BARCELONA -- El Barcelona volverá a jugar, después de 27 años, un partido en el Estadio de Montjuïc como equipo local.
Dos goles de Ronaldo Nazario, el 12 de septiembre de 1996, le bastaron para ganar al AEK Larnaca de Chipre en el partido de ida de la primera eliminatoria de la Recopa que acabaría conquistando el club azulgrana aquella temporada.
Fue, desde 1929, el último encuentro que disputó como equipo local el Barça en la llamada Montaña Mágica, para algunos hoy maldita, y décimo como local, una circunstancia a la que empezará a habituarse desde este 8 de agosto recibiendo al Tottenham Hotspur.
Volverá el equipo de Xavi, que conoce el escenario, a un recinto en el que jugó por última vez en septiembre de 2008 visitando al Espanyol, entonces propietario del estadio, y al que venció gracias a un penalti transformado por Lionel Messi en el último suspiro, entre peleas, agresiones y polémicas. Aquella noche de hace quince años acudieron a Montjuïc 32 mil seguidores, una cifra que recibiría de buen grado el club azulgrana.
No se espera una asistencia superior a los 30 mil aficionados este martes, en la prueba piloto, primera y última, antes del estreno oficial del 20 de agosto frente al Cádiz en la segunda jornada de Liga.
Restricciones de movilidad, imposibilidad de llegar en automóvil privado, número limitado para las motocicletas... No parece el mejor ánimo para los apenas 17 mil abonados que se sacaron el pase de temporada en el recinto olímpico y que, acudan o no este martes al estadio, observarán con lupa todo lo que rodeeé a la jornada.
La distancia con el centro de la ciudad, los problemas de comunicación (quizá normales en otros clubs pero totalmente novedosos en cuanto al Barça), la pista de atletismo que aleja las gradas del terreno de juego, la fría temperatura (otra circunstancia no conocida por los culés) que se espera en invierno... No se aventuran unos meses felices en el aspecto social para un club que mira de reojo las obras del Camp Nou, al que deberá regresar el equipo en noviembre de 2024.
La relación del club azulgrana con Montjuïc, nunca cómoda, comenzó el 26 de mayo de 1929, con ocasión de un partido de Liga frente al Atlético de Madrid y para conmemorar la Exposición Internacional de Barcelona. Una semana antes se había inaugurado solemnemente el recinto con un amistoso entre la selección catalana y Bolton Wanderers (campeón de Copa inglés en el aquel momento) que venció el equipo catalán por 3-0 siendo el legendario Samitier, autor de un hat-trick, quien pasó a la historia como autor del primer gol en el Estadio Olímpico.
La incomodidad para los aficionados del Barça, que jugaba habitualmente en el Camp de Les Corts, quedó patente en ese primer choque contra el Atlético (ganado por 4-0) y al acudir poco más de 40 mil aficionados a una jornada doble del campeonato, puesto que inmediatamente después jugó el Espanyol frente a la Real Sociedad (1-1).
Ya entonces, hace 94 años, la gestión de movilidad acordada entre el ayuntamiento y el club provocó quejas entre la hinchada, que contemplaba subir hasta la montaña un incordio por la falta de transporte público. Al cabo de dos semanas, el 16 de junio, se jugó el primer derbi frente al Espanyol (1-1) que actuó de local y un mes más tarde se disputó un amistoso (6-2) frente al Jupiter a beneficio del Hospital Clínico de la ciudad.
No volvería a jugar el Barça hasta el 13 de septiembre de 1936, un amistoso que perdió 1-0 contra el Espanyol, al que vencería en noviembre de 1943 (1-3) en partido de Liga y por 1-4 en otro amistoso en 1947.
El primer partido grande, y hasta hoy único, protagonizado por el Barça en Montjuïc se celebró el 16 de junio de 1957 con ocasión de la final de la Copa de España que le enfrentó con el Espanyol. Y que venció el equipo azulgrana con un solitario gol de Sampedro ante más de 70 mil espectadores, la mayor afluencia de pública vista jamás en el recinto... Y que a partir de ahí fue cayendo en el olvido.
Abandonado y olvidado por las autoridades, el estadio de Montjuïc apenas fue utilizado por sus actividades, amateurs, de atletismo y amenazando ruina se llegó a especular durante los años 70 del pasado siglo con su demolición. Le fue de poco y le salvó que en 1986 Barcelona fuera proclamada sede de los Juegos Olímpicos de 1992.
Remozado y renovado, el Barça, aprovechando el cambio de césped del Camp Nou, lo eligió como sede del Trofeo Joan Gamper de 1990. Venció el 21 de agosto al Spartak de Moscú con un solitario e histórico gol de Bakero y conquistó un día depués el trofeo venciendo por 3-1 al Anderlecht. 40 mil aficionados, sobre un aforo de 54 mil acudieron a aquella final.
Apenas 15 mil aficionados acudieron a un torneo amistoso bautizado como Torneo Barcelona Olímpica y que en forma de triangular disputaron junto al Barça, el 31 de agosto de 1993, Sevilla y Parma, y no llegaron a 30 mil los que presenciaron en directo el 5-1 con que el Espanyol aplastó al Barça de Cruyff en la Catalunya Cup disputada el 13 de marzo de 1996, dos meses antes del despido del legendario técnico neerlandés.
La despedida fue en aquel mismo 1996 con otros cuatro partidos, los últimos, disputados en el Estadio Olímpico. Fueron 34 mil los aficionados que acudieron el 20 de agosto a la presentación, con ocasión del Trofeo Joan Gamper, de Ronaldo Nazario en un partido que el Barça venció por 2-0 al San Lorenzo argentino. Un día después sendos goles de Guardiola y Pizzi le sirvieron al equipo dirigido por Bobby Robson para conquistar el torneo ante el Inter de MIlán (2-1) ante 44 mil hinchas. Imposible de ver el recinto totalmente lleno.
El cambio de césped del Camp Nou, otra vez, llevó a Montjuïc la disputa del partido de ida de la Supercopa de España ante el Atlético de Madrid el 25 de agosto, saldado con goleada (5-2) y disfrutando 38 mil aficionados de la primera exhibición azulgrana de Ronaldo (bigoleador y asistente) que ya prometía un año especial.
Y por fin, el 12 de septiembre, se recibió al AEK chipriota. Otro doblete de Ronaldo como despedida de un estadio al que acudió durante doce temporadas como visitante, las que jugó como local, entre 1997 y 2009, el Espanyol. Fueron hasta quince derbis (doce de Liga, dos de Copa y uno de Supercopa) de los que ganó ocho, empató cuatro y perdió tres.
Fue allí, el escenario en el que explotó Ronaldo, donde el 16 de octubre de 2004 debutó oficialmente Lionel Messi como azulgrana ante 34 mil aficionados.
Y fue un 27 de septiembre de 2008 cuando jugó ya por última vez el Barça, en otro derbi liguero vencido por 1-2 gracias a un penalti transformado en el último suspiro por Messi, con broncas en el campo, altercados en la grada provocados por los ultras azulgranas y polémica en la sala de prensa entre los entrenadores, Márquez y Guardiola. Y fin.