La UEFA Champions League vuelve esta semana con la ronda de octavos de final: cuatro encuentros de ida previstos para esta semana, y otros cuatro cruces tienen sus partidos de ida previstos para la semana del 22 de febrero. Entre los cotejos de esta semana, el que indudablemente atraerá mayor atención se llevará a cabo este martes en el Camp Nou, con el Barcelona recibiendo la visita del Paris Saint-Germain, en lo que promete ser un choque repleto de grandes emociones.
¿Podrá Lionel Messi encender a los gigantes del fútbol español para imponerse por amplio margen? ¿Podrá el Barcelona evitar otra gran decepción en Europa? En el caso del PSG, ¿cómo les irá sin la presencia de Neymar, cuya última lesión vuelve a descartarle para disputar otro importante encuentro de Champions? Por último, ¿cómo manejarán sus planteles Ronald Koeman y el recién contratado Mauricio Pochettino? Los periodistas de ESPN Sid Lowe (Barcelona) y Julien Laurens (PSG) nos informan sobre el ambiente que rodea a ambos equipos, con miras a lo que podría ser un encuentro crucial para el destino de las respectivas campañas de dos grandes del fútbol europeo.
Barcelona: Ya no son los débiles del 2020
Riqui Puig es conocido por su infatigable alegría. Por ello, no sorprendió mucho verle en la noche sabatina, con una sonrisa del tamaño del estadio. Después de todo, Puig es el adolescente que se ha descrito como “un chaval bastante feliz”, negándose a quejarse por la falta de minutos, insistiendo: “tengo familia y tengo salud”. Sin embargo, aquí había algo diferente, más profundo. En esta ocasión, Puig tenía más razones para sentirse contento, y no sólo por él.
Puig acababa de completar 90 minutos por primera vez en un partido, el Barcelona acababa de llenar el arco del Alavés con cinco goles y en su próxima cita, se enfrentará al París Saint-Germain en Champions League en la noche del martes, creyéndose capaces, incluso, de ganar. “Todos estamos ansiosos por ello; no podemos esperar que llegue ese día”, expresó Puig, con los ojos brillantes y su poblada cabellera, su dentadura limpia y bien arreglada. “Y creo que estaremos a la altura del compromiso”.
No hace mucho tiempo, era probable que el comentario del canterano culé fuera objeto de risas. Actualmente, es posible que Riqui tenga razón. Y es notorio el hecho de que existen ciertas posibilidades de que tenga razón.
A la hora de escenificar el sorteo de octavos de final, el Barcelona ya estaba fuera de la competición. Eso era, al menos, lo que la mayoría pensaba que iba a suceder. Y si bien nadie es capaz de admitirlo, y mucho menos en público, es probable que entre los incrédulos se encontraban los miembros de su plantel. Ciertamente, la mayoría de la hinchada formaba parte del grupo de escépticos. Una derrota en su último encuentro de fase de grupos, 3-0 jugando de local ante la Juventus, pesó fuertemente, revelando los problemas de la plantilla y dejándolos en el segundo lugar, expuestos a un rival de talla semejante y con pocas esperanzas de llegar lejos.
En ese punto de la temporada, el Barcelona venía de caer a manos del Atlético de Madrid y el Cádiz, siendo su cuarto revés en apenas 10 fechas de La Liga. “Rotos”, fue el titular de portada de El Mundo Deportivo después del partido contra el Atleti; “es un paso de gigante atrás” fue la confesión de Koeman tras enfrentarse al Cádiz. La humillación fue peor al escuchar al DT del Cádiz hablar sin tapujos sobre lo fácil que fue vencer a su club, que se encontraba en el noveno puesto de la tabla, más cerca de la zona de descenso que de un cupo en Champions.
