<
>

Piqué ayuda al Barcelona dentro y fuera de la cancha: por qué renunció a la mitad de su salario

play
Piqué reconoce la solidaridad de todos los capitanes del Barcelona (2:50)

El central español reveló que habrá una rebaja de sueldo de todos los líderes del equipo. (2:50)

¿Quién podía imaginar que, en el momento en el que Barcelona jugaría su primer partido a nivel competitivo en casi 17 años sin la presencia de Lionel Messi como miembro del primer equipo, sería capaz de producir algo tan notable como cualquier actuación rutinaria del mago argentino en el Camp Nou?

Es cierto. La calidad del gol, cuando Memphis Depay asistió al cabezazo de Gerard Piqué para abrir el marcador contra la Real Sociedad, fue buena; aunque tampoco como para estremecer la tierra.

Pero el hecho de que Piqué (un hombre de negocios testarudo y astuto por partes iguales) renunció durante la semana previa al encuentro a una suma cercana al 50 por ciento de su salario durante los próximos tres años, todo con la intención de que el club de sus amores cumpla con las regulaciones de Fair Play Financiero establecidas por LaLiga y se le permita inscribir los contratos de Memphis, Eric Garcia y Rey Manaj, hizo del gol algo que va más allá de lo histórico.

Intenten calificarlo de único… incluso, de trascendental.

Piensen por un momento. Piqué hizo un gesto que probablemente, en meros términos económicos, no tiene precedentes en la historia del fútbol profesional; y no sólo para inscribir el contrato del delantero holandés. Además, lo hizo para darle suficiente tiempo para jugar contra los Txuri-Urdin en la primera noche en la que el Barça estuvo privado del genio de Messi. Entonces, gracias a una especie de karma universal, Memphis alza el balón justo hacia la trayectoria de Piqué, para que éste fuera capaz de despacharlo desbordando a Remiro dentro del área de La Real. Hollywood habría desestimado la trama, calificándola como demasiado improbable, excesivamente edulcorada.

Momentos antes, durante la previa del partido, el catalán fue saludado por un rugido desproporcionado, considerando que apenas había unos 22.000 aficionados presentes en el hogar de los culés. Lo veían como un “salvador”, y su tanto motivó los cánticos de “¡Piqué presidente!” en lo que fue, en definitiva, una cómoda victoria 4-2 en el debut de campaña del equipo blaugrana.

Gerard, si por casualidad estás leyendo esto: ¿Qué piensas? Hemos tenido jugadores-entrenadores y jugadores-técnicos; sin embargo, ningún club desde la fundación del Barcelona hace poco más de un siglo ha tenido un jugador-presidente. ¿Te gusta la idea?

De todos modos, los hinchas que cantaban a favor de la inmediata presidencia de Piqué no sabían cómo su iniciativa empezó a marchar, lo bien pensada que fue, o cuánto dinero le costó.

Corren tiempos turbulentos en el Camp Nou, y si bien todos tenemos nuestras fuentes, es más difícil que nunca obtener información firme, cuando todos y cada uno de los empleados del club nadan más fuerte que nunca en un intento por mantenerse a flote, en contra de la agresiva marejada que representa la inmensa deuda que lo acecha. Sin embargo, si leemos los rumores correctamente, la “inversión” hecha por Piqué para mantener a su equipo bien encarrilado tiene dos caras.

Parte del diferimiento salarial (lo que es lo mismo: una cantidad que se le pagará de todos modos, aunque dentro de un momento significativamente posterior al inicialmente pautado) tiene la intención de darle al Barça un alivio inmediato de sus deudas. Sin embargo, de forma crucial, Piqué está renunciando a una importante suma (amigos, quiero decir que renuncia por completo a ella) de ocho dígitos a lo largo de tres años.

Aunque también nos da a entender que este presidente sin cargo también ha renunciado a los bonos e incentivos presentes de rigor en cualquier contrato laboral deportivo de alto perfil. Lo que quiere decir que si el Barça, gracias a algún milagro, ganase la Champions League y/o el título de liga durante las dos próximas temporadas, dejar de devengar los “incentivos” de su contrato por logros colectivos e individuales, significa que Piqué está renunciando a un monto de ocho dígitos mucho mayor al originalmente debido.

