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Jonathan Franco: un sueño mundialista que viajó en el taxi del abuelo

El capitán de la selección sub-20 mundialista cumple el sueño de toda una familia futbolera

CIUDAD DE GUATEMALA -- Cuando Jonathan Franco entró al camerino, después del partido en el que Guatemala eliminó a México y clasificó a la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Indonesia 2023, lo primero que hizo fue tomar el celular y hacer una videollamada al grupo de la familia.

Lo único que podía decir, en medio de la euforia de sus compañeros, era ‘somos mundialistas’, ‘los amo’. A miles de kilómetros, en Las Vacas, zona 16, sus padres, sus abuelos y sus tíos no cabían de la emoción. Apenas y podían responder, las lágrimas, producto de una emoción única, no los dejaban.

El sueño de toda una familia que se había volcado a impulsar a Jonathan Francisco desde muy temprana edad era una realidad. Él había jugado, pero el corazón lo habían puesto todos los Franco y los González.

Y no es solo una frase bonita. El capitán de la selección sub-20 de Guatemala viene de una familia futbolera. Su abuelo, sus tíos y sus padres, si también su mamá, jugaron al fútbol. Por eso y porque lo apoyaron desde siempre comparten esa felicidad que solo ir a un Mundial te puede dar.

“Mi abuelo me dijo ‘fui a hablar al Campo Marte -un popular complejo deportivo ubicado en la zona 5 de la Ciudad de Guatemala- para que vayas a hacer pruebas’. Me llevó y me quedé”. Sus primeros toques los dio en el equipo ‘Chiquillos’ de la Emefut, un proyecto municipal para desarrollar talento deportivo.

Fue llamado a Menedy FC, una reconocida academia local que trabaja con chicos. Ahí participó en varios torneos locales e internacionales hasta que dio el salto a las inferiores de Municipal, uno de los dos equipos con más títulos en el fútbol guatemalteco (31).

Jonathan nos ha recibido en su hogar, un amplio terreno en el que vive toda la familia. Ventaja porque para la pandemia, en los momentos en los que no se podía salir de casa, se armaban las chamuscas en un espacio verde con sus tíos y algunos de sus vecinos.

Es el único hijo de Selvin Franco y Glenda González, quienes se conocieron en una cancha de fútbol. Ambos jugaban. “A veces no quería ir a entrenar. Me aburría, pero el apoyo de mis papás nunca faltó. Ellos me decían que era bueno, que podía llegar lejos. Eso fue gran apoyo”.

“Si no iba a entrenar ya sabía que mi papá se iba a enojar, ni el profe se enojaba tanto cuando yo no iba a entrenar, como mi papá. Nunca me dijo ‘mira no vayas a entrenar’´, si estaba lloviendo me decía que fuera”.

Y poco a poco la ilusión de ver a pequeño Jonathan jugar al fútbol de una forma más seria, más profesional, como ninguno de la familia había podido se fue convirtiendo en hechos. Por esos días los sueños del futuro capitán sub-20 viajaron en el taxi de su abuelo, si, de quien lo había llevado a hacer una prueba al Campo Marte.

“Siempre agradecido con mi abuelo porque, la verdad, si no hubiese estado él… Hubiese buscado la forma de ir, pero él me facilitó eso. Él me llevaba a mis partidos, a mis entrenos. Él trabajaba de taxista y dejaba sus carreras por llevarme a mí. Estoy muy agradecido con él, gracias a él estoy hasta aquí. Me facilitó la ida a los entrenos, no me preocupaba por subirme a una camioneta o algo así… incluso ahora le digo que me tiene que llevar a un entreno y me hace el favor y me lleva”.

De esos días, doña Glenda recuerda: “Su abuelo lo iba a dejar y su papá lo pasaba trayendo. A veces, también pasaban por mí. ¡Imagínese, nos veníamos los tres en la moto!”

Jonathan se siente bendecido al tener la familia futbolera que tiene y ha respondido bien. No solo en la cancha. “Todo requiere un esfuerzo, yo nunca he dejado de estudiar. Es un esfuerzo bárbaro. Me metí a clases de mecanografía. Iba al colegio, salía a las 12:30, venía a almorzar con mi papá, comía a las 2pm llegaba a mecanografía. A las 3pm me iba a traer mi abuelo y me pasaba a dejar al Campo Marte ahí me pasaba a traer el bus, iba a entrenar, regresaba a las 7pm y a hacer tarea”

Su mamá, que es auditora, egresada de la Universidad de San Carlos, la única publica de Guatemala, le ha ayudado con eso. “Es un gran trabajo, pero lo hemos sabido hacer. Mi esposo se encarga del fútbol, de lo profesional, yo veo los estudios de Jonathan”, cuenta doña Glenda. El joven estudia el segundo semestre de administración en la San Carlos.

Por esos días el ya mundialista Jonathan Franco ha renovado con Municipal y se alista para el primer campamento de preparación que tendrá la Selección Sub-20 de Guatemala de cara al Mundial de Indonesia 2022. Seguramente llegará en taxi al aeropuerto, el taxi del abuelo, en el que viajan los sueños.