El Barcelona atraviesa una complicada situación financiera, dramática según algunos analistas y menos grave de acuerdo a lo manifestado por el club, que recuerda a épocas pasadas.
El Barcelona atraviesa una complicada situación financiera, dramática según algunos analistas y menos grave de acuerdo a lo manifestado por el propio club, que recuerda a épocas pasadas. Sin ser la más grave de su historia, en 1961, coincidiendo con la triste derrota en la final de Berna, el club se vio abocado a una crisis mayúscula, arrastrada desde la construcción del Camp Nou cuatro (inaugurado cuatro años antes) y que desembocó un 28 de febrero con la dimisión de su presidente Narcís de Carreras.
El estado actual del club no se dibuja demasiado diferente, aunque el estado económico sí puede considerarse aún más preocupante. El Barça tiene previsto regresar al Spotify Camp Nou a finales del mes de noviembre de 2024, coincidiendo, según los cálculos del club, con la finalización de la primera y más importante parte de la construcción de su estadio que le deberá permitir albergar a partir de entonces a unos 60 mil espectadores hasta que, en el verano de 2026, concluya la obra.
La remodelación se lleva a cabo coincidiendo con un momento económico crítico en la entidad, con una deuda que supera los mil millones de euros y un crédito para el estadio que roza los mil quinientos, lo que provoca que la directiva de Joan Laporta busque desesperadamene vías de financiación para no entrar en colapso o, en el mejor de los casos de ese escenario, caerse de la aristocracia del futbol europeo.
Y es ésta una situación que ya se conoce en los libros del Barça. Si en 1908 estuvo al borde de la desaparición y solo la decidida actuación de su fundador Hans Gamper, tomando la presidencia y recuperando a marchas forzadas a gran cantidad de socios que se habían dado de baja, evitó una temida disolución, al comenzar los años 60 del pasado siglo la construcción del Camp Nou provocó una crisis económica que arrastró al club durante más de una década.
Construido entre 1954 y 1957, el estadio barcelonista tenía un presupuesto inicial de 1.2 millones de dólares de la época. Pero diversos e imprevistos problemas provocaron un encarecimiento de la obra hasta rozar los 5 millones de dólares, lo que motivó un colapso económico gravísimo para el club.
Las desviaciones del presupuesto y el divorcio social que se sufría en el club por el despido meses antes de Helenio Herrera afectaron de tal manera a la reputación de la directiva azulgrana que el 28 de febrero de 1961 el presidente Francesc Miró Sans,
impulsor del Camp Nou y máximo mandatario desde 1953, presentó la renuncia y dejó al Barcelona en una situación que la historia ha descubierto poco menos que desesperada.
Tal es así que cinco futbolistas de la primera plantilla (Ramallets, Gracia, Segarra, Vergés y Torres) acudieron por sorpresa a una reunión de la directiva encabezada por el presidente provisional Julià de Capmany y sorprendieron a la junta con esta declaración: "Sabemos que el club está pasando apuros económicos y queremos decirles que todo el dinero que hemos ganado lo hemos ganado gracias al Barça. Si creen que ahora lo necesitan, se lo prestamos, ya nos lo devolverán cuando puedan".
Su ofrecimiento fue desechado por el club, atendiendo a que su gesto, monumental, apenas ayudaba en aquellos momentos. Meses después el Barcelona se vio obligado a traspasar a Luis Suárez al Inter de Milán por casi 450 mil dólares del momento (una cifra record) y tras la retirada de Kubala o Ramallets, la imposibilidad de renovar la plantilla con fichajes de primer nivel provocó que el Barça fuera perdiendo su poder deportivo.
La derrota en la final de la Copa de Europa de Berna en mayo de 1961 fue la espoleta definitiva para que estallase la crisis en todos los sentidos. Una crisis de la que le costó más de una década recuperarse. Al cabo de 53 años existe un paralelismo cuanto menos preocupante.