Por supuesto, ustedes son libres de formarse una opinión. de pionero Lamentablemente, algunos lo verán de forma despectiva. Cierto, Piqué ya es un hombre acaudalado. También es cierto que la cantante Shakira, pareja del futbolista, también es una mujer sumamente adinerada. Sin embargo, dos de los factores más comunes entre los múltiples hombres y mujeres pudientes que he conocido son: primero, que “nunca es suficiente”, sin importar cuánto dinero tienen. Segundo, que aquellas personas adineradas y de mentalidad filantrópica usualmente renuncian al dinero ya negociado y que creen se merecen, con el mismo entusiasmo con el que Drácula piensa en ajos, clavos y la luz del sol.

Si son incapaces de apreciar el gesto de Piqué como algo enormemente significativo, inteligente y probablemente único, entonces deberían abandonar el debate.

Después del partido dominical, Piqué se aseguró que la (extensa) entrevista a pie de cancha no fuera tanto sobre él, su gol o la renuncia a su sueldo; por el contrario, defendió a sus compañeros capitanes y su disposición a imitarlo. (Tampoco perdió tiempo en apuntar a “los hombres de arriba”). Su conclusión es que, a menos que todos dentro del club remen de inmediato en la misma dirección, el FC Barcelona se caerá a pedazos. Y será todo un desastre.

Posteriormente, cuando Jordi Alba habló sobre la condición de Piqué en lo que respecta a renunciar a su sueldo para que el Barcelona volviera a operar normalmente (en el corto plazo inmediato), utilizó el término “timing”.

La verdad es que Piqué fue pionero, primero porque renunciar a una cuantiosa cifra monetaria de ocho dígitos fue su idea, no la del club. Asumió la iniciativa. Durante las últimas tres semanas, Piqué ha planificado, sondeado la opinión de las personas a quienes más respeta, haciendo cálculos y despejando la ecuación riesgo/recompensa/consecuencias.

El primer aspecto de su iniciativa tiene que ver con ambiciones personales y su propia satisfacción. Desde hace tiempo, el zaguero catalán de 34 años decidió que no sentía deseos de experimentar en otro equipo extranjero, luego de su paso por el Manchester United entre 2004 y 2008. Barcelona, la ciudad, era su hogar; y su familia lo sintió (al igual que Leo Messi, su esposa e hijos antes que él) cuando recibieron la sorpresiva noticia de manos del club. La idea de partir era inaceptable.

Más que eso. Piqué siente al Barça como “su” club.

En la noche del domingo, Piqué subió a las redes un breve video de cuando tenía cuatro años, acompañado por sus abuelos, pidiendo cortésmente el autógrafo de Ronald Koeman. Las imágenes fueron captadas aproximadamente dos años después que Koeman marcase el gol que aseguró la primera victoria del club en una final de Copa de Europa. El amor de Piqué por el club tiene amplio contexto; sin embargo, esa es la referencia histórica más reciente. De todos modos, tras haber decidido desde hace tiempo que quería jugar con el Barcelona hasta cumplir los 37 años, un factor fundamental en su razonamiento durante las últimas tres semanas era la decisión de no jugar por jugar. Piqué quiere ganar.

Si le han visto o escuchado con atención, ya les será evidente que no es el juego en sí lo que le inspira. Se trata de competir, competir con tesón, retarse a sí mismo, arriesgándose a la derrota, pero hambriento de triunfos. Esos son los mismos elementos que inspiraron su inversión en el FC Andorra (del que es propietario y accionista mayoritario) y su participación monetaria en la Copa Davis de tenis (de la mano de su amigo y socio de negocios Hiroshi Mikitani). En una escala menor, es lo mismo que inspira la fascinación que Piqué siente por el póquer.

Para que el Barcelona fuese más competitivo, especialmente tras la partida de Messi, era imprescindible que Memphis y García (ambos con excelentes actuaciones contra La Real) no se quedaran sentados en el banquillo hasta enero, cuando se reinició la inscripción de jugadores en España.

Al obsequiar una suma multimillonaria en euros a su club, Piqué ha invertidoen las habilidades de su equipo para competir y pelear por trofeos.

