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Xavi Hernández busca superar la 'mentalidad derrotista' del Barcelona, pero debe hacerlo con cuidado

Aunque el Real Madrid ha impuesto un dominio magnifico en la carrera por el título de LaLiga, ha sido fascinante ver y escuchar los primeros intentos de Xavi Hernández por provocar e incluso mofarse para conseguir una reacción del Barcelona, que permanece rezagado a siete posiciones y 18 puntos de sus eternos rivales. Por decirlo cortésmente, Xavi ha sido atrevido con su vocabulario, incluso asumiendo altos riesgos.

Cuando el Bayern apabulló al Barcelona la semana pasada en Múnich, eliminando a los gigantes del fútbol español de la Champions League en fase de grupos por primera vez desde la temporada 2003-04, se les hizo un servicio importante cuando Thomas Muller dijo la verdad desagradable, pero precisa, cuando declaró que la plantilla culé no se encuentra en el nivel atlético ni físico necesario para jugar el estilo futbolístico actualmente requerido para jugar en la elite. El incontenible, soberbio y ultra exigente ganador del Mundial de Fútbol y la Champions comentó: "El Barcelona no puede soportar nuestra intensidad de juego. Siguen 'teniendo lo suyo' en la técnica; grandes jugadores tanto a nivel técnico como táctico. Pero son incapaces de competir con la máxima intensidad al nivel más exigente del fútbol europeo".

No solo era un hecho puro y duro. La situación también le dio una rama de olivo a Xavi. El flamante técnico barcelonista pudo haber dicho algo similar a: "Heredé una plantilla que ha tenido problemas con las lesiones y el nivel físico. Estoy reformulando nuestra filosofía para enfocarnos en la intensidad competitiva. Ya he mejorado significativamente nuestro departamento técnico… pero esperar un cambio sustancial en la preparación física a mitad de temporada cuando jugamos tres veces a la semana, la mayoría de las semanas, es poco realista".

Al contrario, Xavi expresó su total desacuerdo con Müller y comenzó a desahogar sus sentimientos sobre la carencia de fortaleza sicológica, confianza y actitud entre algunos de sus jugadores.

Un terreno peligroso, muy peligroso.

El técnico catalán, después de impartir una conferencia contundente a la plantilla tanto en el descanso como tras la conclusión del partido en tierras bávaras, declaró en la previa del empate 2-2 del domingo en su visita al Osasuna, refiriéndose a haber visto un Barcelona "menor" contra el Bayern, y sus sensaciones de que luchaba contra la instauración de una mentalidad "derrotista" dentro de su club.

"Mi plantel tiene mejor nivel del que estanos demostrando", afirmó Xavi. "Seguía la temporada del Barcelona antes de mi llegada, pero ahora diría que los jugadores están más decaídos de lo que creía. Es un problema más sicológico que futbolístico. Aquí se requiere la excelencia, en vez de actuaciones de 6 o 7 de 10. Contra el Bayern tuvimos fallas futbolísticas, pero creo que lo que más nos perjudicó fue el aspecto sicológico".

Después de una actuación sumamente mejorada contra el Osasuna en Pamplona, cuando (también es cierto) el Barça renunció a la posibilidad de ganar y, según su director técnico, ignoró exigencias tácticas específicas inculcadas por él durante las prácticas de viernes y sábado, Xavi volvió a su temática de jugadores reducidos ante la tensión constante.

"Nos encontramos en una dinámica negativa", expresó Xavi, "una de la que nos costará escapar. Lo positivo, y a la vez negativo, es que aquí marcaron la diferencia jugadores de 17, 18 y 19 años. Ellos fueron los que hicieron un gran trabajo para nosotros, así que tendremos que ser mucho más exigentes con otros jugadores".

Se trata de un discurso interesante por parte del recién llegado entrenador barcelonista, uno que indudablemente describe algunas de las dificultades confrontadas actualmente por futbolistas tales como Frenkie de Jong, Marc-Andre ter Stegen, Oscar Mingueza, Philippe Coutinho, Sergino Dest y Luuk de Jong, entre otros. Sin embargo, los riesgos de resaltar problemas de seguridad, o dar indicios de la fragilidad de su equipo, son significativos.

Decirles a los jugadores, como grupo, que son sicológicamente frágiles conlleva la amenaza de que algunos de ellos se apaguen por completo, producto del orgullo. También conlleva el riesgo de que algunos jugadores con bajo desempeño se reduzcan y caigan aún más en la crisis subconsciente a la que ya se enfrentan. Decir semejantes cosas en público no debe ser producto de la frustración e ira, y elegir qué "verdades" del vestuario se revelan ante los medios es un camino sumamente traicionero, en el que las ventajas de captar el mensaje, los tiempos y el impacto apropiados, son tentativamente catárticas (de forma positiva); mientras que los aspectos negativos pueden ser catastróficos, duraderos y divisivos, sirviendo además de néctar para tus enemigos.

Para cualquiera que haya seguido de cerca a Xavi o al Barcelona durante los últimos 25 años, esta vorágine de revelaciones sicológicas es interesante por partida doble.

A los 18 años, Xavi irrumpió en la plantilla del Barcelona como mediocampista ultra talentoso, a poco de alzar la Copa del Mundo sub-20 con la selección de España en Nigeria. Sin embargo, su primer encuentro de clubes fue la derrota en la Supercopa de España ante el Mallorca. Su primera campaña de Champions terminó con la eliminación en fase de grupos a manos del Bayern Munich y Manchester United (un eco de lo vivido esta temporada), y si bien aquella plantilla liderada por Louis van Gaal ganó el titulo de LaLiga de España en la primera campaña de Xavi con el equipo absoluto, tanto él como el club después entraron en una espiral negativa: el Barcelona no alzó un solo trofeo en los seis años siguientes.

