BARCELONA -- El nombre de Roberto Dinamita puede no decir mucho a las jóvenes generaciones de aficionados, pero hace cuatro décadas era uno de los más reputados artilleros del fútbol brasileño.
Retirado como máximo goleador histórico del Vasco da Gama e ídolo incuestionable de Romario, Dinamita llegó a España en enero de 1980 con la etiqueta de salvador de un Barcelona que iba a la deriva y llamado a revolucionar al equipo azulgrana. Debutó un 20 de enero marcando dos goles al Almería… Y se marchó, en silencio, criticado y hasta ridiculizado, apenas dos meses después de vuelta a Río de Janeiro.
El caso de aquel magnífico delantero que pasó de puntillas por el Camp Nou ejemplifica la enorme dificultad que entraña acertar en el mercado de invierno, en el que tan factible es acertar con el fichaje de un secundario como se demuestra terriblemente difícil hacerlo con alguien llamado a marcar las diferencias o, al menos, cambiar una mala dinámica.
Que Roberto Dinamita era un goleador excepcional lo demuestra que a su regreso a Brasil, en el primer gran partido que jugó con el Vasco da Gama, marcó los cinco goles de su equipo en la victoria (5-2) frente al Corinthians en un Maracaná entregado. Pero en el especialmente frío invierno de 1980, su papel como azulgrana fue simplemente desolador.
Se estrenó con dos goles al Almería y alineado en 9 partidos solamente anotó otro, en la Supercopa de Europa frente al Nottingham Forest de Brian Clough, antes de que el presidente Núñez lograse con su venta de regreso al Vasco da Gama salvar económicamente lo que había sido una operación deportivamente ruinosa.
RIESGOS
Aquel brasileño que con 754 goles sigue siendo el máximo anotador de la historia del Vascão y que pasó por Barcelona con más pena que gloria no es el único nombre que alumbra como fiasco monumental en la historia de los fichajes invernales del club azulgrana, que hace apenas un año sumó el de Boateng y provoca evidentes dudas a la hora, hoy, de lanzarse al mercado en busca de un sustituto, que se entiende más necesario que nunca, para el lesionado Suárez.
Dinamita llegó al Camp Nou para condenar al idolatrado pero derrumbado Hansi Krank hace 40 años mientras Boateng lo hizo para, teóricamente, dar descanso al uruguayo… De la misma forma que se entendió en 2005 el fichaje del argentino Maxi López como acompañante de Eto’o y que dejó el club al cabo de un año y medio habiendo marcado solamente dos goles en 19 partidos, siendo un absoluto fracaso como azulgrana.
También un 20 de enero, en este caso de 1999, debutaron en el Barça los hermanos De Boer, Frank y Ronald. Procedentes del Ajax y pagados a precio de oro, el entonces entrenador del Barça, Louis van Gaal, consideraba que estaban llamados a marcar una época en el club… Y mientras el papel de Frank quedó lejos de lo esperado, el de Ronald, quien se fue al Rangers al cabo de un año y medio, significó una decepción mayúscula.
Como decepcionantes fueron los casos de Sorín y de Albertini, de Murillo o Bogarde, Yerry Mina o Afellay (apenas recordado por una buena actuación en el Bernabéu)… Y por encima de todos Philippe Coutinho, el fichaje más caro de la historia del Barça, llegado desde el Liverpool en enero de 2018 y que hoy juega cedido en el Bayern de Múnich tras convertirse en, quizá, el mayor fiasco de la historia del club.
Edgar Davids, sumado en enero de 2004 y que permaneció en el club solamente medio curso, protagoniza la otra cara de la moneda, siendo su concurso providencial en el renacer de aquel primer Barça de Rijkaard y Ronaldinho. Y se convertiría, de alguna manera, en la excepción que confirma la regla. Porque al Barça, la aventura del mercado de invierno, le suele resultar tan decepcionante que hoy, en 2020 y 40 años después de aquella apuesta por Roberto Dinamita, le supone un auténtico dolor de cabeza.