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Cómo Lionel Messi y Sergio Ramos se convirtieron en reyes de las jugadas a pelota parada en La Liga

Lionel Messi es uno de los mejores pateadores de tiros libres en la historia y Sergio Ramos se ha convertido en experto cobrador de penales

La ciencia dice que la naturaleza aborrece el vacío y siempre intentará llenarlo. Tal vez sea por eso que ni bien la eterna rivalidad Cristiano Ronaldo - Lionel Messi comenzó a decaer cuando CR7 se fue de España, Sergio Ramos entró para ocupar su lugar.

En este momento estamos presenciando un duelo a pelota parada entre alguien que se está convirtiendo en uno de los mejores pateadores de tiros libres de la historia, y Ramos, quien de pronto se ha convertido en un asesino desde el punto de penal.

Messi es un metrónomo. La frase en boga hoy por hoy es que un tiro libre a menos de 30 metros del arco es "como un penal para él". Y no está mal. Ramos, por su parte, ha desarrollado una técnica excéntrica pero especializada desde el punto de penal, y convirtió los últimos 18 penales que pateó para su club y su país, nueve de ellos durante la temporada 2019/20 a pesar de que le cedió dos oportunidades a Karim Benzema, y dos más el último año.

Se trata de un concurso de exhibición de jugadas a pelota parada de enormes proporciones. El argentino convierte un par de tiros libres en dos o tres partidos y el defensor de Andalucía responde con un penal picado tras otro, pateados con arrogancia y frialdad sobre arqueros desolados al compás de, "cualquier cosa que tú hagas, yo puedo hacerla mejor..." (Es como su pasito registrado).

Ninguno de ellos es un referente histórico en su arte. Aún no. Messi, por ejemplo, todavía no ha superado a Cristiano Ronaldo (aunque es inminente) y sólo puede soñar con las sumas totales de Juninho Pernambucano, Zico, Pelé, David Beckham y Ronaldinho. Al menos por el momento. Pero él y Ramos han encontrado vetas extraordinariamente ricas de categoría en pleno equilibrio. En estas ocasiones, momentos que pueden hacer temblar a otros jugadores y que pueden dejarlos en plena evidencia si la ambición supera ampliamente la habilidad, ellos han convertido sus frías conversiones en herramientas para ganar partidos.

Para Ramos y Messi, su actual excelencia puede considerarse algo así como un "segundo verano". Por ejemplo, no fue hasta exactamente cuatro años después de su debut competitivo en Barcelona que Messi marcó por primera vez de tiro libre, contra Atleti en un triunfo por 6-1 durante la campaña en la que Pep Guardiola ganó el triplete.

¿Lo recuerdas? Fue una manera extraordinaria de abrir su cuenta de tiros libres, y lleva el típico sello de Messi. Corre octubre de 2008, Atleti ya está 2-0 abajo a los ocho minutos, y le cometen falta a Messi fuera del área. Los rojiblancos no sólo discuten el tiro con el árbitro Iturralde González, sino que Raúl García se para a un metro de la pelota para que no puedan patear rápidamente. Al menos eso creía.

Sobre la pelota están Xavi, el árbitro y Messi. Messi le da a Iturralde un empujoncito para que se quite del camino, le pregunta, "¿puedo patear?", y el árbitro le dice que sí. Al darse cuenta de lo que el pequeño pillo estaba a punto de hacer, Xavi apenas se corre del paso de Messi, y el arquero de Atleti, Gregory Coupet, engañado por el hecho de que Raúl García parece estar demasiado cerca de la pelota como para que comience el juego o para que Barça se haga la idea de marcar, está parado sobre el palo izquierdo intentando organizar la barrera.

Messi patea frente a un arco 99 por ciento descubierto. Es la misma clase de oportunismo que Messi y Barcelona sufrirán años más tarde, en Anfield la campaña pasada, cuando Trent-Alexander Arnold los sorprendió mientras recuperaban el aliento en la esquina desde donde Divock Origi marcó el gol del triunfo en la semifinal de la Champions League. Pero volvamos a 2008: Atleti estaba indignado. El árbitro les dijo que era su propia culpa por protestar y por quedarse demasiado cerca de la pelota. Él aseguró que había pitado y el gol no fue anulado.

En febrero de 2012, nuevamente contra Atleti y casi ocho años después de su debut, Messi alcanzó la insustancial suma de cinco goles de tiro libre. En otras palabras, tiene 24 años, tres títulos de Champions League, ha sido galardonado con Balones de Oro y considerado un jugador realmente excepcional, pero no un gran pateador de tiros libres. Saltemos al sábado y los impresionantes goles que marcó con despreocupada facilidad desde muy lejos durante una noche en la que no estaba jugando particularmente bien contra Celta de Vigo. Con ellos, Messi lleva anotados 52 goles de tiro libre para su club y su selección, una notable aceleración a algo que más que admirable ya es extraordinario.

¿Y qué hay del "Planeta Ramos"? Dada su habilidad infalible e implacable desde el punto de penal, al hecho de que ha marcado 126 goles para su club y su país, y a que ha convertido un gran total de nueve goles de tiro libre durante la temporada 2019-20, puede que te sorprenda saber que recién hace dos años, en febrero de 2018, este madridista confiado y audaz, convertía apenas su segundo penal en la liga ibérica.