Eso hace que su atrevida decisión tenga mayor lógica, ¿cierto? Pero seamos sinceros. Dentro de una situación idéntica, ¿cuánto dinero del que les pertenece por contrato, de pleno derecho, ustedes estarían dispuestos a entregar? ¿€10 millones, €20 millones? ¿más? ¿menos? ¿nada? Sean honestos.

Hablamos de una persona sumamente obsesionada con la NBA. Piqué tomó en cuenta el hecho de que un par de grandes “líderes-jugadores” en la historia reciente de la NBA, capaces de concretar operaciones personales históricas y alucinantes, fueron capaces de ceder (apenas un poco) a sus franquicias, porque obligar a éstas a pagarles tanto dinero como el que podían conseguir les habría hecho menos competitivas y con menores probabilidades de ganar.

Pensemos en Lebron James y el Miami Heat en 2010, si quieren.

Piqué incluyó otro elemento, a veces amargo, en su planificación para reducir su sueldo: el realismo. Habló con sus padres, con su pareja y con Arturo Canales, su representante y amigo por 20 años, altamente prestigioso y de amplia experiencia. Si bien es cierto que muchos de ellos le hicieron saber sus dudas y consejos en contra de la decisión, afectados por tantos años de lucha para proteger cuantiosos contratos, también jugaron el papel de abogado del diablo.

El fútbol como negocio es despiadado, tiene muy poca memoria o lealtad y el karma de la recompensa a las buenas acciones es solo un cuento para los ingenuos o los demasiado afortunados. Y varias voces le recordaron a Piqué que haría un acto de fe para con una junta directiva barcelonista con poco tiempo de instituida y que aún debe demostrar su valía. ¿Utilizarían de forma inteligente y honesta el inesperado y valioso gesto de Piqué (y, en su debido momento, del resto de los capitanes del equipo)? El consenso era que no había elementos para dar una opinión concreta.

Pocos meses antes, Piqué decidió en contra de todos los consejos médicos, evitando someterse a una intervención quirúrgica para reparar un ligamento interior de rodillas, todo con la finalidad de volver a la cancha en menos tiempo y jugar la campaña anterior, en vez de regresar en esta recién iniciada temporada; todo con la intención de ayudar a su equipo. Un riesgo calculado, pero un riesgo de todos modos. En definitiva, la audacia de Piqué rindió frutos. A pesar de haber quedado eliminados de Champions y fuera de contención en LaLiga, el jugador alzó el trofeo número 36 de su trayectoria, cuando él y el resto de la plantilla de Koeman ganaron la Copa del Rey. Pero, ¿quién sabe por cuánto tiempo su rodilla seguirá asumiendo con respeto los rigores del implacable calendario del futbolista de alto nivel?

Ojalá juegue y siga ganando buen dinero hasta que cumpla 37 años. Sin embargo, no hay nada garantizado.

De igual forma, un par de malos partidos, unos cuantos resultados negativos y una o dos noticias (veraces o no) en los medios, ¿y quién sabe si los mismos que cantaron “Piqué presidente” en la noche del domingo no le abuchearán a él y al resto de los jugadores que hicieron sacrificios en lo económico? Esto se discutió, se tomó en cuenta y se aceptó.

Recuerden que hablamos del mismo club que le prometió a Eric Abidal una extensión contractual tan pronto como se recuperara del cáncer y comenzara a jugar fútbol con el primer equipo, solo para hacerle correr por la puerta de atrás. También hablamos de Laporta, el mismo presidente que formó parte de la administración que congeló a Piqué en el banquillo y le privó de jugar al fútbol semana tras semana, obligándole a salir cuando apenas tenía 16 años y era un canterano que luchaba por sus derechos contractuales; lo que concluyó en el fichaje de Piqué por el Manchester United de Arsene Wenger.

Nada de lo antes mencionado tiene la intención de pintar a Piqué como un santo. No lo es, está consciente de ello y todos quienes orbitan en torno al “Planeta Piqué” conocen bien su feroz y volátil temperamento, su obstinación digna de una mula que le hace decir precisamente lo que quiere, a veces sin estar consciente de las consecuencias. Sin embargo, hablamos de un futbolista de renombre y jerarquía que acaba de tener una iniciativa digna de todo mérito, que vale la pena analizar y comprender. Pueden apostar hasta su último dólar (o 20 millones) que algunos jugadores y agentes de primer nivel en Europa están totalmente horrorizados por lo sucedido.

