Paris Saint-Germain sufrió ante Niza en la Ligue 1, porque a pesar del gol de Lionel Messi, no encontró tranquilidad y sólo mantuvo la ventaja gracias a enormes atajadas de Gianluigi Donnarumma, un preciso bloqueo de Danilo Pereira y el reloj del árbitro, que le informó correctamente que no había sido gol una pelota que había traspasado la meta en por lo menos tres cuartos de su circunferencia.
Con la habitual diferencia entre sus facetas ofensiva y defensiva, PSG transitaba un trabado encuentro en la cancha de Niza.
Cuando, a los 26 minutos, Messi definió de primera para abrir el marcador, parecía aclararse el horizonte para el equipo de la capital francesa.
No fue así.
Porque los dirigidos por Christophe Galtier se replegaron, planeando un contraataque veloz de los que acostumbra encabezar Kylian Mbappe pero que en este caso no se dio.
Niza se repuso del golpe recibido por el tanto de Messi y se empezó a acercar con mucho peligro.
Sendos atajadones de Donnarumma en los últimos minutos de la etapa, y un bloqueo tan preciso como desesperado de Pereira sobre el cierre le permitieron mantener la ventaja.
Comenzado el segundo período, la tónica no cambió: a los 50, Pepe sacó un tiro rápido y alto desde adentro del área que dejó parado a Donnarumma. La pelota pegó en el travesaño y, al bajar, pareció traspasar la meta.
El reloj del árbitro funcionó a la perfección, pese a lo aparente. El balón había pasado más de tres cuartos de su circunferencia, pero no por completo. No fue gol, pero dejó en evidencia la fragilidad defensiva del equipo parisino.
Luego llegó el tanto de Sergio Ramos para sentenciar el triunfo, aunque ahí no acabaría la cuestión.
Quedaría un último botón de muestra de las falencias del equipo parisino en la última línea. A los 86 minutos, Danilo Pereira intentó despejar un centro de Niza y terminó estrellando el balón en el travesaño de su equipo.