Solo dejen que esa cifra corra por sus cerebros por un momento. Seis temporadas.

En un desarrollo interesante durante el invierno de la temporada 2002-03, el entonces director general del Barça Javier Pérez Farguell condujo una detallada auditoría interna del club que dictaminó la existencia de una "mentalidad derrotista" dentro de la plantilla culé. Pérez Farguell también reconoció que jugadores como Xavi, "con impacto de bajo perfil y bajo impacto en aspectos de mercadeo y patrocinios" eran prescindibles. Incluso, le dio permiso, al menos a un intermediario que conozco, para que buscara un nuevo club para el joven volante.

"La mentalidad derrotista" es esencialmente una frase del 2002 que resurgió la semana pasada, para resumir los males que actualmente Xavi afirma intentar evitar y curar dentro del club que ha heredado.

Asimismo Xavi, cuando era jugador, debió sufrir abucheos cuando ingresaba a la cancha en sustitución del héroe culé Pep Guardiola. El ambiente dentro del club era tóxico, la deuda crecía fuera de proporción, y el primer equipo estaba repleto de jugadores holandeses y suramericanos que ya habían vivido sus mejores tiempos, aunque el club no había tomado ninguna medida inteligente para lidiar con esos hechos.

¿Les suena familiar?

La cuestión es que existen paralelismos. Xavi ha estado en esta clase de situaciones y logró sobrevivir gracias a dos características fundamentales: era altamente talentoso (al igual que Gavi, Nicolas Gonzalez, Ansu Fati, Pedri, Abde Ezzalzouli, Ronald Araujo y Alex Balde), y era tan terriblemente testarudo que simplemente se negaba a ser expulsado del club que tanto quería. Hablamos de un hombre que no sólo es un entrenador talentoso, comunicador brillante y discípulo, precisamente, del mismo estilo futbolístico impartido a sus jóvenes en ciernes durante sus años en las canteras. Sin embargo, ¿funcionará bien su estilo de "terapia de choque", hablando sin tapujos sobre las carencias psicológicas y de confianza dentro de su plantilla?

Existen múltiples ejemplos que demuestran que intentar lidiar con el ánimo, seguridad y mentalidad ganadora de un grupo está plagado de desafíos.

¿Qué nos dicen del propio Guardiola, mentor de Xavi? Su punto de vista, esencialmente, es el siguiente: "Necesito tiempo, pero debemos crear espíritu de equipo, tan pronto como sea posible. Eso es lo más importante. Después podemos trabajar en la táctica, pero primero debemos crear algo especial entre nosotros".

Unai Emery, ganador de cuatro títulos de Europa League con dos clubes distintos (competición en la que es obligado el triunfo para Xavi y el Barcelona esta temporada, tras haber quedado en el sorteo con el Napoli en la ronda de eliminación directa) sirve como buen guía de ello.

El entrenador del Villarreal reconoce que "lo principal es saber cómo ganarse la confianza de los jugadores: liderando, dando el ejemplo, aplicando lo que exiges de ellos… dedicación, compromiso, respeto, un tratamiento justo… todo ello es liderazgo. Tus jugadores confiarán, y seguirán, una idea, si están convencidos de ella. Eso implica gestión, enseñanza y disciplina".

"La confianza se construye día a día. Es muy difícil establecer un clima de confianza y a la vez, es muy fácil de romper. Puedes hacer cien cosas en las que generas confianza, pero con una sola en la que creas desconfianza, puedes arruinar las otras cien".

María Ruiz de Ona fue sicóloga del deporte por muchos años en el Athletic Club, específicamente dentro de su cantera, y actualmente está vinculada con la Aspire Academy de Doha. "El primer paso importante, si queremos transformar y mejorar una cultura organizacional, es tener un lenguaje común: ¿Qué significa 'competir' en este club? ¿Qué es el 'éxito' para este club?", afirmó. "Y ese proceso no solo surge en la cancha, sino también en los pasillos del club, los vestuarios, en las reuniones, en conversaciones entre jugadores y entrenadores".

"El fútbol necesita entrenadores que comprendan que su labor no es desplegar 11 'soldaditos' sobre el césped, sino entender que esos 'soldados' tienen emociones: que piensan, deciden, aprenden. Ese entendimiento del entrenador generará una clase de relación distinta".

En cuanto a la crudeza de su lenguaje y carácter implacable, Xavi se encuentra a pocos grados de intensidad por debajo de su excompañero, entrenador y viejo amigo Luis Enrique, actual seleccionador de España. Durante su exitosa carrera, el técnico de La Roja siempre ha tenido a su lado, literalmente, al sicólogo del deporte Joaquín Valdés. Bien sea en sesiones de entrenamiento, ruedas de prensa, entrevistas o reuniones, Valdés se asemeja a una extensión de la personalidad del español: siempre escucha, analiza, asesora y ofrece servicios a los jugadores que harán exitoso, o no, a Luis Enrique.

El entrenador del seleccionado español reconoce que "desde que Xavi asumió el puesto, he visto mejorías. Quizás no la mejoría que los hinchas ansían ver, pero eso tomará tiempo. Cuando tienes un equipo cuyo desempeño se encuentra tan alejado de su potencial, la causa principal es la confianza. Xavi asumió un equipo en el que los jugadores tenían muy poca confianza debido a los meses anteriores, y restaurar la confianza no es algo para lo que se pueda prescribir una píldora: requiere de tiempo y paciencia".

Palabras sabias. Y quizás sea un consejo que Xavi, evidentemente estremecido y públicamente frustrado por la mentalidad de algunos de sus nuevos alumnos, podría digerir.