El Barça no tuvo que emplearse a fondo ni mostrar su versión más lúcida para superar con facilidad al Espanyol y reafirmarse en la cima de LaLiga.
BARCELONA -- Al Barcelona el derbi le resultó, como se esperaba, un pequeño paseo que para el Espanyol fue un pequeño suplicio. La diferencia deportiva entre los dos clubes es hoy por hoy sideral pero el marcador final (3-1) no llegó a expresar esa realidad en el césped.
Al equipo periquito le llegaron a anular hasta tres goles, dos por fueras de juego señalizados por el VAR y otro por salir el balón por la línea de fondo antes del remate, en un partido que el líder ya había ganado en media hora. Una primera mitad primorosa, otra, del Barça y un segundo tiempo sin chispa y en que llegó a temerse, más por la pasividad azulgrana que otra cosa, que el Espanyol, tras el 3-1, tuviera la oportunidad de meterse en el partido y poner en duda el triunfo local.
Si el Barça de Flick somete a cualquier rival que se le ponga enfrente con una solvencia y magnificencia impensables cuando comenzó la temporada, lo ocurrido en la segunda mitad del derbi le avisa del peligro que supone rebajar esa intensidad que demanda a los suyos el entrenador alemán.
En la primera mitad el Espanyol no hizo más que repetir el sufrimiento del Real Madrid en el Clásico, roto en fueras de juego y rendido a la excelencia ofensiva de un líder que por cuarta vez en los cinco últimos partidos marcó al menos tres goles antes del descanso. Después, dando por hecho que el derbi estaba decidido, el aburrimiento se adueñó de Montjuïc.
El aplazamiento del partido que debía jugar el Real Madrid en Mestalla provocó que el Barça cerrase la jornada con 9 puntos de ventaja sobre el cuadro merengue, segundo en la clasificación y que la imagen de LaLiga, al comienzo de noviembre, vislumbre un único y gran favorito para el título.
¿Será capaz de mantener este ritmo el Barça? Esa es la gran pregunta que alumbra tras un derbi que el líder había sentenciado en media hora. Su tercer remate a puerta significó el 1-0 de Dani Olmo a los doce minutos tras una magnífica asistencia de Lamine Yamal; a los 23 Casadó le regaló otra monumental a Raphinha, que elevó el balón sobre Joan García para lograr el segundo y después de que el VAR anulase un gol a Jofre, a la media hora resolvió el partido Olmo con su segundo gol.
Ya en la segunda mitad el VAR anuló otro gol a Álvaro Tejero antes de que Javi Puado anotase el 3-1 y el Espanyol acabase mostrándose como un rival más que digno ante un Barça cuyo desempeño descendió de manera evidente.
No fue, desde luego, el mejor partido del equipo azulgrana en Montjuïc, donde sigue contanto por victorias todos sus partidos, pero sí fue un paso más de este Barça que se permitió el lujo de ofrecer una versión desangelada sin por ello sufrir por el triunfo.
Al Espanyol le tocará, desde luego, remar para salir del atolladero en que se encuentra, rozando un descenso dramático.