El Bayern de Múnich acaba de conquistar su noveno título de Liga consecutivo en Alemania. En Inglaterra ya lo ha ganado el Manchester City por tercera vez en cuatro años con una superioridad incontestable, poco menos que la misma con la que el Inter de Milán ha acabado con nueve temporadas de dominio aplastante de la Juventus.
Francia también se encamina, sorprendentemente, a un cambio de mando con el Lille a punto de romper la hegemonía salvaje del PSG... Pero es en España donde el trofeo se empeña en resolverse en la última recta de la carrera.
LaLiga se encamina a un final de torneo apasionante confirmando su papel dominante entre los grandes torneos de Europa, donde cualquier equipo menor es capaz de plantar cara y provocarle un disgusto a los favoritos. Y donde se puede ver semana tras semana al mejor futbolista de la historia, un Leo Messi que a punto de cumplir los 34 años mantiene desde hace más de una década unas estadísticas salvajes y un rendimiento sobresaliente con el Barcelona.
El equipo azulgrana, que bajo la dirección de Pep Guardiola puso a la Liga en el escenario hace ya una década con un fútbol excelso y un dominio incontestable, tiene gran parte de responsabilidad en la grandeza y popularidad que disfruta el torneo español. Le acompañó después en ese crecimiento el Real Madrid de Cristiano Ronaldo, superada la época polémica de Mourinho y que con Carlo Ancelotti primero y Zinedine Zidane después pusieron a los merengues en lo más alto... Y sin olvidar al Atlético del Cholo Simeone, capaz de conquistar un título en la última jornada y en el mismísimo Camp Nou.
Son ellos, los tres, los verdaderos motores de un campeonato que ha roto moldes y ha sido capaz de rivalizar con la popularidad de la siempre poderosa Premier League. Pero no han sido, ni son, Barça, Real y Atlético de Madrid los únicos responsables de que laLiga sea hoy vista como un torneo de primera magnitud.
No lo son porque enfrentarse al Cádiz no le supone al Barça o al Madrid la seguridad de sumar una fácil victoria, sino verse acorralado por la intensidad y atrevimiento de un equipo pequeño con excelente personalidad. Como lo son Levante o Alavés, capaces ambos de ganar en el campo merengue o de rebelarse contra un 0-2 ante los azulgranas para poner en cuestión sus aspiraciones ligueras. Como el siempre luchador Athletic, el crecido Villarreal o esa Real Sociedad en continua evolución. Todo ello sin necesidad de poner en el plano ese Sevilla capaz de rivalizar con quienes ya no son intocables...
Sentarse frente al televisor para ver un partido de la Liga ofrece la seguridad de asistir a un duelo de resultado incierto y ver a dos equipos que, con contadas excepciones, se juegan tres puntos fundamentales en sus objetivos, ya sea por el éxito que supone entrar en Europa o por evitar un descenso peleado igualmente hasta la extenuación.
España, su fútbol de élite, disfruta de una época dorada. Sus clubs han sobrevivido a la pandemia con sobriedad y mientras esperan el regreso de los aficionados a los estadios les ofrecen una Liga encendida hasta el último día. El éxito garantizado para cualquier espectador. ¡Y lo podrás ver a través de ESPN!