Alex Grimaldo, lateral izquierdo que juega en el Benfica de Portugal desde enero de este 2016, está en la mira del Manchester City para reforzar su plantilla, ya sea en el mercado de invierno o con vistas a la próxima temporada.
El interés por el valenciano, de 21 años, parte del propio Pep Guardiola, de quien se asegura se desplazó a Lisboa el lunes para verle en directo durante el partido que el Benfica jugó frente al Braga, en el que Grimaldo volvió a ser futbolista destacado.
Hasta aquí la noticia no tendría mayor trascendencia, por cuanto se trata de un futbolista a quien se aventura un excelente futuro y que tras unos complicados primeros seis meses en el Benfica, esta temporada se ha afianzado en los planes de Rui Vitória, completando las cinco jornadas de Liga y el estreno de Champions. Y es que Grimaldo dejó el Barça por la puerta de atrás, señalado por algunos como “mal profesional”.
En apenas tres o cuatro años pasó de ser considerado el lateral zurdo del futuro a un fiasco y todos quienes defendían su figura tuvieron que plegar velas esperando a ver si resurgía en Portugal. Y es que Grimaldo no es un jugador cualquiera.
Si le quiere el Manchester City es porque le quiere, en primera persona, Pep Guardiola. Y le quiere porque fue él, Guardiola, quien un buen día, allá por 2011, se acercó al Miniestadi para preguntarle a Òscar García, entonces entrenador del Barcelona juvenil, por ese lateral zurdo de 16 años que tantos elogios sumaba entre los técnicos del club.
El hoy entreanador del City, de hecho, le sumó a un par de entrenamientos y le mezcló con jugadores del segundo y primer equipo en sendos partidos de la Copa Cataluña, convencido por la pasión con la que Òscar le habló de él.
Con Eusebio Sacristán al frente, Grimaldo se convirtió en el debutante más joven del Barça B en Segunda División A y alrededor del Camp Nou se consideró que estaba llamado a hacer carrera en el club, destacando tanto por su seriedad defensiva como por su excelente toque de balón y desdoble ofensivo.
Sin embargo, su carrera en el Barça se acabó abrupta y extrañamente.
El fichaje de Jordi Alba en 2014 se entendió como un freno para él y el nulo interés que mostró en él Luis Enrique, considerando que pocos meses antes se había recuperado de una gravísima lesión, le dieron a entender que su futuro difícilmente pasaría por el primer equipo.
Fue así como en diciembre de 2015 el Benfica llegó a un acuerdo con el Barcelona para ficharle por una cantidad más que modesta (1,5 millones de euros), aunque el club azulgrana se aseguró un ingreso extra, cifrado en un 10 por ciento, de un futuro traspaso desde el club portugués.
A Grimaldo le costó amoldarse al Benfica en la segunda mitad de la temporada 2015-16. De hecho solamente participó en dos partidos de Liga y fue utilizado en la Copa de la Liga… Pero cuando se especulaba con, incluso, su salida del club, Rui Vitòria lo catapultó.
Esta temporada ha completado los seis partidos oficiales de las Águilas, convirtiéndose en uno de los futbolistas claves del equipo y borrando la sonrisa a todos los que le consideraron un fiasco. Hasta el punto que se apunta a su nombre como sucesor de Clichy, quien acaba contrato en junio de 2017, en el Manchester City del futuro.
Guardiola, quien le conoció en su época juvenil del Barcelona, puede catapultarle en la Premier League.