De vez en cuando, un columnista puede decir: "¡Te lo dije!" Bien, ahora me toca a mí, y sólo voy a decir: Les advertí que Lamine Yamal era fenomenal.
No ha pasado ni una semana y la Eurocopa 2024 ya es un torneo de buenos titulares, grandes acontecimientos, sorpresas y diversión. Pero Lamine se lleva todos los honores: su actuación inteligente, entretenida, admirable y récord en la victoria por 3-0 de España contra Croacia habría destacado aun si tuviera veintitantos años.
Este chico catalán es un hervidero de creatividad, inteligencia, audacia e ingenio, pero recuerda: no sólo tiene 16 años, sino que seguirá teniendo esa tierna edad cuando termine el torneo. (Incluso reconoció la semana pasada que tuvo que llevarse los deberes a Alemania). Y, francamente, ya les advertí sobre él.
El año pasado escribí sobre cómo el debut internacional de Lamine (y su primer gol) llegó a una edad más temprana que Pelé, Maradona, Johan Cruyff, Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, cinco años antes que Alfredo Di Stéfano y seis años antes que Zinedine Zidane. Su precocidad batió récords equivalentes en la NFL, el rugby internacional y la NBA, lo cual no sólo lo hace especial en términos futbolísticos, sino que rompe todos los moldes.
Desde que escribí sobre él en este espacio en septiembre de 2023, llegó a sumar 50 partidos con Barcelona tres años antes que Messi. Ahora bien, hay que decir que nadie, o al menos nadie en su sano juicio, está anticipando que el joven Lamine vaya, por deducción, a igualar o desbancar a Messi, pero uno utiliza estos puntos de referencia para darle contexto a lo que está presenciando.
Contra Croacia, un equipo que a España suele resultarle difícil de digerir y de abrir, el joven extremo ya se había mostrado seguro y cómodo en su espacio antes de disfrutar de sus dos mejores momentos en el partido. Se había enfrentado mano a mano con Josko Gvardiol, de Manchester City, a quien Dani Olmo definió como "uno de los mejores defensores del mundo", y había ayudado a Dani Carvajal a contener los ataques del número 4 de Croacia para cuando llegó la primera contribución de Lamine en el arco.
En un córner a la derecha, Lamine recibió la pelota fuera del área, hizo un pequeño movimiento y luego ejecutó una de las cosas que lo hacen tan especial: tomó la decisión correcta.
Muchos jugadores jóvenes, sobre todo los extremos, creen que la pelota es "suya" y que su única misión es emocionar a los hinchas. Eso significa que acaban ansiando el adictivo elíxir de la adoración del público, anhelando oír los "uuuuh" y "aaahh" de los aficionados que, criados con clips de YouTube, piensan que contemplar algunas habilidades de caviar es casi tan importante como marcar o ganar. Lamine no está hecho de esa manera; de hecho, toma un número sobrenatural de buenas decisiones cuando tiene la posesión. No tiene ninguna predilección por el lucimiento y su ego es nulo; su mentalidad consiste en hacer lo más eficaz e importante con la pelota.
Volviendo a la acción del partido en cuestión, esta vez alimentó a Pedri, y jugó el pase de tal manera que su compañero del Barcelona tuvo espacio y tiempo para habilitar a Fabián Ruiz. Y un par de gambetas después, el mediocampista de París Saint-Germain convirtió.
Cuando hablé con el seleccionador español, Luis de la Fuente, la semana pasada, y elogié la valentía que demostró al estar tan absolutamente seguro de que un chico de 16 años podría manejarse bien en el fútbol internacional, el técnico español utilizó la frase de que Lamine es "uno de esos jugadores tocados por la varita mágica de Dios".
Sólo puedo suponer que Croacia no vio nuestra entrevista. Lamine llevaba más de un año arrasando con su club y con su selección, hasta tal punto de colaborar con un tanto (gol o asistencia) para España cada 64 minutos. (¿Mencioné ya que tiene 16 años?). Entonces, ¿en qué estaba pensando Croacia cuando no lo marcó, ni lo presionó, y ni siquiera le prestó suficiente atención cuando se convirtió en el futbolista más joven en hacer una asistencia de gol en la Eurocopa?