Tras haber disputado diez encuentros, ninguna plantilla barcelonista había tenido peor suerte desde 1971. Los dos rotativos deportivos de la Ciudad Condal, Sport y Mundo Deportivo, vendían mascarillas del Barcelona por “sólo” €9.99, un precio nada asequible. “¡Equípate con la mejor defensa”, decía el slogan publicitario; prácticamente una invitación abierta para los comediantes aficionados de todas partes, de la misma forma que su juego era una invitación abierta a todos sus oponentes.
Después de ambas derrotas, justo en la víspera del sorteo de Champions, el Barça venció 1-0 al Levante. Pero si al menos habían ganado, la imagen final del partido lo resumía todo: Marc-Andre ter Stegen besando el balón en señal de agradecimiento, aliviado de que el remate final acabó en sus manos, aliviado por haber sobrevivido. Después, firmaron empates en dos de sus tres compromisos siguientes antes de vencer sufriendo 1-0 al Huesca, nada menos que el colista de la tabla. Un diario terminó despidiéndose del 2020, ese “Año Maldito”.
Pero he aquí la cuestión: el 2021 ha sido diferente. Los culés suman cinco triunfos consecutivos en Liga, a pesar de haber jugado cuatro de ellos en condición de visitante. Tienen tres victorias al hilo en Copa del Rey, todas fuera de su cancha. Vencieron a la Real Sociedad en tanda de penales para definir la semifinal de Copa del Rey. Han jugado 10 partidos y solo suman un revés… en tiempo extra en la semifinal de la Supercopa de España. Dolió, y dolió mucho, pero eso puede suceder.
Algo estaba cambiando, algo se asentaba. Las piezas parecían encajar.
Messi parecía estar… contento. Consiguió en Pedri a un socio con quien disfruta jugar. Lio parecía estar adoptando un nuevo rol, con una generación distinta a su alrededor, y quizás se sentía sorprendido ante la calidad que estos chicos parecen tener. De repente, Frenkie De Jong aparecía por todo el mediocampo. Ronald Araujo empezó a surgir y jugaba como el central de los próximos 10 años, tal y como lo califica Gerard Piqué.
El dilema de Jordi Alba sigue presente; sin embargo, la balanza se inclina por estos días a favor del “Buen Jordi”. Sergio Busquets ha comenzado a retomar el control en su papel como volante de contención. Ousmane Dembélé se mantuvo sano y finalmente ha conseguido continuidad por la banda derecha; dándole al Barcelona la capacidad de expandirse en la cancha, mientras se jacta de contar con una vertiginosidad que quizás ningún otro jugador tenga, en cualquier otro lado del mundo. “Está contento, tiene mejor forma física”, declaró Koeman. Hasta Antoine Griezmann parece haberse encontrado con su mejor nivel, con la sensación de ser importante para la causa de su equipo: no era cuestión de goles, era su rol sobre el césped.
Poco a poco, todo parece tener sentido. La estructura cambió: Koeman se ha revelado como un técnico pragmático y más flexible de lo que parecía inicialmente, y todo se ha sentido más racional. Esa brecha inmensa en el mediocampo ha desaparecido y el equipo ya no está tan dividido: existe una verdadera formación táctica en la cual los jugadores se han insertado. Aquella 4-2-3-1 (que más parecía ser una 4-1-caos) ahora se asemeja más a un sistema 4-3-3, aunque no del todo. Pedri, De Jong y Griezmann fueron tres de los mejores jugadores en España en enero pasado. Y por supuesto, allí está Messi. Koeman ha insistido en que sus jugadores se merecen un 10/10.
No han jugado tan bien y tampoco ha sido perfecto. Lejos de ello. La plantilla ha seguido lidiando con las lesiones: Piqué, Ansu Fati, Sergiño Dest, Philippe Coutinho, Sergi Roberto. Siguieron cometiendo errores y mostrándose vulnerables, aunque su juego ha sido más individual que colectivo (especialmente en el caso de Samuel Umtiti). Los triunfos en Copa fueron todos concretados en tiempo extra, específicamente contra Cornellá, Rayo Vallecano y Granada. En ningún caso se puede hablar de triunfos contundentes. Y dichas prórrogas, sumados a los partidos de Supercopa contra Real Sociedad y Athletic de Bilbao, sumaron 150 minutos adicionales a un periodo en el cual jugaron cada tres días. El cansancio se apoderaba de ellos.
