VITORIA -- El Real Madrid tiene dos objetivos claros tras caer eliminado de la Copa del Rey y de la Supercopa de España. Uno, colectivo, y no es otro que mantenerse vivo en las dos competiciones en las que todavía opta a un título: LaLiga y la Champions League. El otro, individual: que Zinedine Zidane mantenga el cargo hasta final de temporada y evitar pasar apuros en el banquillo madridista.
Se trata de dos objetivos que van de la mano y cuya reciprocidad es imprescindible. Para ello, Zidane tiene que recuperar la mejor versión de su plantel. Hay jugadores que no acaban de estar, ni cerca, de su rendimiento ideal. Y ése es el principal 'target' al que el francés se está enfrentando desde el descanso de Navidad. Preocupan mucho los estados de forma de Marcelo, de Isco, de Odriozola, de Casemiro, de Varane… Sobre todo, estos dos últimos. Uno, el brasileño, por falta de descanso y una ausencia de recambio en su posición que lleva lastrando físicamente al ex jugador de Sao Paulo. Y el otro, Varane, que estaba llamado a ser el nuevo Sergio Ramos pero que, sin el andaluz, no es más que una sombra de lo que en su día se esperaba.
Zidane tiene otra patata caliente: los jóvenes. Procurar que suban el nivel y, sobre todo, que sigan su progreso, algo que se le pide desde la planta noble. La directiva blanca no quiere otro 'caso Odegaard'. Y es que la salida del noruego ha causado cierto malestar, ya que su vuelta en verano fue una petición expresa de Zidane y se tradujo en una falta de minutos y de regularidad complicada. Además, al menos eso admiten fuentes cercanas al club, tampoco quiso a Reguilón, Marcos Llorente, Jovic o Hakimi. Y eso, en el club, empieza a preocupar por si se repite con Vinicius, Rodrygo o el mismo Valverde.
Llegados a este punto, muchos pensarán que Zidane lo hace todo mal. Para nada. Muchos de los sectores del club le están agradecidos por haber vuelto en una época muy complicada y, sobre todo, por ser el escudo y blanco de todas las críticas que él mismo está interiorizando de una manera elegante, a la altura del club. Y por eso muchos creen que, todavía, es el entrenador ideal para el Real Madrid.
Y es que el Real Madrid y su exigencia es algo que ha perdurado con el paso de los años. El valor, la garra y los títulos llevan el sello de un club, el blanco, cuya temporada está siendo muy irregular a todos los niveles. La derrota en las semifinales de la Supercopa de España y el ridículo en Copa del Rey contra el Alcoyano devolvieron las dudas, pero no las decisiones.
Zidane seguirá en el banquillo salvo hecatombe. Y precisamente, desde el club, se le ha pedido que imponga orden a sus jugadores para no fallar frente al Atalanta en los octavos de final de la UCL y que mantenga el pulso al Atlético Madrid en una liga que, lejana, no está para nada descartada.
El francés sabe cuál es el objetivo, pero también es consciente de lo que tiene. Y eso lo sabe el club. Su misión principal es que la columna vertebral que forman Courtois, Ramos, Casemiro y Benzema se mantenga, pero con un ingrediente extra que es la principal demanda de esta temporada: Eden Hazard. El club y su apuesta por el belga fue fortísima, y desde Concha Espina quieren ver al ex del Chelsea a su nivel. Zidane es el primero que lo desea, ya que es una debilidad personal. Además, según fuentes deslizan a ESPN, la recuperación del belga traería consigo una recuperación de la mordiente atacante blanca y de la movilidad entre líneas para forzar ocasiones de gol.
Quedan cuatro meses de competición por delante en los que Zidane se juega su futuro a partir del verano y en los que el Real Madrid tiene la obligación de terminar, como pueda, de la forma más decente posible un año tan irregular como complicado.