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Luis Ángel Malagón, un portero resilente ante las adversidades

Luis Ángel Malagón conto a las diferentes adversidades a las que se ha enfrentado, como que lo despidieran de Santos

El portero de Necaxa, Luis Ángel Malagón, se ha enfrentado a adversidades a lo largo de su vida, como ser despedido de Santos antes de ser un jugador conocido y, recientemente, por la muerte de su abuelo Gildardo, un héroe por quien le gusta el futbol.

Luis Ángel Malagón salió de su casa de Zamora, Michoacán, a los 12 años y se fue a Torreón para entrar a las fuerzas básicas del Santos, guiado por la idolatría que sentía por Oswaldo Sánchez.

“En toda mi infancia mi ídolo fue Oswaldo Sánchez. Cuando yo tenía como 4, 5 años y Chivas jugaba a las 12 del día y veíamos sus partidos, yo le decía a mi papá: ‘quiero ser como ese señor'”, afirma el guardameta a ESPN.

El deseo se le cumplió, solo que su inmadurez lo puso fuera del club lagunero varios años después. “Me corrieron por indisciplina”, confiesa.

Por andar de noviero, llegaba a la hora límite a la casa que el club tenía destinada para los jóvenes y no contaba con el permiso de sus papás.

“Ellos tenían que enviar un correo y no lo hacían. O había internet en la casa y no comíamos o comíamos y no había internet; la situación económica no era fácil”.

Santos lo envió a un equipo de Tercera División, en Zamora, y cuando regresó un año después solo fue para despedirse. Recibió sus papeles, pero la pena no duró mucho, ya que al día siguiente firmó con Morelia.

Pero antes de regresar a Michoacán hizo una buena relación con Oswaldo Sánchez, quien terminó siendo su ‘padrino’.

“Yo estaba en la secundaria en Torreón y ya salía de tercero. Teníamos que tener un padrino para que nos acompañara en la fiesta. En mi sueño guajiro pensé en decirle a Oswaldo, se lo pedí y me dijo que sí. Al final no pudo porque se fue de vacaciones, pero mandó al entrenador de porteros (Arturo Cruz) y me mandó un reloj de regalo, estaba impresionante. Luego cuando nos vimos me regaló una playera, creo, del Mundial”.

“Siguió esa relación" y me decía ‘qué pasó, ahijado’ y yo le digo padrino. Era un privilegio ‘cañón’ que me saludara; era uno de los mejores porteros de México. Después me regaba guantes, zapatos y parecía que yo vivía un sueño, pues lo conocí cuando yo tenía como 13, 14 años”, agregó.

Por su abuelo nació el amor al futbol

El nombre del abuelo de Luis Ángel Malagón era Gildardo Velázquez Moreno y falleció de un infarto fulminante, el martes 18 de agosto en Zamora, Michoacán.

“Le decía a mi mamá que la noticia fue como un golpe bajo, como si me hubieran echado agua helada en la cabeza. Fue una impresión muy fuerte”, comentó.

Semanas antes lo vio por última vez y aprovechó para decirle adiós; regresó rápido a Aguascalientes porque jugaría el siguiente viernes contra Santos.

“Soy el nieto más grande y todos los fines de semana era de ir a comer con mi abuelo, ya sea al río o al barranco o a otros lugares de Zamora. Siempre será una imagen muy importante en mi vida. Por él aprendí el gusto por el futbol, por él aprendí a trabajar”, relató el guardameta de 23 años.

“Vivíamos en la colonia Valencia, un pueblo muy pesado de violencia, un pueblo muy 'cañón'. A todos los hermanos de mi mamá les gustaba el futbol y mi abuelo jugó; él creó un equipo de futbol de puros niños, cuando yo tenía como 6 años y uno de mis tíos 9. Ahí es donde empecé a jugar de portero. Yo veía jugar a mis tíos; uno de ellos (Fernando Velázquez) alcanzó a jugar en Segunda División con Pachuca e Indios de Ciudad Juárez; también iba a ver jugar a mi abuelo con los veteranos del barrio”, relata.

Para Luis Ángel Malagón, don ‘Gilo’ siempre estará presente y echará de menos sus llamadas después de cada partido, pues todavía luego del 1-1 ante el Monterrey platicaron y recibió una felicitación por su actuación.

Ahora su misión es estar más tranquilo y señala el guardameta que volverá a tener terapias con la psicóloga que le ayudó a salir de otro momento complicado como fue el suicidio de dos de sus tíos, hermanos de su mamá, cuando ya jugaba en Morelia y estaba en la dirección técnica Enrique Meza.

“Fue un momento muy difícil, se rompió la familia. Ellos me cuidaban de una manera diferente, eran como mis hermanos. Luego caí en depresión y ya no quería jugar al futbol. Un día el profe Meza y Eugenio Villazón me aconsejaron ir con la psicóloga; les di por su lado, pero desde el minuto 1 hice clic con ella y no sabes cómo me ayudó en será los sentidos, en la confianza, en la superación, en entender los momentos y no juzgar nada”, señaló.

Afirma que gracias a ella y a su disposición dio un gran paso en su vida personal y profesional; fueron cuatro años de trabajar juntos y dice que tendrá otra vez terapias por la partida de su abuelo, pues no quedó conforme por no verlo en sus últimos momentos de vida.

Pese al mal momento, Luis Ángel Malagón señala que a partir de la pasada fecha seis de Guard1anes 2020 “traigo una motivación extra” y todas sus actuaciones serán dedicadas a su abuelo “y espero que nos pueda echar la mano y tener el mayor de los éxitos”, concluyó.