De muchas formas, Piqué me recuerda a Six Alex Ferguson, quien fuera su entrenador en el Manchester United. Durante toda su brillante carrera, “Fergie” siempre estuvo consciente de que su habilidad innata para confrontar problemas amenazantes, crear un plan para superarlos y atacar ferozmente tras haber hecho todos los cálculos posibles e imaginables de sus consecuencias, le puso constantemente en un nivel superior al de los más voraces técnicos rivales en su liga doméstica.

Piqué también cuenta con esa misma aptitud. Hablamos del mismo chico que, hace muchos años, le reveló al fallecido exfutbolista y comentarista Michael Robinson que él y Cesc Fábregas, cuando se aburrían de adolescentes, se acercaban a las playas de Barcelona para robar tapones de gasolina a los autos estacionados en el lugar. También hablamos del mismo chico que se fue de fiesta con varios compañeros de clase en un bote propiedad de los padres de uno de sus amigos para celebrar su graduación de secundaria.

Siendo los jovencitos intrépidos como suelen ser, y con sus padres sin conocimiento de la fiesta improvisada, desataron al yate de amplias proporciones del muelle, lo encendieron y emprendíeron viaje rumbo al mar hasta que intervino la guardia costera. No haré ningún comentario sobre los cabecillas, pero si se dirigen al sujeto que inspira la presente columna como Contralmirante Piqué, él sabrá bien por qué.

También les mentiría si no les confieso, una vez más, que formé parte del incidente más tristemente célebre de la carrera de Piqué, el recordado “recorte de mallas” tras la final del Mundial 2010, en las entrañas del estadio Soccer City de Johannesburgo. Un empleado maleducado y criticón mintió sobre el sitio donde escondieron las redes utilizadas durante el partido, y no sólo le negó al central español la oportunidad de recortar y guardar así fuera una pequeña parte de la red, sino que también se burló de él.

“Muy bien, Graham: yo lo golpeo, tomas la malla y salimos corriendo”, sugirió el mismo hombre que hace 35 minutos había alzado la primera Copa del Mundo obtenida por la selección española, frente a una audiencia televisiva de miles de millones de personas. En una de las pocas decisiones sabias de mi vida, convencí a Gerard que la negociación era mejor táctica que el pugilismo.

Las negociaciones sostenidas durante las últimas tres semanas han sido complejas, interesantes y únicas. En la noche del domingo, tuvieron consecuencias espectaculares.

Hace muchas lunas, durante una entrevista con un periodista de una emisora radial catalana, Piqué dejó colar la idea de que aspiraba a convertirse un día en presidente en el Camp Nou. Sin embargo, sus recientes emprendimientos comerciales empezaban (a mi criterio) a sugerir que su ambición empresarial le habían hecho cambiar de objetivo. Todo parecía indicar que los eSports, el tenis, su expansión en redes sociales, su inversión en fútbol de fantasía sustentada por el blockchain, y la producción de películas y documentales comenzaban a hacer que su visión de futuro fuera macro, no micro.

Hoy en día, no estoy tan seguro de ello. Ahora creo que la idea de conducir los destinos del club de sus amores sigue impulsándole. No olvidemos que Piqué fue responsable directo de asegurar la cifra cercana a los €250 millones del patrocinio de la empresa japonesa de comercio electrónico Rakuten al Barcelona. Algo meritorio. Si Piqué se convierte, de hecho, en presidente del FC Barcelona, imagino que ocurrirá dentro de un tiempo considerable y contra las recomendaciones de la mayoría de sus confidentes más íntimos. A pesar de ello, la evidencia reciente nos demuestra que probablemente haría un mejor trabajo de lo que han sido capaces Sandro Rosell, Josep María Bartomeu y la actual versión de Joan Laporta (todos juntos).

¿Se acuerdan del mal concebido, sublimemente egoísta y vergonzosamente anunciado proyecto de la Superliga, gracias al cual Laporta mantiene un cordón umbilical que le ata a Florentino Pérez? ¿Quién fue el futbolista español de mayor renombre que salió al ruedo para oponerse al concepto? Sí, adivinaron bien.

¿Piqué presidente? Yo diría que sí. ¿Y ustedes?