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Tema viejo

Si tienes el mercado mexicano radicado en los Estados Unidos dispuesto a pagar por un entretenimiento lo que no vale, todo toma sentido.

Hace ya varios años que toqué por primera vez este tema.

El que la Liga MX apunte sus cañones al norte (entendiendo por liga a los dueños de la misma), no es nuevo.

Existe una conexión entre la salida de los equipos mexicanos de la Libertadores, de la Selección Nacional de la Copa América, qué sumada a malas administraciones o administración de cuates, mala economía en nuestro país, al recorte de recursos públicos (estatales) que paraban en varios clubes en forma de ayudas, la clausura del ascenso y descenso (varios equipos de los amigos-socios involucrados en este tema), orillaron a los patrones del balón a hacer muchos cambios y ver más allá del Río Bravo (habría que sumar el impacto de la pandemia).

Este caldo de cultivo lleva un rato cocinándose. El mercado mexicano en Estados Unidos no es nuevo, comenzó hace muchas décadas, pero de forma más acentuada en la década de los 80-90, teniendo como principal destino la Ciudad de Los Ángeles, California, siendo el TRI, América y Chivas, los productos más solicitados.

Con el paso del tiempo la baraja de equipos y ciudades se abrió, tanto, que hasta clubes considerados como chicos, de bajo impacto o convocatoria, han llegado a visitar a nuestros vecinos varias veces en ciudades tan lejanas como Nueva York o Washington o Carolina del Norte.

El poder del dólar, del dinero fácil (no importa la calidad del equipo sólo su origen), sustentado en los millones de inmigrantes mexicanos asentados en la unión americana, se ha convertido en una válvula de escape para los clubes, que buscan desesperadamente aumentar sus ingresos.

El mercado local está, para varios, desahuciado. Para otros, que ya han topado en su capacidad de ingresos, una oportunidad de crecer.

Más partidos, más torneos, nuevos convenios entre ligas, patrocinadores, socios comerciales, impactarán positivamente en lo económico de sus actores y en detrimento, claro está, del mercado local, que ya no es visto con buenos ojos, sino más bien, como un mal necesario, ¿quién quiere invertirle a un equipo, mejores estadios, instalaciones, servicios, cuando gobiernos locales ya no dan dinero, cuando los aficionados no pueden pagar más por un boleto, por un espectáculo cada vez más pobre?

Vaya paradoja. Si la esencia del juego, del negocio, del espectáculo, del entretenimiento es, sin duda, la afición. Sin afición, adiós al rating, a la venta de playeras, a los estadios llenos, ¿porqué no invierten en ella?, pues muy sencillo, hacer dinero en el fútbol ya no es tan fácil como antes, requiere inversión, poner las instituciones en manos de profesionales que deben de maniobrar en arenas movedizas, sí, me refiero a la inseguridad y la mala economía.

Por todas las razones que ya enumeré anteriormente resulta entendible, pero no justificable. Esta claro que hay factores externos, pero también internos, de intereses de unos cuantos, de exprimir la gallina de los huevos de oro hasta que la mataron.

A fin de cuentas, si hay que meterle, invertirle, pues ya no resulta tan atractivo, no importando de quién sea la culpa de esta situación, así qué, y si tienes el mercado mexicano radicado en los Estados Unidos dispuesto a pagar por un entretenimiento lo que no vale, todo toma sentido.

Por eso no debe sorprender las palabras de los nuevos gurús del balompié nacional; este tema lleva cocinándose mucho tiempo.

Será para otra ocasión, que se hable de trabajar en el fútbol amateur que es la base de la pirámide de los países más exitosos.

Será para otra ocasión, que se hable de capacitación y actualización de entrenadores de niños y jóvenes.

Será para otra ocasión, que se hable de mejorar la experiencia de los aficionados en los estadios de México.

Será para otra ocasión, que se tome en cuenta la opinión y necesidades de los aficionados.