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No creo que haga falta llegar al TAS, si el club demuestra un poco de humanidad: Ignacio Schneider

Ignacio Schneider vivió una situación similar a la de José Antonio García, cuando dejó el futbol por una severa lesión en el ojo

MÉXICO -- Hace 12 años, el argentino Ignacio Schneider prácticamente perdió la visión del ojo izquierdo al recibir un codazo como jugador de Gallos de Querétaro, mientras que recientemente el mexicano José Antonio García ventiló negligencia médica y ha promovido una demanda contra Pumas ante el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo).

En diferente momento, a ambos jugadores del futbol mexicano se les acabó su carrera profesional por un problema de salud y hoy buscan resarcir el mal ante autoridades deportivas.

Ignacio Schnider, de 37 años, habló para ESPN Digital y lamentó la situación que vive José Antonio García, ya que pasó por algo parecido y personalmente se siente olvidado por su ex club, por la Federación Mexicana de Futbol, por amigos y compañeros con los que durante casi dos años convivió y defendió los colores de los emplumados.

Después de cinco operaciones en su ojo izquierdo, en un lapso de ocho, diez meses, Ignacio Schneider regresó a su país y ya no volvió a jugar profesionalmente; desde aquel tiempo juega en una liga amateur en su ciudad natal, Paysandú, Uruguay, cuando se lo permite su trabajo de repartidor de agua y ayudante de un entrenador de boxeo.

Sabe lo que significa ya no estar en el futbol profesional, como le ocurrió a él y ahora a José Antonio García, a quien no conoce, pero se solidariza con el ex puma al saber que no puede caminar.

“Primeramente, me da mucha lástima la situación en que se encuentra el jugador, porque la viví y sé cómo se ha de sentir en este momento; segundo, ojalá Pumas se solidarice con él. No creo que haga falta llegar al TAS, si el club demuestra un poco de humanidad y que lo apoye en todo momento; supongo que eso le haría muy bien al futbol y a la institución también”, agrega Ignacio Schneider, quien relata lo que vivió desde el 7 de septiembre de 2008, cuando recibió un golpe en un partido de la Primera A entre Socio Águila y Gallos de Querétaro, en el Estadio Azteca.

El brasileño Isaías Ramos fue el agresor y aunque Ignacio Schneider tuvo la decisión de solicitar su inhabilitación no quiso hacerlo “porque esto es futbol y le puede pasar a cualquiera”.

“No me consideraba quién para hacer que un jugador se quedara sin poder jugar al futbol, a sabiendas que yo ya no podría volver a jugar más. En mi primera o segunda cirugía Isaías me visitó; me dio disculpas, no sabía qué hacer. Si uno tiene la mala suerte de lastimar a otro jugador, lo normal es por lo menos dar la cara y disculparse; luego ya no supe más de él. Me quedo con esa disculpa; que Dios lo bendiga”.

Agrega que tocó las puertas del Querétaro, de compañeros que estaban y "supuestamente te apoyaban y después siguieron su carrera y es lamentable, pero muy pocos son los que tienen memoria; al resto no le importa nada”, recalco, al tiempo de señalar que el incidente con Isaías Ramos “me cambió la vida en cuanto a lo físico y después pasé por etapas de amargura, de angustia, y aprendí mucho de todo esto”.

Lo cierto es que la su economía vino a menos, aunque lo más que le pesó fue dejar el futbol. “Obvio, se resiente ahora que por la pandemia de Covid-19 la situación está difícil y trata uno de vivir el día a día para salir adelante, como todo el mundo, pero es más complicado”.

NO FUE INDEMNIZADO POR GALLOS, AMÉRICA O LA ASEGURADORA

Recuerda que al dejar México, Gallos de Querétaro, que entonces era presidido por Ulises Zurita, le pagó el contrato de un año que tenía y hasta ahí. Sabe que el Club América, dueño de Socio Águila, cubrió las intervenciones quirúrgicas en el hospital Médica Sur.

No fue indemnizado, a sabiendas que ya no volvería a jugar en el futbol profesional y tampoco él lo peleó, supone que por falta de experiencia (tenía 25 años) y de asesoramiento.

