<
>

Covid en el futbol: del primer al tercer mundo

ESPN

El ejemplo estaba del otro lado del Atlántico. De la misma manera que sucedió con los primeros brotes de la pandemia, el futbol mexicano pudo ver de lejos y con tiempo la nube negra que venía en camino.

Tuvo tiempo para reaccionar, a partir del ejemplo de lo que sucedía en Europa. Vio cómo se organizaban las principales ligas y, sin embargo, no ha dado pasos firmes para seguir sus ejemplos. Hoy no se necesita ser científico para saber que el futbol camina sobre un filo muy delgado.

Los casos positivos que reportan los equipos cada semana son una clara advertencia de que todo puede salirse de control. Pero el color de la alerta sube a rojo con la hospitalización por neumonía de Julio César el 'Cata' Domínguez y con la comprobación de que en sus pulmones había evidencias del nuevo coronavirus. Eso contagia a los jugadores de algo peor: de miedo.

Cada ejemplo es distinto. Alemania, Italia e Inglaterra echaron a rodar el balón cuando los números de la primera ola del virus estaban a la baja y pudieron coronar pronto a un campeón. En contraparte, en México se juega, mientras en las calles hay un alza diaria de contagios y de muertes que parece no tener un final cercano. Sin hacer comparaciones directas de la realidad de cada país, parece que el único remedio es seguir los casos de éxito más allá de nuestras fronteras.

La Bundesliga fue la primera que dio el silbatazo. Sus burbujas de confinamiento sanitizadas la ayudaron a que, una vez que echó a rodar el balón no se reportara ningún caso positivo entre sus jugadores. El único que se perdió un juego por coronavirus fue Claudio Pizarro, pero porque debió mantenerse en confinamiento por un contagio de su hija. El director de la Liga Christian Seifert dijo al final: “No fue la Bundesliga que amábamos, pero fue la única posible”. Al final, todo culminó con el título del Bayern Munich. Otro ejemplo lo dio Inglaterra. La Premier empezó a hacer exámenes masivos un mes antes de volver al campo. En las 784 pruebas que se llevaron a cabo el 17 y el 18 de mayo hubo seis positivos. Pero entonces empezó a cerrar la pinza. En la semana del arranque, la del miércoles 17 de junio, hubo sólo dos resultados positivos por Covid 19 y los análisis a partir de entonces salieron casi limpios. Cuando el balón ya rodaba se llevaron a cabo 10 mil 331 pruebas y hubo solo tres positivos. Al final, el Liverpool pudo coronarse como campeón.

También terminaron sus torneos Italia y España, pero todos con un denominador común: el estricto cumplimiento a los protocolos que se redactaron de emergencia.

Eso no ha sucedido en México.

La Liga MX, con asesoría de la Secretaría de Salud, se llevó varias semanas en redactar un protocolo que le permitiera reactivar el futbol. En sus 31 páginas da un buen marco teórico acerca de la enfermedad y propone cuatro fases escalonadas para volver a la actividad. Todo se lee muy bien en el papel, pero en la práctica se ha violado en varias ocasiones: equipos que hicieron concentraciones fuera de su ciudad, a pesar de que el reglamento sanitario lo prohibía; técnicos sin cubrebocas; jugadores que se encaran al final del partido o que se van de fin de semana a la playa; fiestas 'pequeñas' y, sobre todo, dudas acerca del manejo de los exámenes de los clubes.

El reciente caso de Uriel Antuna encendió las alarmas. La esposa del jugador de las Chivas publicó un video en redes sociales que dio cuenta de alta temperatura y fuertes dolores, a pesar de que el club había reportado que sus jugadores que habían sido reportados como positivos eran asintomáticos.

El hilo está muy cerca de romperse si la Liga MX no empieza a seguir los protocolos a cabalidad. Si el negocio del futbol quiere reducir sus pérdidas y terminar el torneo más peculiar de la historia, debe empezar a seguir las reglas. Sólo así podrá coronar un campeón.