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La revolución de un domingo de Euro en Alemania

DUSSELDORF (Enviado especial) – Consejo: si te enfermás en Alemania, rezá para que no sea domingo. O al menos tomá la precaución de tener un robusto botiquín de emergencia. Porque si necesitás remedios para salir del paso, no vas a encontrar ninguna farmacia abierta.

Ni siquiera ser sede de la Eurocopa 2024 rompe totalmente con la tradición. Es casi una utopía encontrar un negocio abierto, pero no está mal visto: el 54 por ciento de los alemanes apoya que estén cerrados. En caso de urgencia, los alimentos solo se consiguen en estaciones de servicio porque solo algunas panaderías abren sus puertas. La revista Der Spiegel estima que apenas un cuarto de los trabajadores lleva a cabo sus labores el domingo de manera regular.

A tal punto llega la norma que actividades como taladrar o cortar el césped deben esperar hasta el lunes. Tampoco se pueden reciclar botellas de vidrio para no alterar la paz. El ruido puede desembocar en advertencias de los vecinos o denuncias a la Policía.

Una costumbre de larga data

El domingo es sagrado y el derecho a descansar forma parte de la constitución. De hecho, se solicita sólida fundamentación para aceptar excepciones. "Todos los jueces y el pueblo en las ciudades, así como la práctica de las artes y los oficios deben descansar el día del sol”, reza el edicto de Constantino El Grande, publicado el 3 de marzo del año 321. En alemán, domingo se dice Sonntag o "día del sol".

¿Cómo es la rutina del alemán medio? Según un informe de la Deutsche Welle, el 60 por ciento se despierta pasadas las 8 de la mañana y entre los planes habituales figuran asistir a misa en las Iglesias, visitar mercados para comprar ropa de segunda mano o souvenirs y a las 3 de la tarde, juntarse a charlar en alguna confitería, café con torta mediante. Claro que en el contexto de una Euro, todo puede variar.

Así se vivió el Alemania-Suiza en Dusseldorf

Este domingo, ESPN.com recorrió el Hofgarten, uno de los tantos parques de Dusseldorf, y fue testigo del disfrute de las familias al aire libre. Niñas y niños en los juegos infantiles, caminatas con mascotas, picnics en el césped, partidos de ping pong en las mesas disponibles, paseos en bicicleta o monopatines eléctricos decoran la escena. La agradable temperatura y la aparición del sol se valora de sobremanera por estos lados. Y si llega un domingo, tantísimo más.

La calma del día se contrapuso con el ruido que comenzó cerca del atardecer. Alemania jugaba ante Suiza por la Eurocopa y la gran cantidad de bares con pantallas de TV en las pintorescas calles Ratinger y Muhlenstrabe, entre otras del Centro Viejo, estaban repletos. Más allá de la importancia del partido, parece prevalecer el encuentro con amigos, siempre con una cerveza en la mano.

A pocas cuadras de allí, el Fan Zone de Burgplatz se llenó temprano y cientos de simpatizantes aguardaron detrás de las vallas que surgiera alguna chance de ingresar. Entre los afortunados, un 90 por ciento de locales, algunos pocos de España y Albania (juegan este lunes en el Merkur Spiel-Arena), un muchacho, que no era argentino, con la camiseta de Messi y una solitaria joven de Suiza, que al aparecer en la pantalla gigante recibió una fuerte silbatina.

Sobre el escenario montado, hubo un show previo de JC Zeller y Daniel Danger. El himno de Alemania se cantó con pasión y las banderas en alto. En los primeros 25 minutos, la policía y los médicos tuvieron más trabajo que la defensa del equipo de Julian Nagelsmann por la descompensación de tres jóvenes y alguna que otra persona detenida.

La explosión cuando Andrich mandó la pelota a la red culminó con un fuerte abucheo cuando el VAR anuló la jugada por una falta de Musiala. Pocos minutos después, el tanto de Ndoye para Suiza generó sorpresa. El “goooo, uhhhh” de los alemanes se repitió en varios tramos y la entrada de Fullkrug, al que se recibió con aplausos, provocó esperanza. Y ni hablar del 1-1 agónico del atacante de Borussia Dortmund, que generó más ruido que todos los domingos del último mes.

Una noche larga en el centro

Con el primer puesto del Grupo A garantizado, la desconcentración del Fan Zone se produjo en paz. La fiesta se extendió en el paseo de dos kilómetros que va desde el MedienHafen hasta la Kunstakademie, a orillas del río Rin. En la Altstadt (Casco Antiguo) era tan difícil caminar como comprar algo para tomar o comer. Y eso que la oferta gastronómica cuenta con más de 260 locales para todos los gustos. Allí sí coincidieron hinchas de varias de las Selecciones que disputan la Euro.

Al día le quedaban pocos minutos y los bocinazos sonaban sin cesar. La utopía dejó de ser encontrar un local abierto. Lo imposible era poder conservar el silencio, la calma y la paz tan habituales de los domingos en Alemania.