BARCELONA -- Ansu Fati no tiene, para nada, asegurada su permanencia en el Barça, pero se convirtió en protagonista destacado de la fiesta de despedida en el Camp Nou, anotando los dos primeros goles con los que el equipo de Xavi encarriló su victoria sobre el Mallorca.
El entrenador, en la previa, no dio nada por hecho y su tibio discurso al referirse al canterano dejó traslucir un hecho claro: si el Barça recibe una oferta atractiva por Ansu le invitará a marcharse, por más que el propio futbolista haya proclamado por activa y por pasiva su intención de seguir en el club... Y aunque Jorge Mendes, su agente, lleva meses ofreciéndole, con el conocimiento del Barcelona, a varios clubs.
Del Ansu que se presentó por sorpresa en agosto de 2019, aprovechando las lesiones de Leo Messi, Suárez y Dembélé, al de hoy han cambiado muchas cosas. Maltratado por una lesión inicial que sufrió en noviembre de 2020 y cuya recuperación, con hasta cuatro operaciones, le mantuvo prácticamente fuera de juego hasta el final de la pasada temporada, su papel en el club ha perdido con el paso del tiempo el mimo del club, que le convirtió en el sucesor del 10 para, ahora, pretender un traspaso cuyo ingreso sería todo beneficio.
Firmó los dos goles en la fiesta de despedida del estadio azulgrana y sonrió, más mimado por la hinchada que por el propio club y confiado, aún, en mantener su taquilla la próxima temporada.
LESIÓN
La sonrisa de Ansu fueron las lágrimas, desesperadas, de Alejandro Balde, que no llegó a mantenerse ni un cuarto de hora en el césped, roto por una entrada fuera de lugar, durísima, de Ndiaye (expulsado con justicia) que le cazó en el centro del campo y le provocó una rotura parcial del ligamento del tobillo derecho.
El lateral, el jugador que ha provocado la salida de Jordi Alba estará, según informó el club, no menos de siete semanas de baja, por lo que no podrá acudir con la selección española al playoff final de la Nations League y estará recuperado, se espera, cuando comience la nueva pretemporada.
DESPEDIDAS
Jordi Alba se marchó entre llanto a los 81 minutos, sustituido por Marcos Alonso, y con una abierta sonrisa lo hizo cuatro después Sergio Busquets cuando su lugar lo ocupó Èric García y despidiéndose con la satisfacción de lo que ha significado su carrera en el club azulgrana.
Se acabó una era. Se cerró con la marcha del capitán el recuerdo del mejor Barça de la historia modernay así se lo supo agradecer una hinchada que nunca falla, más allá de ánimos impostados y dirigidos, con la mejor de sus ovaciones.