América está recuperando a su equipo completo y a la par su mejor versión, por lo que apunta al Play-In y en una de esas hasta se mete directo a la Liguilla.
LOS ÁNGELES -- Con Cruz Azul ya en la zona VIP de la Liguilla, América dio un respingo mostrando la verdadera cara de Rayados, y de paso pepenar a Chivas en 21 puntos, en lo que se vuelve una pelea feroz en la zona mediocre del Play-In.
Por lo demás, Toluca sigue escoltando a La Máquina, al #ShinkansenAzul, mientras los equipos regios siguen de cacería, aunque Monterrey, con un partido más, sigue expuesto a la presión de Tijuana, Pumas y San Luis cuando se emparejen en la Jornada 16.
Habida cuenta que va contra equipos piltrafa (Mazatlán y Pachuca), pero cierra en Toluca, América necesitará mejores demostraciones que en su victoria sobre Rayados (2-1), que lo único que corroboró fue la bipolaridad de Monterrey, que sólo se rebela y engalla, contra los de su mismo corral: Tigres.
Fue una mejor versión de las Águilas. Va recuperando su cuadro titular y la memoria, a pesar de que Diego Valdés y Erick Sánchez siguen desconectados de las urgencias del equipo, y nuevamente la histeria se apoderó de Jardine con el 1-0. Cortizo igualó al ’86 en medio del descontrol americanista con el incomprensible parche de Néstor Araujo, y la fallida reconversión táctica del América en el fondo.
Para su fortuna, apareció la vieja fórmula, de un par de astutos. Henry Martín sorprende prolongando a Álvaro Fidalgo, quien corrobora que Andrada, en el instante clave, es la pata más coja de Rayados. El cierre del argentino al primer palo es de un papanatas absoluto.
La diana americanista se combina con el trastorno de Chivas. Enfrentaba a un equipo con guerra en y de sus intestinos, y hace el ridículo. Arturo Ortega reprobó sus esperanzas de una oportunidad en el puesto. El chiripazo del Vocho Guzmán ante Necaxa, le hizo creer que estaba de vuelta después de tres torneos vacacionando, y su ensayo como fantasma o espantapájaros para Halloween merece un Óscar. Y sin embargo, habrá en la ventana de enero, algún equipo que todavía crea en él.
En la versión más ordenada de Chepo de la Torre en el torneo, tal vez más por el peso del adversario, que por el exiguo peso de su decadente autoridad, Puebla montó un tinglado, en el que Chivas se entregó inocentonamente. La Franja le hizo creer que era suyo el balón, el campo y el trámite del partido, y con un gol de un tipo que vagabundeó en el fracaso en la zona triste de Europa, con ese gol de Emiliano Gómez, recluyó las aspiraciones rojiblancas a soñar con testerear apenas el Play-In.
Para su fortuna, Chivas tiene dos juegos de local ante equipos que tiritan de visitantes: Pumas y San Luis, que apenas pudo ganar de huésped, y lo hizo como sepulturero en el cementerio de Juárez. Su visita es a otro muerto: Santos Laguna, que ha paseado en diferentes aparadores al escolapio y su nuevo presidente, Aleco Irarragori.
Insistiendo en que no hay equipos grandes en el futbol mexicano, sino sólo populares y populacheros, los dos que más atención generan, como Chivas y América, tienen apenas el 50 por ciento de productividad, lo que refleja su lastimera campaña.
Los árbitros aparecieron de nuevo a escena. Faltas que requerían mayor rigor, fueron prácticamente manejadas de forma condescendiente, e hicieron bien.
Los silbantes más expuestos, César Ramos Palazuelos y David Quintero Hiitrón se guardaron las rojas, dentro del parámetro de proteccionismo extremo del jugador. De repente exigir que se marquen faltas con rigor extremo, es simplemente reinstalar bajo un paternalismo absurdo al futbol mexicano. Muchas de las faltas que se reclaman pueden verse en el futbol europeo, sudamericano y hasta la MLS, sin aparatosas consecuencias. Luego, salen los equipos mexicanos a competir y regresan lloriqueando porque no los protegen como en casa.
Restan nueve puntos, y aún habrá marometas en la zona de clasificación a Liguilla y Play-In, a excepción de un Cruz Azul ofreciendo referencias tácticas notables, y de un Toluca en refrescante y exitosa labor kamikaze.