BARCELONA -- Lionel Messi no volverá a jugar en el Barcelona, a no ser que se produjera un vuelco tan absoluto como ahora mismo utópico, y al cabo de tres meses, si no más, de dar vueltas a un asunto que pareció encaminarse siempre a un final diametralmente distinto acude al escenario el aviso que se repitió por activa y por pasiva desde el entorno del jugador argentino, enfriando una y otra vez todos los mensajes optimistas que se trasladaban desde el Camp Nou.
Joan Laporta habló de una "herencia calamitosa" en la rueda de prensa en la que este viernes sentenció la salida del crack argentino y denunció que si con Leo la masa salarial del club está en el 110 por ciento de sus ingresos, sin él ésta desciende al 95, lo que tampoco es suficiente. Con todo, los más de 560 millones de dólares de pérdidas que anunció el presidente que va a sufrir el club pueden entenderse como definitivos.
Messi se quería quedar en el Barça tanto como el Barça quería que Messi siguiera de azulgrana, pero después de meses de negociaciones, de idas y venidas, mensajes encriptados y esperanzas vanas, la realidad ganó el pulso a la ilusión. Se acabó...
El 1 de junio ESPN publicó, citando fuentes del club azulgrana, que el acuerdo entre las dos partes era prácticamente un hecho, a falta de pequeños flecos, y que la continuidad de Leo en el Camp Nou estaba sentenciada. Inmediatamente, una fuente muy próxima al jugador argentino se apresuró a enfriar el asunto. "No es cierto. Hay mucho que hablar”, reveló al comenzar junio y prácticamente ese fue el discurso, simple, que se fue repitiendo a cada ocasión que aparecían informaciones apuntando que el OK era cuestión de días, o de horas...
Y aunque Leo, silencioso en cuanto a referirse al Barça en cualquier comparecencia pública antes, durante y después de la disputa de la Copa América, siempre mantuvo como primera opción su continuidad en el Camp Nou, con el transcurrir de las semanas alrededor del club comenzó a instalarse la sensación de que el optimismo de Joan Laporta era una pose de cara a la galería y que su famosa sentencia electoral, "lo de Messi lo arreglo con un asado", no tenía fundamento.
En esta partida de ajedrez las fichas se han ido moviendo con cautela y previsión desde que el 17 de marzo Laporta tomó posesión de su cargo y hasta que el 14 de julio los representantes de Leo dieron su visto bueno a la propuesta definitiva del club. Un mes y medio después de que el Barça solventara el acuerdo cerrado llegaba, por fin, la respuesta positiva de Jorge Messi en una conversación telefónica con Laporta.
Todo estaba pactado y acordado... Pendiente, solo, de encajar en el límite salarial establecido por LaLiga.
Es por ello que seguía el silencio del jugador, ya de vacaciones, y que sus colaboradores más cercanos mantenían el mismo tono frío, por más que Leo no tenía otra idea que seguir, a la vista de que todas las gestiones del club chocaban con la realidad: la dificultad en acelerar la operación salida de jugadores que no cuentan para el club (imposibilidad de momento) y las reticencias de otros para adecuarse (rebajarse) el salario constituían un muro cada vez más insalvable... Hasta que al comenzar la semana todo saltó por los aires.
El miércoles por la tarde, teóricamente ajeno a todo, Leo Messi regresó a Barcelona con el propósito de cerrar el acuerdo. La idea era anunciarlo el mismo jueves, incorporarse a la pretemporada el viernes y acudir al estadio Johan Cruyff el domingo ya como capitán para dirigirse a la afición aunque no jugase frente a la Juventus. Pero por la noche su padre, Jorge, ya volando desde Argentina, conoció de boca de Laporta que todo estaba torcido y que era del todo imposible firmar.
Nadie lo sabía el jueves por la mañana cuando los miembros más destacados de la Junta Directiva fueron informados directamente por el presidente y los pesos pesados de la plantilla también conocieron la realidad. La sorpresa con que Jorge Messi acogió la noticia fue brutal. Tanto que en su conversación con Laporta le trasladó una sensación de incredulidad absoluta, la misma que sentía el futbolista, recluido en su casa de Castelldefels e intentando hacerse a la idea de este nuevo escenario.
"No es una jugada. No hay nada que hacer”, aseguraron a ESPN Digital hasta tres fuentes distintas del club azulgrana, ya por la noche, rechazando que el comunicado de despedida no fuera más que una forma de presionar a LaLiga. Desde la entidad se mantiene que se hizo lo posible "y lo imposible" por encajar ese nuevo contrato de Messi; desde el entorno del jugador se considera que, como se avisó tan repetidamente en los últimos meses, la situación no estuvo nunca tan clara como se quiso mostrar.
Y, por primera vez en la historia del fútbol profesional, se consumó un hecho inaudito: un club que quería a un jugador y un jugador que quería a ese club no pudieron ponerse de acuerdo. Se acabó... O eso se supone.