A fin de mes, dos equipos brasileños se enfrentarán en la final de la CONMEBOL Libertadores, el equivalente sudamericano de la UEFA Champions League. Uno de los entrenadores será portugués, y el otro, argentino.
Ésta ha sido la pauta de los últimos tiempos. El dominio brasileño de la competición comenzó en 2019 con un Flamengo revolucionario dirigido por Jorge Jesús, también portugués. Otro portugués, Abel Ferreira, llevó a Palmeiras a dos Copas Libertadores y dos títulos de liga - y posiblemente a un tercero a finales de este año. El argentino Juan Pablo Vojvoda ha hecho un trabajo sensacional con Fortaleza año tras año, llevando al club del modesto noreste a competir por los grandes títulos.
Pero, ¿Dónde están los orientadores brasileños? Ya es bastante difícil encontrar un candidato adecuado para la selección brasileña. Si las cosas hubieran marchado según los planes de la Asociación Brasileña de Fútbol, el entrenador de Real Madrid, Carlo Ancelotti, sería ahora el hombre al mando. Sin embargo, Ancelotti, de 65 años, rechazó las propuestas de la Seleção y firmó un nuevo contrato con el campeón español a fines del año pasado.
No obstante, ahora se vislumbra un salvador. Filipe Luis, ex lateral izquierdo de Atlético de Madrid (y brevemente de Chelsea), arrancó con buen pie su carrera como entrenador. Tomó las riendas de Flamengo a fines de septiembre, y el domingo ya tenía un título para celebrar. Su equipo conquistó la prestigiosa y muy lucrativa Copa de Brasil tras superar al Atlético Mineiro de local y visitante (4-1 en el global de la serie).
Esto es muy significativo. En marcado contraste con sus grandes rivales sudamericanos de Argentina, los jugadores brasileños de primer nivel sencillamente no se embarcan en la dirección. Fernando Gago, Martín Demichelis, Kily González, Gabriel Heinze, Hernán Crespo, Martín Palermo -incluso Carlos Tevez, una figura aparentemente improbable- son sólo algunas de las leyendas albicelestes que pasaron rápidamente de jugar a dirigir, llevando la experiencia adquirida en Europa al fútbol sudamericano.
En Brasil no ha ocurrido nada parecido. En la actual primera división, el entrenador de Gremio, Renato Portaluppi, fue un magnífico jugador en su época -lo bastante bueno como para ir al Mundial de 1990-, pero su etapa como futbolista terminó hace 25 años. El DT de Internacional, Roger Machado, jugó algunos partidos internacionales como lateral izquierdo. También está Rogerio Ceni, de Bahía, quien se convirtió en el arquero que más goles ha marcado en la historia del fútbol en una gloriosa carrera en São Paulo, y fue suplente en la selección brasileña que se coronó campeona del mundo en 2002. Posiblemente a su pesar, rechazó la oportunidad de jugar en Europa, y no es casualidad que tenga un asistente francés.
Pero ¿Dónde están los demás, los grandes nombres que están dispuestos a aceptar el reto de colgar una lista de jugadores en la puerta del vestuario? La respuesta fácil es que les asustan las condiciones de trabajo de los entrenadores en Brasil. Habrán visto la experiencia del ex lateral izquierdo de Arsenal, Barcelona y Manchester City, Sylvinho, quien tanto éxito ha cosechado con la selección nacional de Albania. Dirigió brevemente a Corinthians, el club donde se dio a conocer como jugador. Pero los medios de comunicación locales no lo trataron con respeto, el calendario sobrecargado lo dejó sin tiempo para entrenar, y los niveles demenciales de impaciencia hicieron que fuera despedido tras unos pocos resultados decepcionantes.
Nadie tiene tiempo para hacer carrera. La pasión puede convertirse rápidamente en algo más peligroso, con aficionados que atacan con frecuencia a su propio equipo en los aeropuertos o invaden el campo de entrenamiento para protestar tras las derrotas. Con el futuro económico asegurado, los grandes jugadores brasileños que podrían haber pensado en dirigir decidieron dedicarse a otra cosa.