Aún están por verse las consecuencias de semejante kilometraje. Desde el 28 de diciembre hasta el encuentro de este martes contra el PSG, los azulgranas habrán jugado 13 partidos más cinco prórrogas, el equivalente a un encuentro jugado cada tres días por un lapso de 49 días, con sólo dos escenificados en el Camp Nou. “Es un momento difícil, porque llevamos muchos partidos y, además, cuatro de ellos con prórroga. Viajes, llegar tarde…”, confesó Koeman.
Y eso no es todo. A veces, siguen dependiendo de ter Stegen… con demasiada frecuencia. Uno se preguntaba también que pasaría cuando el Barcelona se enfrentara a un equipo de verdadera calidad: después de todo, habían vencido a Betis, Elche, Granada, Rayo, Athletic, Cornellá y Real Sociedad (en tanda de penales). Quizás presenciamos parte de la respuesta cuando cayeron 2-0 contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán, a pesar de que Koeman declaró que habían jugado bien y merecían mejor suerte.
Mientras Koeman decía eso, algo se construía, algo surgía, en medio de toda esta situación. Quizás surgía un equipo. Así lo sugirió la dramática remontada en los últimos tramos del partido para imponerse al Granada. El Barcelona era mejor equipo, con toda certeza. Actualmente, cuentan con algo que no tenían antes. Algo de esperanza, para comenzar.
A pesar del retroceso sufrido con el Sevilla, después vino el Alavés y cinco goles más. Francisco Trincao, el último en llegar, sumó dos. Messi fue Messi y no existe mayor aspiración para un futbolista. Fue esa especie de victorias que te da “motivos para soñar” con vencer al PSG, según tituló el diario Marca. “Una prueba para el PSG”, según lo cataloga un diario catalán en uno de sus encabezados. De ser así, habrán pasado.
El Barça confía en tener a Araujo y Dest en plena forma física para el compromiso del martes. El domingo, hasta Piqué hizo un último intento para ser convocado. De repente, surgió la esperanza. Luego de creer que no había oportunidades, surgió un pequeño destello de luz. Riqui sonreía. Koeman también. “Estamos en buena forma y el equipo siente confianza”, dijo. “Éste es un buen momento para nosotros, hemos jugado bien por seis o siete partidos. Será un encuentro parejo”.
Quizás tenga razón. Y eso es algo que ni el hincha más optimista del Barcelona habría dicho a la hora del sorteo. Bien, quizás lo habría dicho Puig, pero nadie más. – Sid Lowe
París Saint-Germain: Todas las miradas puestas sobre Mbappé
La maldición ha vuelto a hacer de las suyas. Por tercera vez en sus cuatro temporadas vistiendo la camiseta del PSG, Neymar se lesiona en febrero, para perderse otro importante partido de su club en competiciones europeas. El brasileño no estará en la cancha este martes, cuando los campeones de Francia se enfrenten al Barcelona, su antiguo equipo, en el Camp Nou. Obviamente, se trata de un fuerte golpe a las aspiraciones de los parisinos, agravado por el hecho de que Ángel Di María también estará fuera de acción. La dupla de bajas está conformada por quienes han sido los mejores jugadores del PSG en fechas recientes.
La imagen de Neymar sin jugar se ha hecho demasiado frecuente, considerando que el delantero de 29 años ha estado ausente o imposibilitado de jugar aproximadamente la mitad de los partidos desde su llegada a la capital francesa en 2017. Es una estadística asombrosa, aunque nadie dentro del club culpa a Neymar de ello, como es obvio. Nuevamente han cerrado filas en torno a él. Nadie culpa a Mauricio Pochettino por haber puesto a jugar a su ‘10’ esencial en un encuentro de Copa de Francia en el que no se disputaba nada, contra un club de segunda división, en medio de un paralizante frio y en una cancha pesada. “Ney” necesitaba minutos, después de no haber acumulado mucho tiempo de juego en 2020. Es cierto que le patearon en Caen en la jornada del miércoles. Siempre lo hacen. ¿Es esa la razón de su ausencia? No, aunque tampoco ayuda mucho.