“Creo que eso lo tendría que haber manejado mi club. Recuerdo que América y Querétaro tuvieron pláticas, pero nunca supe a qué llegó ni me enteré ni fui consciente; no salí perjudicado ni beneficiado por ese diálogo” y comenta que mientras Isaías Ramos sí le llamó para disculparse, apenado por las consecuencias del codazo, América “como club implicado nunca me contactó, no me llamó por lo menos para saber cómo estaba. No pretendía yo nada económico, simplemente que como directivos demostraran un poco de humanidad”.

Agrega Ignacio Schneider que los jugadores de Gallos contaban con un seguro "y uno cree que si lo tienes debes cobrarlo por casos así y tampoco pasó nada. Cuando me lesionaron yo tenía contrato con Gallos”.

Cuenta que se rehabilitó lo mejor que pudo, “pero la marca me va a quedar de por vida. La vista cada vez la tengo más chica y en algún momento, soy consciente, me van a tener que sacar el ojo lastimado. Tengo el globo ocular muchísimo más chico que el otro y la situación tampoco da para más” y revela que hace tiempo pensó en ponerse una prótesis, “pero averigüé en todos lados y no está al alcance económico mío”.

LE PROPUSIERON A GALLOS UN JUEGO A BENEFICIO Y NO HUBO RESPUESTA

Tras recalcar que “cada vez se me atrofia más la vista”, reconoció que ha pensado en actuar legalmente, ya que en varias ha buscado apoyo y no hace mucho tiempo un amigo ex futbolista (Samuel Hernández) tuvo la iniciativa de proponerle a Gallos Blancos la realización un partido a su beneficio para recabar fondos y mejorar su economía y no hubo respuesta de ninguna de las administraciones que han estado en el club queretano “y termino amargándome y lo dejo”.

Comprende Ignacio Schneider que la franquicia en la cual le tocó jugar no es la misma de la actualidad, pero dice que “los colores son los mismos, así como el escudo” y apela a la conciencia de los dirigentes porque los defendió como todo un profesional en su momento.

Ya se asesora con la Asociación de Futbolistas Amateurs de Interior (AFAI), que es a la que pertenece por jugar en el equipo Estudiantil, aunque “es algo que está en el aire; no es nada seguro”. Tiene claro que el futbol es profesional, pero no por ello deja de pensar que debería tener más corazón.

“No es que el jugador sea solamente un número y que tiene que rendir tanto para que al club le vaya bien. Detrás del futbol hay una familia, hay una persona, sentimientos encontrados”.

Y recalca que “cuando me lastimé no interesó de quién era la franquicia de Querétaro. Perdí mi vista defendiendo el escudo y los mismos colores que aún están”, por lo que apela a que los actuales directivos de Gallos Blancos tengan esa responsabilidad y humanidad para responder al mantener la misma insignia en el futbol mexicano.

“A mí el descenso me costó un ojo de la cara, literalmente. A mí lo que me molesta mucho y me duele es que no tengan memoria”.

Al preguntarle si México tiene un pendiente con él, respondió que sí porque no se despidió de la afición, “del hincha de verdad de Gallos. Hay personas de esos tiempos que aún me escriben y me demuestran su afecto; la gente humilde, la clase trabajadora como yo, como mi papá, como mi mamá, esa gente que tiene sentimientos y lo siente como el jugador mismo” y aseguró que a estas alturas no habla por querer figurar o vender periódicos, sino por pedir justicia, nada más.

Ignacio Schneider empezó a jugar profesionalmente a los 16 años; debutó con el club Paysandú de Bella Vista. A Gallos Blancos le dio dos años de su futbol. “Hace poco me agregaron en un chat por los festejos del ascenso; en él estaban Ulises Zurita, el entrenador Héctor Medrano, todos mis compañeros; Zurita y Medrano me vieron en el grupo y nunca me saludaron. No sé qué les pasa, qué tienen en la cabeza”.

Por último, lamentó que algunos no tengan memoria, como Ignacio González (defensa de León), pues “concentraba conmigo; me pidió consejo, siempre le apoyaba; creí tener buena amistad con él. Conocía a su papá y después que lo contacté no tuve respuesta; pero me quedan las buenas amistades como Marco Jiménez, Raúl Rico, Jonathan Tridente, Samuel Hernández, esos que te preguntan cómo estás”.