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Cartas desde Barcelona: Todo terminó... ¿Y ahora qué sigue?

BARCELONA -- El Barcelona se acabó. El club que mandó en Europa, que maravilló al mundo con su futbol, su filosofía y alegría es una historia del pasado. Lo peor, lo más triste, lo más lamentable, es que su final será durísimo. Al cabo de doce años el Barça de Messi cerró una temporada en blanco, sin un título que llevarse a la boca... Pero a diferencia del derrumbe de 2008, este de 2020 pasará a la historia del club por la magnitud que muestra un 8-2 desconocido en los libros.

Nunca, jamás, el Barcelona había recibido un correctivo así en Europa y desde 1946 no encajaba ocho goles. Con eso estaría todo dicho. Pero hay más. El equipo que se diría nació con un 2-6 en el Bernabéu en 2009 se acabó en Lisboa. Tres goles de la Juventus y la Roma, cuatro goles del PSG o del Liverpool... Y ocho del Bayern. La necesidad de renovación que se arrastra desde hace no menos de tres años ha acabado por atropellar a un Barça superado por los acontecimientos y tan ausente de decisiones en los últimos tiempos como condenado, ahora a toda prisa, con tomarlas.

La ilusión hace tiempo que desapareció del Camp Nou, donde la supervivencia se impuso como único camino en el día a día. Atado al marcador y al poder de unos jugadores que le ofrecieron la mejor época de la historia, el barcelonismo se pregunta cuál es el futuro que le aguarda, discutiendo a los futbolistas, renegando de la dirección deportiva y señalando a los despachos.

Sin proyecto deportivo, sin entrenador, sin dinero, sin nuevo Camp Nou en perspectiva, con el estadio cerrado al público hasta no se sabe cuándo por motivo del coronavirus y con una depresión que, ya sin disimulo ni reservas, puede compararse a la que vivió el club en la terrible era de Joan Gaspart en la presidencia.

FIN DE CICLO. FIN DE TODO
El Barça de Kubala se acabó cruelmente en la final de la Copa de Europa de 1961; el efímero reinado de los 80 de rompió en pedazos en 1988, dos años después de la terrible final de Sevilla; el Dream Team se derrumbó en la final de Atenas de 1994 y la alegría de Ronaldinho se apagó en 2008. Todos aquellos sucesos, todas aquellas situaciones, dieron paso a un cambio de ciclo que con mayor o menor acierto renovaron las estructuras deportivas de un Barça que, esta vez, necesita bastante más, que lo exige.

El Barça de 2020 se asemeja demasiado al club de 2003, aquel que en enero vivió la dimisión de Gaspart, el despido de Van Gaal y acabó, en junio, con unas elecciones que provocaron el mayor cambio estructural en la historia moderna de la entidad. Siempre se puso especial énfasis que la etapa que cubrió la presidencia de Gaspart (2000-2003) fue la peor en los libros, dándose por hecho que era imposible alcanzar tal nivel de derrumbe. Nada más lejos de la realidad...

El Barça lo discute hoy todo. No es un fin de ciclo al uso, es un final de camino, abrupto, doloroso y monumental que no obliga a una simple reflexión, sino que obliga a mucho más. Con Messi y Bartomeu al frente, con Òscar Grau y Eric Abidal al lado, con la plantilla al completo señalada. Nadie está a salvo en el peor mes de agosto que haya vivido el Barcelona.