Dentro del club, como es lógico, mantienen el positivismo. El PSG sigue ostentando un plantel sumamente talentoso, con suficiente potencial para plantar cara al Barcelona. Hace dos temporadas, el Liverpool venció 4-0 a los gigantes del balompié español de la mano de Xherdan Shaqiri y Divock Origi, en vez de contar con Roberto Firmino o Mohamed Salah en el XI titular. En París no sienten pánico ni temor por enfrentarse a este Barcelona. Incluso sin la presencia de Neymar o Di María, el PSG se siente confiado de poder salir airoso. Solo necesitan que Pochettino consiga la fórmula correcta. Hasta ahora, la llegada del DT ha sido positiva, aunque no ha mostrado una calidad futbolística excepcional. Y para jugar bien y ganar, Pochettino dependerá en gran medida de Kylian Mbappé.
Desde su increíble temporada revelación 2016-17 vistiendo la camiseta del Mónaco, cuando Mbappé tomó Europa por asalto y marcó goles en cinco de seis rondas decisivas con apenas 18 años, el prodigio francés no ha tenido la mejor de las suertes en la principal competición de clubes del continente. Debió esperar hasta diciembre para marcar un tanto en Champions League en 2020. No pudo llevar a su club a cuartos de final en 2018, a pesar de haber tenido dos grandes oportunidades contra el Manchester United en la vuelta de octavos de final, en el Parc des Princes y con Neymar ausente. No se vio a Mbappé en el encuentro contra Real Madrid en los dos partidos de octavos de final de 2018, con Neymar ausente. Mbappé está obligado a sacar la casta en esta ocasión. Este martes, deberá dominar el Camp Nou y demostrar que puede tomar el cetro de líder de manos de Neymar cuando su compañero no pueda ingresar a la cancha.
Ello no significa que Mbappé necesite regatear para desbordar a todos e intentar jugar como Neymar: significa que debe tomar las decisiones correctas, ser eficiente, jugar con madurez y permitir que su talento hable por él. Mbappé sigue indeciso con respecto a su futuro con el club (aún no sabe si extenderá su actual contrato o dejará el equipo); caso distinto al de Neymar, quien está próximo a firmar un nuevo pacto con el PSG. Si bien los parisinos están conformes con esperar hasta que Mbappé tome una decisión, él podría sentirse particularmente inspirado para guiarles a conseguir una victoria crucial este martes.
Por supuesto que Mbappé no puede hacerlo todo solo. Necesitará que Mauro Icardi sea eficiente frente al arco contrario, ante un club que conoce bien, tras haberse formado por tres años en la famosa cantera barcelonista de La Masía. Marco Verratti necesitará dictar el ritmo de juego desde el mediocampo contra un equipo por el que estuvo a punto de fichar hace unos años. Por su parte, Marquinhos, Presbel Kimpembe y Keylor Navas deberán mostrar su mejor nivel defensivo para negar goles a Messi y compañía.
Ah, Messi. El astro argentino ha sido el punto focal de todo el debate previo a esta ronda de octavos de final de Champions. El Barça no está contento al ver que uno de los clubes objeto de rumores sobre el futuro del delantero, como lo es el PSG, ha declarado públicamente sus intenciones de ficharle este verano. A pesar de ello, al PSG no le importa lo que Koeman o los personeros del Barcelona digan al respecto. Quieren creer que tienen probabilidades de contratarle si éste decide partir. Una victoria en este partido de 180 minutos ayudaría mucho a la causa del París si Messi decide hacer maletas. – Julien Laurens