Una locura, ¿verdad? Hoy por hoy, golpearía en los riñones al compañero que se atreviera quitarle la pelota una vez que el árbitro haya apuntado al punto de penal. Y luego, sin excepción, da cinco o seis pasos hacia atrás, un par de zancadas largas hacia la pelota, arrastra la punta del botín izquierdo por el césped y muy probablemente mete la pelota sobre un desesperado arquero de casi 1,90 que ya se tiró.

Al igual que Messi, Ramos hizo su debut mayor en 2004 con Sevilla, pero no consiguió su primer penal competitivo en alrededor de siete años. La razón de esto no fue el horrible error en la final de la Copa Confederaciones de 2013, cuando Brasil estaba superando a España en Río, dejando la pelota fuera del arco de Julio Cesar (¡et tu, Sergio!). tampoco tuvo que ver con el horror de la semifinal de la campaña de 2012 de la Champions League cuando, estando 2-1 abajo en los penales contra Bayern Munich, falló y la siguiente conversión, de Bastian Schweinsteiger, definió el partido.

No. Parte de la feroz necesidad de Ramos de patear y convertir penales en este momento tiene que ver con la impaciente espera que ha tenido que soportar para deshacerse de sus competidores para hacer esta clase de tiros. Desde que Ramos se sumó a Madrid en 2005, sus entrenadores han preferido a Roberto Carlos, Zinedine Zidane, Robinho, Raúl, Gonzalo Higuaín, Kaka, Xabi Alonso, Emmanuel Adebayor, Karim Benzema, Ángel Di María, Gareth Bale y Cristiano Ronaldo antes que a él. Cuando convirtió apenas su segundo penal con Madrid en el 2018 fue porque Cristiano estaba descansando ante Leganés; no fue hasta que el portugués dejó el club y Ramos, como capitán, se hizo cargo de manera permanente de los penales que su extraordinaria forma se convirtió en un arma para Los Blancos.

¡Y sí que se la habían estado perdiendo!

Ocasionalmente, si Madrid tiene un segundo penal poco tiempo después de que Ramos haya anotado, se lo cede a Benzema -no necesariamente por tener un gesto amistoso, sino con el objetivo de hacer dudar al arquero y para tratar de conseguir la victoria y los tres puntos. Pero en la Champions de 2019, cuando Rodrygo estalló con dos goles en siete minutos contra Galatasaray y se otorgó un penal, vimos la postura inamovible del capitán de Madrid sugiriendo "es mi turno y nadie me lo quitará".

Algunas partes del público cantaban alentando a Rodrygo mientras que querían ver al joven de 18 años marcando un hat trick en tiempo record haciendo su debut en casa en la Champions League. Mientras Ramos estaba acomodando la pelota, Marcelo se acercó trotando y, apuesto que, le sugirió que su joven compatriota tuviese la oportunidad. Ramos lo corrió del área. Luego, cuando Ramos anotó el gol, señaló su espalda al mejor estilo Cristiano, diciendo: "Soy tan bueno en esto como él". La cara del capitán de Madrid no mostró ninguna emoción, no hubo señal de alegría.

Mi interpretación es que a Ramos no le gustaron los cánticos del Bernabéu para un joven en ascenso que hace muy poco tiempo está en el club, olvidándose de que él, "Don Sergio," ha tenido que esperar pacientemente durante mucho tiempo hasta que llegara su turno. Ahora, él está en el centro de la escena y no tiene intenciones de ceder su lugar.

El caso de Messi es similar. Durante su reinado como el mejor jugador de todos los tiempos en Barcelona, también tuvo que esperar su turno. Al principio, eran Xavi y Rafa Márquez los encargados de estos disparos: los tiros libres eran su territorio. Luego, Andrés Iniesta y Thiery Henry aparecían ocasionalmente. De todas maneras, al igual que Ramos, Messi sabía que no era un asesino natural en esas situaciones. Al igual que Ramos con sus penales, pensó largo y tendido en cómo hacer para marcar goles de manera despiadada. Dejando de lado lo bueno que era el nro. 10 de Barcelona, necesitaba perfeccionar su técnica.

La clave es la práctica, Messi reconoce que al comienzo no pateaba con la suficiente fuerza. Su entrenador con Argentina desde 2006 hasta '08, Alfio Basile, solía decirle que él "cruzaba la pelota directo a la mano del arquero". Diego Maradona, que también fue entrenador de Argentina, lo asesoró sobre cuál era el lugar preciso en el cual hacer contacto con la pelota, Messi estudió la técnica de Juan Román Riquelme y también trabajó duro en los entrenamientos. Ahora, es para él tan natural como respirar. Él es sorprendente.

Por supuesto, tanto Ramos como Messi han incursionado en el arte del otro. Messi ha pateado 112 penales en el fútbol profesional, marcando 87. A veces su técnica parece tan natural como la de Ramos y todos esperamos un gol garantizado. A veces se lo ve inseguro, nervioso. Una vez me dijo, después de anotar un penal contra Milán en la Champions League en 2012, que cuando estaba por patear, se puso a pensar en lo grande, ágil y atlético que se veía Christian Abbiati y en cómo parecía ocupar todo el arco. El poder de la mente, ya sea que esté de buen humor o jugándote una mala pasada, es todo en esa situación.

Una estadística relacionada con los penales que me llamó la atención de Messi es que nunca perdió un partido de la Liga o la Champions League en los que falló un penal, por lo general agregando uno o más goles o asistencias. Habiendo dicho eso, podríamos decir que pegarle al travesaño desde una distancia de 11 metros contra Chelsea en 2012 le costó a Barcelona a un lugar en la final por segundo año consecutivo.