“A Arturo Vidal le da lo mismo jugar en Huesca que en Old Trafford. Su intensidad es siempre la misma”. Y tal cual lo demostró, una vez más, el chileno este sábado. Sumó 40 minutos en toda la eliminatoria frente al Manchester United y 270 minutos en los tres partidos que rodearon el cruce ante los diablos rojos. Completó frente a Villarreal y Huesca y fue sustituido en el tiempo suplementario ante Real Sociedad, recibiendo una más que sonora ovación de la hinchada.
No le piden al Rey Arturo que sea un efecto diferencial en el futbol de autor del Barça… Pero sabe, ha aprendido, cuál es su labor en el entramado de Valverde. Tanto hasta alcanzar 2 mil 154 minutos repartidos en 45 partidos desde que empezó la temporada y convirtiendo aquellas rabietas de comienzo de curso, cuando no encontraba su lugar y hasta dio a pensar que no se entendía su fichaje en un jugador absolutamente identificado, tanto con sus compañeros como con una afición entregada a su trabajo.
Valverde volvió a colocar al chileno en el puesto de Busquets sin pedirle que hiciera de Busquets. Más puesto como enlace a base de correr, robar, pelear y combinar en el inicio de jugada, su permanente despliegue le permitió sumarse con prestancia al ataque como un delantero más, encontrando el espacio cuando no subía Rakitic y encontrando un espacio a veces imposible de imaginar.
Vidal, catapultado en Leverkusen antes de ser una pieza fundamental para entender el inicio del dominio de la Juventus en el Calcio y del Bayern de Guardiola en la Bundesliga, mantiene el ímpetu del primer día y en el Barça de Messi está a un paso, a días, de convertirse en el primer futbolista que gana la Liga en Alemania, Italia y España… esperando al premio gordo que significaría esa Champions que se le negó tanto en la Juve como en el Bayern.
COUTINHO, LA CRUZ
Si Arturo Vidal es la cara del barcelonismo, la cruz la personalizó este sábado Coutinho, apartado del once inicial por Valverde de entrada y que fue recibido con bronca por buena parte de la afición cuando el entrenador le dio entrada al campo en lugar de Valverde a los 72 minutos.
Aunque la grada de animación intentó con sus ánimos apagar los pitos, estos se repitieron hasta en tres ocasiones cuando el brasileño intervino con el balón, demostrándose que su desafío a la hinchada cuando celebró su golazo contra el Manchester United tapándose los oídos mirando a la grada no ha sido pasado por alto por los aficionados.