BARCELONA -- En un club con la historia del Barcelona rememorar el 29 de noviembre, fecha de su fundación, despierta toda clase de recuerdos. De éxitos imborrables, fracasos ya asumidos y jornadas especiales. En la historia moderna del club pocas como la de hace diez años, la noche en que celebró su 111 aniversario con un Clásico que permanece, innegociable, en la memoria colectiva.
El Clásico con que se reencontraron Pep Guardiola y José Mourinho en el Camp Nou, escenario en el que fueron colegas bajo el mando de Robson y Van Gaal y en el que vivieron su primer cara a cara como entrenadores. El que pudo ser y no fue, Mou, y el elegido, Pep, en un choque de trenes que adivinándose apasionante desembocó en un atropello.
Un 5-0 para la historia. Llegaba el Real Madrid, transcurridas 12 jornadas del campeonato, como líder al estadio azulgrana con 10 victorias y dos empates que le daban un punto de ventaja sobre el Barça, que en septiembre había caído inesperadamente por 0-2 frente al Hércules. Por 5-1 había goleado el equipo blanco al Athletic la semana anterior y por 0-8 había aplastado el conjunto culé al Almería. Igualdad máxima con 33 goles a favor para ambos y dos en contra menos de los merengues (6 y 8).
Aquella noche de lunes, 29 de noviembre de 2010, tenía Mourinho la gran oportunidad de asestar un golpe de gracia en el Camp Nou. Poco podía sospechar, nadie lo imaginaba, lo que acabaría por suceder. Sucedió que el portugués planteó el partido queriendo discutir el mando del juego al Barcelona y a los 17 minutos, desarbolado en todos los órdenes, ya perdía por 2-0.
Xavi y Pedro marcaron los dos primeros goles con que se argumentó la superioridad del juego de posición y combinación azulgrana en que Busquets, Iniesta y Xavi rompieron todos los órdenes que quiso imponer Mou a través de Xabi Alonso, Khedira y Ozil, impotentes ante la catarata de juego y presión locales.
Tras el descanso quiso reordenar el portugués a los suyos... Y lo único que ocurrió fue una repetición de la exhibición del primer tiempo, con el doblete de Villa y el definitivo 5-0 de Jeffren en el último minuto que redondeó una paliza histórica, que dejó marcado como nunca pudo temer a Mourinho.
El Barça enlazó 16 victorias consecutivas en el campeonato, hasta un empate en Gijón, y no volvió a perder hasta el 30 de abril de 2011 (2-1 en Anoeta frente a la Real Sociedad en la jornada 34 con una racha de 27 victorias y 4 empates que le catapultaron en una clasificación que lideró con mando de hierro hasta proclamarse campeón con dos jornadas de antelación, alcanzando ya la consideración de único favorito con su empate (1-1) en el Bernabéu de la fecha 32 que acabó con las pocas esperanzas del conjunto merengue.
Mourinho se sacó la espina con la conquista de la Copa del Rey, en la final vencida al Barça en Valencia (1-0 con gol de Cristiano Ronaldo) antes de una semifinal de Champions que volvió a enfrentar a los dos equipos, con éxito azulgrana.
Para entonces, mayo de 2011, la relación entre Mou y Guardiola ya ocupaba todas las portadas, en lo que eran las dos caras de una misma moneda durante los momentos más tensos que se recuerdan de la relación entre los dos equipos.
Y todo había comenzado un 29 de noviembre, día de aniversario para el Barça, de 2010. Un 5-0 que permanece en la memoria colectiva. Y en la historia de un Clásico eterno