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Se acabó La Liga para el Barcelona

Se acabó la Liga. Un mes después de reanudarse la competición, con el Barcelona liderando el torneo, el Real Madrid se proclamó campeón con una jornada de adelanto gracias a su imponente, y polémica, racha de diez victorias al hilo que sacaron todo el provecho a los regalos de un Barça incapaz de seguir su ritmo. Mirando al VAR, en el Camp Nou se olvidaron del fútbol y los empates que cedió el equipo de Quique Setién frente a Sevilla, Celta y Atlético de Madrid acabaron por ser definitivos en su rendición.

La Liga se detuvo con 27 fechas cerradas y el peor Barça de los últimos años mandando en la tabla, con 58 puntos después de que un gol de Tello provocase la derrota del Real Madrid en Sevilla, frente al Betis para ofrecerle al equipo azulgrana una ocasión única de enlazar su tercer campeonato consecutivo.

“Hemos vuelto mejor de lo que estábamos antes del parón”, se atrevió a proclamar Jordi Alba después de un estrenó impecable en Mallorca (0-4) que motivó una euforia desmedida alrededor del club azulgrana. El Madrid respondió con una victoria funcionarial sobre el Eibar (3-1) pero durante unos días, pocos, existió una falsa sensación de que el Barcelona estaba ciertamente enchufado y que el regreso de Luis Suárez, recuperado de la lesión sufrida en enero, debía ser la guinda de un pastel liguero sin discusión…

La realidad abofeteó de mala manera al campeón. Ganó sin brillantez ninguna al Leganés (2-0) soportado por una actuación soberbia de Ansu Fati y ya comenzó a desviarse la atención hacia el Madrid, que goleó al Valencia (3-0) en un primer capítulo del VAR. Ya comenzaban las lamentaciones en Barcelona sin pensar, sin atender, que a Setién se le hacía muy cuesta arriba el reto de mantener a su equipo… Que una fecha después traspasó el papel de favorito al equipo merengue, incapaz de ganar en Sevilla (0-0) para dejarse el liderato.

Impotente, intocable

A partir de ahí y hasta este capítulo final la Liga, en lo que a la lucha por su conquista se refiere, se ha limitado a solo dos conceptos: el VAR y la impotencia. El Madrid, con o sin polémicas, se ha mostrado intocable. Fue sumando de tres en tres ajeno a todo el ruido exterior mientras el Barça alimentaba su victimismo sin atender a su propio derrumbe futbolístico en el césped.

Si mantuvo el tipo con mucho agobio ante el Athletic (1-0), su siguiente desplazamiento a Vigo sentenció su suerte, con un gol en el último instante de Iago Aspas que evitando su triunfo (2-2) le condenó a convertirse en un simple perseguidor, agobiado y desorientado. Y, también, tan confundido como enfadado, mostrando la imagen de un ‘tiempo muerto’ en Balaídos el alejamiento evidente entre el cuerpo técnico y la plantilla.

Fue el principio del fin. Puesta en cuestión la permanencia de Setién en el banquillo, Bartomeu en persona tuvo que trasladarse al domicilio del entrenador para dar a entender un apoyo que desde entonces se tambalea en el Camp Nou, por más parches que se hayan pretendido imponer pero que no han evitado que el Barcelona se desangre deportivamente, con apenas una noche feliz en Villarreal (1-4) entre tanto desbarajuste social, económico y deportivo.

El Madrid ya es campeón de Liga. Mientras, en Barcelona, se siguen mirando el ombligo.