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Guillermo Ochoa: El aventurero

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Guillermo Ochoa a la portería del AVS Futebol SAD (1:08)

El traspaso está por hacerse oficial, el portero mexicano jugaría en Portugal. (1:08)

Con tres descensos a cuestas tras un paso por clubes muy modestos en Europa, Memo Ochoa emprende una nueva aventura en la que se perfila a mantener la tendencia: sufrir para no perder la categoría


La carrera de Guillermo Ochoa puede observarse desde dos ópticas. Primera, la del guardameta que dejó la comodidad para abrirse puertas en Europa, más allá de que el grueso de sus equipos fueron sumamente modestos y conoció de primera mano en tres ocasiones la amargura del descenso.

Segunda, la del futbolista que en el papel tenía argumentos para aspirar a mucho más que clubes de escasa prosapia; sin embargo, la realidad indica que para eso le alcanzó.

Ochoa es un personaje que divide opiniones, todo a su alrededor es blanco o negro. Para un bando no menor —representado por muchos jóvenes americanistas—, es el mejor portero en la historia de México; mientras que en el extremo opuesto se le considera un jugador inflado que nunca brilló en la élite.

Francia, España, Bélgica, Italia y ahora Portugal han sido los destinos del arquero nacional que, a sus 39 años, no contempla el retiro y tiene en mente asistir a una sexta Copa del Mundo en 2026, con todo y que el panorama ya no es tan claro como hace algunos meses.

Se le puede aplaudir a Memo la perseverancia, el hambre de mantenerse activo y vigente, y sobre todo la seguridad en sí mismo para, en plena madurez, no atender a la urgencia y analizar las mejores ofertas para elegir en dónde quiere jugar. No cualquiera y menos en la parte final de su carrera.

Al mismo tiempo se puede señalar que ya no existe esa certeza de que es un guardameta 100 por ciento confiable, capaz de ganar partidos con sus atajadas. En el Salernitana, su club más reciente, así como en Selección Nacional, sus actuaciones han estado caracterizadas por marcados altibajos.

Es el Memo Ochoa de la inolvidable atajada al cabezazo de Neymar en Brasil 2014, y el mismo que fue cómplice de un vergonzoso 7-0 ante Chile; el que salvó en innumerables ocasiones de marcadores escandalosos al Ajaccio, Granada y Salernitana, clubes con los que posteriormente descendió.

Tal vez no fue —no es— tan bueno como para aspirar a la élite europea, pero mucho menos malo al grado de estigmatizarlo por los más de mil goles que ha recibido.

Es un personaje histórico del balompié nacional, en ello no hay lugar a debate, y tras más de cuatro meses en el limbo, eligió una nueva aventura en la Liga de Portugal, con un equipo sumamente modesto que con toda certeza tendrá como prioridad salvarse del descenso.

Es Memo Ochoa, héroe o villano, pero sobre todo aventurero.