim Rifé estaba rota, por lo que al entonces tesorero del club azulgrana, Carlos Tusquets, le encargó el presidente Núñez el fichaje de Dinamita. Una operación que se cerró de manera rápida y se presentó como un golpe maestro... Sin sospechar que desembocaría en un auténtico desastre.

El tres de enero de 1980 se cerró el fichaje del 'goleador más reputado de Brasil' y fue presentado como un Regalo de Reyes por avanzado por quien el Barça pagó 800 mil dólares de la época (una cantidad nada menor) al Vasco da Gama. El futbolista se presentó en una gélida tarde con una sonrisa y una promesa: "Voy a marcar muchos goles con el Barcelona", antes de que, al día siguiente, cinco de enero, el vicepresidente

Joan Gaspart se lo llevase al Palau Blaugrana para ver en directo nada menos que el Clásico de baloncesto frente al Real Madrid, en un ambiente enfervorizado que le enseñó el significado de la palabra presión en el club azulgrana.

El retraso en el transfer y su necesidad de adaptación, según el entrenador Rifé, provocó que su debut se retrasase hasta el 20 de enero, después de dos partidos en los que el Barça había empatado (0-0) con el Rayo Vallecano y perdido (2-0) con el Espanyol, aumentando las críticas y la crisis alrededor del equipo. De esta manera se presentó Roberto Dinamita, con el 9 a la espalda y frente al una noche glacial en el Camp Nou... Y cumplió con lo esperado.

Venció el Barça por 2-0, con un doblete suyo y destacando el anotado de penalti, con una frialdad nunca vista en el estadio: caminando hacia el balón y dejando sentado al portero rival con un amague antes de disparar con toda la suavidad.

Pero lo que sucedió desde entonces rompió todos los pronósticos. Instalado en un hotel cercano al estadio, el frío de aquel invierno fue especialmente duro, con lo que su mujer apenas si abandonó el recinto mientras Roberto acudía a entrenar al Camp Nou y volvía a recluirse en el hotel.

El ambiente entre la plantilla no era tampoco el mejor y en la siguiente jornada, frente al Zaragoza, Dinamita ya pasó totalmente desapercibido, tal como en la ida de la Supercopa de Europa frente al Nottingham Forest del legendario Brian Clough, que en el City Ground derrotó al Barça por 1-0 y provocó que los elogios del primer día se convirtieran en una crítica cada vez más despiadada contra el brasileño en todos los medios...

A los que el entrenador Rifé filtraba sin disimulo que aquel goleador era un bluff. Una derrota frente al Betis y un empate que sentenció el KO en la Supercopa de Europa frente al Forest (en que anotó su tercer y último gol como azulgrana) dio paso al derrumbe definitivo del Barça y del delantero brasileño. El 10 de febrero el Real Madrid visitó el Camp Nou y mientras Dinamita, encogido por el frío y perdido en un equipo que apenas le prestaba atención en el campo, recibía sonoras pitadas, un tal Laurie Cunningham se exhibía vestido de blanco, provocando los aplausos de la hinchada local.

Venció 0-2 el Madrid y se escribió el principio del fin. Para Roberto Dinamita y, también, para Joaquim Rifé. Completó los dos siguientes partidos (sin dar señales de vida) ante Salamanca y Real Sociedad y el dos de marzo, en el Rico Pérez frente al Hércules, el entrenador le sentenció. Le sustituyó al descanso y al acabar el partido (1-1) dijo a la prensa, ya sin disimulo: "Este tío es un paquete".

Cuatro días después Rifé fue despedido y Helenio Herrera, su sustituto, le señaló en el primer y único partido que coincidieron (0-0 frente al Sporting) sustituyéndole a los 62 minutos. Al cabo de una semana el empresario uruguayo Juan Figer, que había desaconsejado su fichaje dos meses antes, concretó con el Vasco da Gama el regreso de Roberto Dinamita por 450 mil dólares, poco más de la mitad que había pagado el Barça por él para convertirlo en un negocio ruinoso.

Su prestigio destrozado en España se recuperó a lo grande en Río. Después de dos partidos de exigencia menor con el Vasco, el cinco de mayo se enfrentó al Corinthians en un Maracaná lleno. Goleó por 5-2 el equipo carioca... Y los cinco goles llevaron la firma de Roberto Dinamita.

Leyenda eterna y que no tuvo en la selección el protagonismo que sus goles habrían merecido, Dinamita fue uno de los mayores ídolos de la historia del Vasco da Gama... Y el primero que, confesó en su día, tuvo Romario, que curiosamente fue el primer delantero brasileño fichado por el Barça después de él y que, al contrario, triunfó de azulgrana por todo lo alto durante una temporada y media...

Una temporada y media que tuvo en un 8 de enero, de 1994, una jornada inolvidable. Aquel 5-0 al Real Madrid, con su hat-trick y su cola de vaca.