Muchas veces escribí sobre la frase "encontrar la presa", a la que solía hacer referencia el cuerpo técnico de Liverpool FC cuando era el club dominante en Inglaterra, Europa y el mundo. El concepto era que, si jugabas en esas versiones de Liverpool, debías estar más afilado, ser más listo y depredador que tu adversario. Estar más alerta. Los fieles de Anfield predicaban que cuando la pelota no estaba en juego, o cuando se acercaba el entretiempo o el tiempo completo, el rival (normalmente bajo presión y con necesidad de recuperar el aliento o de reagruparse mentalmente) se "adormecía".
Ocurre una y otra vez. Basta con recordar cuántos goles marcan los "grandes" clubes y equipos internacionales en el tiempo añadido después del primer tiempo o al final de un partido. No es sólo habilidad, sino mentalidad.
El sábado en Berlín, Croacia fue la presa y Lamine el lobo. El tercer gol, que creó de forma magistral, se vio venir en cuanto el árbitro Michael Oliver señaló el córner. Croacia pensó que el silbato del entretiempo lo iba a salvar, no se concentró, y cuando Lamine recibió la pelota, tenía muchísimo espacio.
Mentalmente, ya estaban en el vestuario lamiéndose las heridas. ¿Fue porque el equipo de Luka Modric estaba cansado? ¿Fue porque, subconscientemente, siguen pensando en él como "sólo un niño" y, por tanto, como una amenaza menor? La verdad es que no lo sé, pero estaba espléndidamente aislado, y me dijo después del partido que había "visto a Dani Carvajal corriendo hacia el primer palo, así que le puse la pelota ahí".
Es tan sencillo de decir y tan difícil de hacer, a menos que tu rival se desconecte. Y Croacia lo hizo.
Pero aún había más. En el segundo tiempo, este chico que ya es, por un margen considerable, el futbolista más joven en jugar un Campeonato Europeo de la UEFA, estuvo a punto de sumar "goleador más joven del torneo" a su lista de galardones. La verdad es que estaba arriba, abierto y en una posición muy favorable cuando Pedri finalmente le pasó la pelota al principio del segundo tiempo, y sólo una magnífica atajada de Dominik Livakovic (que dudo que sea superada en todo el torneo) evitó que Lamine pusiera el 4-0 para España.
Así que ahora viene la embestida, y no me refiero específicamente a Italia o Albania.
En la última Eurocopa, Pedri (de 18 años) fue el merecido ganador del premio al Mejor Jugador Joven, y si España mantiene su ímpetu, Lamine es un firme candidato para seguir sus pasos con 16 años. Como tal, los medios de comunicación de todo el mundo, que se despertaron tan despacio como lo hizo Croacia con el tercer gol de España, querrán ahora un "pedazo" de él. Hubo fotos, reportajes, entrevistas y más cámaras en la concentración de España. Me entristece decirlo, pero lo que hizo el sábado lo ha convertido en una "mercancía" en los ojos de muchos.
El cuerpo técnico y los jugadores de España han reiterado una y otra vez las expresiones "cuidarlo" y "protegerlo", pero este chico es fuerte, inteligente y no se desviará fácilmente de su camino.
Cuando Lamine tenía unos cuatro años, ansiaba tanto jugar al fútbol que se metía en los partidos que jugaban su padre y algunos primos en el parque. Una vez me contó que le pateaban la pelota a la cara y le dolía, pero él nunca se retiraba del partido ni se quejaba. Ya entonces era duro.
Le daré la última palabra sobre este tema a Carvajal, el hombre al que Lamine le hizo su maravillosa asistencia.
El vicecapitán de España me dijo hace unos días: "Estaba hablando con Nacho y le dije: '¡Cuando yo tenía 16 años, estaba jugando en la cantera de Real Madrid y gané la Copa de Campeones, y era el chico más feliz del mundo!".
"¿Y ahora este chico va a jugar una Eurocopa de titular? Y como una figura importante para nosotros. Es increíble. Dice mucho del talento que tiene. Tiene un talento único y difícil de explicar. Con un jugador tan joven hay que tener mucho cuidado, porque el fútbol de elite exige mucho. Debe tener muchas ganas de aprender para llegar a ser uno de los mejores del mundo".
Quizá incluso el mejor.
Lamine ha despertado a unos cuantos con lo que hizo contra Croacia, pero, sobre todo, el adolescente nos recuerda a todos por qué amamos tanto el fútbol. Sólo por eso, bien jugado, chico.