Pero no Filipe Luis, quien, tras su paso por Europa, se incorporó al Flamengo para una victoriosa etapa como jugador, antes de retirarse a finales del año pasado. Pasó directamente a entrenar a los juveniles, y ganó títulos con los equipos sub-17 y sub-20 de Flamengo antes de que le llegara la oportunidad de hacerse cargo del equipo mayor.
Siempre fue un jugador brillante, que debió su éxito tanto a su inteligencia como a su talento natural. Eduardo Barroca era el entrenador de un equipo de Coritiba que enfrentó a Flamengo hace unos años. Sus cambios tácticos estaban ganando la batalla, hasta que, cuando el partido se detuvo para un saque de banda, vio cómo Filipe Luis comenzó a marcar la diferencia.
"Descifró nuestro esquema y organizó a su equipo, y a partir de ese momento no pudimos hacer nada", recuerda Barroca. "Su lectura del juego fue perfecta".
En las últimas semanas ha mostrado rasgos similares, sólo que esta vez desde afuera de la cancha y no desde la posición de lateral izquierdo. Sabe cambiar de sistema y de planteamiento. Flamengo es un equipo ofensivo, que a veces juega con un mediocampo de cuatro hombres y otras con un par de extremos. Sea cual sea la configuración, Filipe Luis envía a su equipo a imponerse en el juego. Pero en el partido de vuelta de la semifinal de Copa, defendiendo una ventaja de 1-0, sufrieron la expulsión prematura de un delantero. ¿La respuesta del entrenador? Quitar al otro delantero y apostar por la defensa a ultranza.
Sorprendió a los que veían a Filipe Luis -- con su staff de respaldo español -- como una especie de Pep Guardiola de nueva generación. Y a todos les hizo recordar que pasó sus mejores años con el Atlético de Madrid de Diego Simeone. De hecho, en su primera rueda de prensa como DT, expresó su deuda con el combativo argentino.
"Lo admiro mucho", dijo sobre Simeone. "Él fue la persona que cambió mi forma de pensar. Él es responsable de que yo esté sentado aquí hoy. Nunca me había interesado entrenar, pero después de comprender que un entrenador puede cambiar la vida de alguien, pasó a ser algo que realmente quiero hacer”.
Hubo mucho que admirar en la forma en que Filipe Luis condujo a Flamengo hacia este triunfo en la copa. Con un fútbol expansivo y ofensivo venció al Atlético Mineiro por 3-1 de local en el partido de ida. Y nunca estuvieron pasivos a la hora de defender la ventaja en el partido de vuelta. Mientras más hombres lanzaba Atlético hacia adelante, más endurecía su defensa Filipe Luis con contraataques agresivos. Flamengo podría haber ganado el partido de vuelta por más de 1-0.
Este fue un triunfo táctico. Pero también una victoria gracias a su toque personal. Hace un año, la mayoría de sus jugadores eran compañeros suyos. Filipe Luis parece haber afrontado este cambio con sensibilidad y madurez. ¿Estaba mostrando demasiada fe en el delantero estrella Gabriel "Gabigol" Barbosa, un ídolo del club que luchaba desesperadamente por recuperar la forma? Fue una fe bien justificada, porque el jugador de 28 años marcó dos goles en el partido de ida. Pero en el partido de vuelta, con más fuerza en el contraataque, Filipe Luis no se inmutó ante la gran decisión y sustituyó a Gabriel en el descanso.
Estos son los primeros días y vendrán días más difíciles. Una derrota por 2-0 a manos de su rival local, Fluminense, acompañada de histéricas repercusiones en la prensa, ya le ha dado a Filipe Luis una idea de qué esperar cuando las cosas van mal. Pero tuvo un comienzo impresionante -- y de repente la crisis en el cuerpo técnico brasileño no parece tan grave.