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Premier League y NFL demuestran que el éxito no depende de las mega estrellas

El sentido común se equivoca. Las estrellas y las legiones de seguidores importan, es cierto, pero un producto atractivo en el terreno de juego importa muchísimo más


Nos lo dicen una y otra vez. El deporte es entretenimiento, el entretenimiento es impulsado por sus estrellas; por ende, para que un deporte sea exitoso, requiere la presencia de estrellas. Bien sea la LIV Golf o el Paris Saint-Germain con su (antes grandioso y ahora desmontado) tridente ofensivo conformado por Neymar, Lionel Messi y Kylian Mbappe (único sobreviviente y a punto de dejar el equipo), o el interminable chorro de disertaciones sobre el impacto que Messi causará o ya causa sobre Major League Soccer, el futuro del balompié en Estados Unidos, el precio de la acción de Apple y hasta los patrones climatológicos en el Condado de Miami-Dade, el sentido común indica que el poder de las grandes figuras atrae miradas y éxito comercial.

Bueno, el sentido común se equivoca. Las estrellas y las legiones de seguidores importan, es cierto, pero un producto atractivo en el terreno de juego importa muchísimo más.

Consideremos por un momento a la National Football League y la Premier League, que probablemente sean las dos ligas profesionales más exitosas del mundo en el aspecto comercial.

El Super Bowl se jugó hace más de dos semanas. Con la mano en el corazón (y suponiendo que no son aficionados de los San Francisco 49ers ni de los Kansas City Chiefs), ¿a cuántos jugadores reconocerían sin uniforme? ¿A Patrick Mahomes? Claro. ¿Travis Kelce? Cierto, aunque ayuda el hecho de que es coanfitrión de uno de los podcasts más exitosos de nuestro tiempo junto a su hermano, igualmente famoso y que sale con una persona llamada Taylor Swift.

¿Christian McCaffrey? Probablemente. ¿Brock Purdy? Quizás, porque han visto las reseñas sobre este jugador que pasó de ser el Sr. Irrelevante (última elección del draft de la NFL) a titular en el Super Bowl.

¿Y después? Creo que no reconocerían a muchos. En parte porque usan cascos para trabajar y en parte porque el poder de las estrellas (con la excepción de los mariscales de campo) no es tan crucial para el éxito de la NFL como algunos nos hacen creer.

La Premier League cuenta una historia parecida. En cuanto a televidentes a nivel mundial, atención mediática y éxito económico, el circuito inglés ha achicado al resto de las ligas domésticas durante los últimos veinte años. Y sí, tiene figuras (muchas), pero no las suficientes como para justificar la idea de que forman parte fundamental del éxito de la liga.

¿No me creen? Pregúntenle a Richard Masters, jefe ejecutivo de la Premier League: está encargado de gestionar todo el negocio. Y en agosto pasado, durante una atención a los medios de comunicación, indicó: “Hemos tenido una parte, pero nunca cercana a la mayoría, de lo que llamaríamos los futbolistas más reconocidos del mundo; gran parte de ellos se encuentran en este momento en las ligas francesa y española”.

¿Quieren seguir con la discusión? Muy bien, ¿qué estadística deberíamos utilizar? ¿Qué me dicen de los seguidores en redes?

Según Football Benchmark, de los 10 futbolistas más seguidos en las redes, solo uno (Mohamed Salah, séptimo) actualmente juega en la Premier League. Apenas tres han participado en la Premier: Harry Kane (10, actual ficha del Bayern Munich), Paul Pogba (quinto, sin mucho éxito) y Cristiano Ronaldo primero, aunque militó en la Premier al inicio y ocaso de su carrera).

¿No están satisfechos? Bueno, ¿qué hay del Balón de Oro? Los lectores regulares del presente espacio saben que lo considero un premio bastante irrelevante; sin embargo, nada se le compara en cuanto a poder de estrellas y popularidad. Durante las últimas 20 ediciones del galardón, se han ocupado 60 puestos en el podio: solo 12 han sido para jugadores de la Premier League.

¿Qué dicen? ¿Qué los números de los últimos 20 Balones de Oro fueron distorsionados por la presencia de dos atípicos Grandes de Todos los Tiempos como Lionel Messi (que nunca ha jugado en Inglaterra) y Cristiano (que pasó 12 años de su prime entre España e Italia)? No hay problema, hagamos por un momento que no existen y saquémoslos de la mezcla. De los 60 puestos en el podio en un mundo sin Messi ni Cristiano (un mundo en el que no me gustaría vivir), solo 15 fueron para futbolistas de la Premier League.

Obviamente, son solo cifras y podemos debatir el concepto de “mega estrella global” hasta que la rana eche pelos. (A mi criterio, Salah cumple indudablemente con dicha definición, al igual que Erling Haaland. Después, el límite lo pone cada uno) Y obviamente, algunos jugadores forman parte de los mejores del mundo en su oficio sin generar esa aura de “mega estrella taquillera” (saltan a la mente Rodri, Bruno Fernandes y Kevin De Bruyne, aunque distan mucho de ser los únicos). Pero, según expresa Masters, es algo muy simple. La Premier League, de acuerdo con el ejecutivo, es una “brillante competición futbolística” en la que se genera “verdadero peligro” en la cancha.

“Eso es lo más importante… no es necesario tener a todos y cada uno de los mejores futbolistas del mundo para que funcione”, añade.

Sumen 100 años de historia, equipos con marcas reconocidas a nivel global, un producto televisivo muy bien producido y ejecutivos inteligentes en el mercadeo, y ahí tienen la fórmula. No se necesita a Mbappé ni a Neymar, mucho menos a Messi o Cristiano.

(Por supuesto, la NFL no tiene el mismo factor de peligrosidad: los Carolina Panthers no descenderán a pesar de su récord 2-15; sin embargo, tiene mecanismos tales como el draft, tope salarial y la agencia libre para asegurarse que cada pocos años, prácticamente todos los equipos puedan ser competitivos).

Obviamente, las superestrellas pueden dar un impulso. Aunque quizás su impacto sea ligeramente sobreestimado. Allí está la Saudi Pro League. Karim Benzema, Neymar, Sadio Mane y el propio Cristiano ficharon por ella, junto a varias grandes figuras, en los últimos 14 meses. ¡Hasta llevaron al Undertaker, por todos los cielos! ¿Y qué paso? Los índices de asistencia experimentaron un descenso con respecto a la temporada pasada (con menos de 8.500 aficionados por partido) y las pocas veces que el mundo le ha prestado atención suelen tener que ver con temas extra cancha, como cuando Benzema se quedó varado en las Islas Mauricio por una tormenta tropical, el repentino deseo de Jordan Henderson de volver a Europa o el matrimonio de Mané.

La lección impartida por la NFL y la Premier League está muy clara, y en cierto modo, es contraintuitiva. El poder de las estrellas está muy bien, pero es un accesorio para obtener lo básico. No puede ser el motor de éxito de una liga a mediano o largo plazo, por la sencilla razón de que la celebridad es efímera (y a menudo sobrevalorada). Los aficionados que siguen yendo al estadio (y pagan por el privilegio de hacerlo) miran más allá de la ostentación.